El caso que obligó al Estado argentino a tipificar la desaparición forzada también se produjo en Chubut

El caso que obligó al Estado argentino a tipificar la desaparición forzada en el Código Penal -artículo 142 ter-, también se produjo en Chubut, pero a diferencia de lo ocurrido con Santiago Maldonado, la desaparición de Iván Eladio Torres fue perpetrada por un grupo de policías provinciales y no fue por cuestiones ideológicas. La Justicia Federal, después de 13 años condenó a 2 de los 14 policías procesados y tras el juicio se abrieron nuevas investigaciones por las irregularidades que surgieron durante la investigación que se inició en 2003 en el fuero provincial.
Si bien Santiago Maldonado e Iván Eladio Torres desaparecieron en Chubut y en ambos casos la fuerte sospecha sobre la autoría recayó sobre los organismos represivos del Estado, hay que diferenciarlos, en principio porque el primero ocurrió en el marco de un operativo realizado por una fuerza nacional que tenía la orden de hacer cesar una protesta en defensa de los pueblos originarios.
La desaparición de Torres, en cambio, obedeció a un capricho de un grupo minúsculo de policías locales que pretendía “limpiar el centro” de Comodoro Rivadavia corriendo y maltratando a pibes en situación de calle, muchos de ellos menores de edad en conflicto con la ley penal por cuestiones banales, y amigos de Iván, a quien los policías despreciaban por ser chileno.
No se pretende correr el eje de discusión, ni desviar la exigencia de aparición con vida de Santiago Maldonado ni de Iván Torres, pero resulta sano diferenciar los casos para no sumar a las confusiones nacionales que se multiplican en los distintos formatos.

¿DONDE ESTA IVAN?
Iván Eladio Torres desapareció entre la noche del 2 y la madrugada del 3 de octubre de 2003, luego de que dos de sus amigos lo vieran por última vez cuando ingresaron a una heladería ubicada en la costanera de Comodoro Rivadavia para ayudar a ingresar un castillo inflable.
Los amigos de Iván hacían esa tarea todas las noches porque las chicas de la heladería le pagaban esa ayuda con un helado, el cual compartían mientras deambulaban por las calles del centro.
Esa noche Iván –que era más grande que sus amigos y le daba vergüenza ir por el helado, como lo declaró uno de los pibes en el juicio, quedó en la vereda, sobre calle Abásolo, a pocos metros de San Martín.
Antes de ingresar a la heladería los chicos vieron el móvil policial de la Seccional Primera con al menos tres agentes en su interior. En escasos minutos salieron del lugar y su amigo Iván ya no estaba. Desde entonces nadie volvió a verlo y su madre, María Millacura, llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos en busca de justicia. Desde allí se condenó al Estado argentino. Esa condena incluyó, entre otras cosas, la tipificación del delito de desaparición forzada de personas, la cual se conoce hoy en el Código Penal por el artículo 142 ter.

JUSTICIA LENTA ,
JUSTICIA COMPLICE
La investigación por la desaparición de Iván Torres se inició en el fuero Penal Ordinario de Chubut. La provincia era gobernada por el radical José Luis Lizurume; Comodoro Rivadavia tenía como intendente al radical, Jorge Aubía y el Juzgado de Instrucción en la que recayó la causa estaba a cargo del exjuez, Oscar Herrera, quien renunció al cargo durante el primer mandato de Mario Das Neves como gobernador de Chubut, quien pretendía destituirlo con un Jury de enjuiciamiento.
La mamá de Iván, María Millacura, ante la indiferencia de las autoridades y la inacción de quienes debían buscarlo, montó un campamento en la Seccional Primera, jurisdicción en la cual desapareció su hijo, y allí permaneció un largo tiempo soportando el acoso policial y las versiones que desviaban la atención de la opinión pública, las cuales aseguraban que Iván se había escapado a Chile porque estaba próximo a ser juzgado por un robo, entre otras.
Desde el inicio y durante muchos años, el apoyo legal lo tuvo Millacura por parte de las abogadas locales, Verónica Heredia y Silvia de los Santos, quienes hicieron trascender el caso a nivel internacional, lográndose primero la protección de testigos y finalmente la condenada al Estado argentino por parte de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En el camino, por lo menos seis de los testigos, sobre los cuales la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ordenó al Estado argentino su protección, fueron asesinados.
El primero en morir fue David Hayes, a quien asesinaron en el patio de la alcaidía. Este fue quien le envió una carta a la mamá de Torres contándole que mientras él estuvo preso en la Seccional Primera llegó a ver y escuchar cómo le pegaban a Iván los policía que lo detuvieron el 2 de octubre 2003.
El último de los testigos en morir fue su cuñado, Juan Pablo Caba, quien recibió un tiro en proximidades del Cementerio Oeste y falleció semanas después en el Hospital Regional producto de una gangrena hospitalaria.
Con la presión internacional el caso fue girado del fuero Ordinario al Federal, aunque las desprolijidades que surgieron hicieron que Millacura no tardara mucho en descreer de la Justicia argentina y perdió toda esperanza, como confianza en ella al punto de exigir la nulidad del juicio al que fueron sometidos los 14 policías procesados.
Ese debate se inició el 28 de noviembre de 2015 y terminó en julio de 2016 con la condena del comisario Fabián Tillería y el oficial Marcelo Chemín a 15 y 12 años de prisión, respectivamente, como partícipes necesarios de la desaparición forzada de Iván Eladio Torres, ocurrida entre el 2 y 3 de octubre de 2003.
Los 12 policías restantes fueron absueltos de culpa y cargo, aunque para 6 de ellos el Ministerio Público Fiscal ratificó la acusación y pidió penas de cumplimiento efectivo. Por esa razón y por la disconformidad de la defensa, ambas partes acudieron a Casación.
No obstante, los jueces del Tribunal Oral Federal de Comodoro Rivadavia, remitieron actas y fragmentos del juicio ordenándose la investigación de las distintas irregularidades de la investigación que fueron observadas a lo largo del juicio.

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