Fue sobre principios de 2014 cuando Delio Carrizo le propuso a sus compañeros de Petroquímica que había que armar la categoría Super Master, para que el “verdolaga” tuviera presencia en las tres categorías de la Asociación Futbolistas Veteranos de Comodoro Rivadavia: Senior, Master y Super Master.
En ese entonces, Victorio Joursin (suboficial retirado de la Policía del Chubut) era uno más que acompañaba a sus hijos Gustavo (41) y Julio (43) a entrenar en la vieja cancha que fue alguna vez de la empresa textil Guilford, ubicada detrás de la parroquia del barrio Standart Centro.
Fue así que le llegó la invitación a sumarse al plantel de Super Master de “Petro”, que no sólo le valió un cuarto puesto en el último torneo, sino el reconocimiento público con una copa por ser el jugador con más años en actividad.
Con la “7” en la espalda, y oscilando entre la defensa y como media punta, Victorio dio su parecer a Diario Patagónico sobre que lo lleva a mantenerse vigente al paso del tiempo, en el patio trasero de su casa en Standart Centro.
“Lo hago por el simple hecho de hacer deportes, nada más. Siempre jugué al ‘papi’ fútbol cuando estaba en la policía o participaba de maratones”, apuntó Victorio.
De esta manera, quien es hijo de franceses y que nació en una locación pequeña de Paso de Indios, se sumó al fútbol no sólo como compañía de sus hijos, sino dentro de la cancha como jugador.
“Siempre fui de ir a la cancha a ver a Petroquímica, incluso cuando era Comferpet. Luego mis chicos, con 9 años, me pidieron empezar a jugar ahí y los cuatro (dos hijos y dos nietos) llegaron a jugar en la Primera división”, recalca.
FAMILIA “VERDOLAGA”
Cada domingo, el hogar de Joursin se convierte en punto de encuentro de cerca de 40 parientes que se reúnen en torno a la parrilla.
El tema obligatorio es el fútbol, ya sean los partidos que se jugaron el sábado (en Senior o Master) o el que se jugará esa misma tarde en Super Master.
En adhesiones locales no hay discrepancias, dado que desde Victorio hasta sus nietos la pasión es “verdolaga”. Y sólo un comensal (consuegro) queda al margen de la mesa de coincidencias, dado que es un actual dirigente del Club Atlético Florentino Ameghino.
En tanto que en el plano de hincha de Racing Club, Joursin se ‘agranda’ por el último título obtenido por el club de Avellaneda.
“En mis comienzos y por mi vocación de policía, conocí varios destinos dentro de Chubut. Y cuando estuve en Comodoro Rivadavia busqué radicarme acá. Ya en esa época ser policía, tener una familia y un alquiler se hacía cuesta arriba (lo sigue siendo). Entonces busqué préstamos y me anoté en planes de vivienda para acceder a alguna”, recuerda.
El destino quiso que la primera casa adjudicada sea en Kilómetro 5, pero Victorio la rechazó porque no le convencía el lugar.
Consultado sobre el supuesto de haber aceptado aquella casa y, por ejemplo, haber vestido la camiseta de USMA (que lo venció en Super Master), Victorio aclara: “Aunque viviera en Kilómetro 5, difícilmente me hago la idea de haber jugado en USMA, porque ya de chiquitos mis hijos eligieron formarse en Petroquímica. Y toda la familia los acompañaba a los entrenamientos y partidos. Lo mismo con mis sobrinos”.
Como una paradoja de la vida misma, los veteranos de “Petro” no pueden disponer de las instalaciones del club para los entrenamientos diarios, ni siquiera para jugar los partidos.
A pesar de ello, dejaron bien alto el nombre de la institución, dado que se consagraron campeones en las categorías Senior y Master, y obtuvieron un 4° lugar en Super Master, con sólo un año de rodaje como equipo.
“Entre todos nosotros vale mucho el compañerismo y la unión. Si falta uno, siempre hay otro de relevo para salir a la cancha”, recalca Victorio.
“El compartir es bueno porque siempre te ayudan. Aparte, cuando hay oportunidad, hacemos asado. Es más, cuando terminó el campeonato nos juntamos todas las familias en el Regimiento para compartir”, sostiene en relación a la última campaña, donde en caravana llegaron al barrio desde la cancha de Estrella Blanca.
ENCUENTROS
FAMILIARES
A las salidas a correr dos veces por semana, a los veteranos se le suman los compromisos de cada fin de semana, donde se viven verdaderos encuentros familiares.
“En cada partido se llena hasta el cerro de autos, y va toda la familia. Incluso aunque no tengan ninguna relación con los equipos protagonistas. Se vende alcohol y no hay policía. Y no hay que lamentar ningún disturbio. Eso hace que vayan, porque cuando vas al fútbol local, mínimo una pedrada siempre hay. Por eso mucha gente dejó de ir a ver a sus equipos”, analiza.
En lo personal, Victorio juega porque se siente muy bien haciéndolo y participando junto a sus pares de otros equipos, donde todo concluye con abrazos en el final, más allá del resultado.
En la actualidad sigue compartiendo entrenamientos con sus hijos y sobrinos. Aunque piensa por este año dejar el fútbol que lo involucró durante un año gratificante para él y los suyos.
“Ahora me tengo que operar de una hernia y evalúo si voy a seguir jugando. Pero no por eso me acobardo. De hecho, cuando era policía fui atropellado el 24 de junio de 1982 y me encontraron tirado en la calle, con la pierna rota y múltiples heridas”, sostiene.
“Así y todo no bajé los brazos, y antes de los seis meses estaba de vuelta en servicio”, afirma. De aquel accidente le quedó la cicatriz en su rodilla izquierda.
“Es algo especial compartir con tu familia, y entre compañeros nos alentamos mutuamente. Por eso yo no esperaba que me felicitaran cuando terminó el campeonato”, se sincera.