Ella encuentra las fuerzas para seguir en los dos hijos que le dejó José Luis, y el pequeño nieto que el comerciante solo pudo disfrutar un mes.
"Mi pensamiento es apuntar a la prevención. Ahora el después más allá del resultado, él no está. Nuestra vida es un antes y un después de José Luis. Más allá de su dolor, lo mío se multiplica, sufro por mí, porque sus hijos no están con su padre, porque los nietos no van a conocer a su abuelo y sobre todo porque José Luis está muerto. José Luis se está perdiendo esta vida, se está perdiendo de sus nietos, de sus hijos, de su negocio", resume Patricia.
Ella no entiende "la psiquis de los delincuentes y asesinos". Cree que es muy diferente a la de un trabajador. "La impotencia que sentís. Como yo le dije a los jueces, el sufrimiento es para la familia, no para los delincuentes. ¿Qué transgredió José Luis, que transgredí yo?", se pregunta la viuda del empresario.
"En este caso la víctima del sistema fue mi marido, fue víctima de la delincuencia que está enquistada en esta sociedad. Yo también pasé de todo cuando era chica. ¿Y? ¿Voy delinquiendo? Es fácil tirar siempre todo afuera. Pero hay elecciones. Todos tenemos mochilas de sufrimiento", analiza.
Patricia le pidió a la justicia una medida ejemplar y la justicia hasta el momento ha condenado en sus diferentes etapas a la mayoría de la banda. "Porque sino el mensaje está cambiado, son siempre ellos", refiere.
Después del homicidio de García, en Comodoro no hubo una marcha de ciudadanos que se convocara espontáneamente pidiendo Justicia de manera pacífica y masiva como aquella de los días posteriores al crimen. Todos marcharon con una vela en la mano, eligiendo la luz frente a la oscuridad de la delincuencia.