Un matrimonio igualitario adoptó a tres hermanitos

Tienen 12, 14 y 16 años, y vivían desde hacía mucho tiempo en un hogar. "No se trata del derecho nuestro de ser padres sino del derecho de los chicos de tener una familia", reflexionaron sus papás.

Adrián Urrutia, de 43 años, y Fabio Bringas, de 31, celebraron el 15 de julio de 2010 frente al Congreso de la Nación la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario. Menos de cuatro años más tarde contrajeron matrimonio.

Cinco años después de aquel festejo, Adrián y Fabio decidieron convertirse en padres y adoptaron a tres hermanos que desde hace siete años viven en un hogar de una localidad de la Provincia de Buenos Aires ya que fueron abandonados por sus padres.

"A fines de agosto de 2011 nos inscribimos en forma individual en el Registro de Adopción de Neuquén porque todavía no estábamos casados. Al presentar la documentación, comentamos que vivíamos juntos, por lo que unificaron los expedientes ya que a partir de la ley de matrimonio igualitario nos reconocían como familia", explica Adrián, referente de la Mesa por la Igualdad Neuquén de la Federación Argentina LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgénero), informó La Mañana de Neuquén.

Fabio, quien es docente y ejerció en Piedra del Águila, confiesa que inicialmente pensaban adoptar un niño de 0 a 10 años, pero cambiaron de idea cuando leyeron un artículo sobre los chicos que durante largos años viven en los hogares y esperan que alguien los adopte.

"Nos conmovió el testimonio de esos chicos que en algunos casos llegan a los 17 años", señalan. Por ese motivo, Fabio ingresó a la página web del registro nacional y se encontró con una solicitada que informaba sobre la situación en la que estaban C., D. y M., tres hermanos de 12, 14 y 16 años respectivamente.

"Más allá de los temores lógicos de que sean tres preadolescentes y adolescentes, de inmediato te ponés a pensar en ellos porque no se trata del derecho nuestro de ser padres sino del derecho de los chicos de tener una familia", explican.

Tras contactarse con el Juzgado de Menores, a cargo de un juez "con la cabeza abierta", la pareja viajó hace un mes con el fin de ser evaluados por los profesionales del juzgado y del hogar y con la posibilidad de conocer a sus futuros hijos.

"Siempre nos imaginábamos ese momento del primer encuentro con nuestros hijos. Fue una conmoción. Las dos nenas corrieron hacia nosotros y nos abrazaron muy fuerte y nos pusimos a llorar; en tanto, Diego no quería saber nada pero luego en el segundo encuentro cambió de actitud", explica Adrián.

Por ahora, padres e hijos se encuentran transitando el período de vinculación que no tiene una fecha de finalización. "Estimamos que en octubre ya estaremos los cinco en nuestra casa de la meseta", asegura Adrián.

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