Epecuén: la historia de la villa turística fantasma

Podría haber sido uno de los principales centros de turismo de salud de la Argentina, pero una inundación detuvo los proyectos de quienes apostaban a eso. Perteneciente al departamento de Adolfo Alsina, Buenos Aires, resurge y deja ver una triste historia. Un blanco paisaje teñido por la sal se encuentra sobre lo que era una próspera ciudad turística.
Situada a siete kilómetros de Carhué, la Villa de Epecuén fue fundada en 1921 para albergar el primer balneario sobre la laguna cuyas aguas tenían un alto nivel de salinidad lo cual generó un creciente interés medicinal y turístico.
Con los años, el lugar denominado "Mar de Epecuén" creció hasta convertirse en un próspero pueblo con cerca de 1.200 habitantes y unos 25.000 turistas durante el verano. En los años 70 disponía de más de 6.000 plazas hoteleras y 250 establecimientos comerciales.
Un periodo de sequía en los años ochenta provocó un descenso de las aguas de la laguna. Este hecho preocupó a los dueños de balnearios, hoteles y comercios que veían peligrar sus negocios. La "solución" terminaría convirtiéndose en la causa del fin de la ciudad.
En los años 80 comenzaron las obras hidráulicas para estabilizar el caudal de la laguna pero la llegada de la dictadura militar en Argentina dejó el canal recolector de agua sin finalizar, hecho que se vio agravado con un período de fuertes lluvias. A mediados de esta misma década se intentó solventar el problema levantando un terraplén defensivo de cuatro metros de altura sobre la costa que resistió los primeros años hasta la terrible crecida del 10 de noviembre de 1985. El agua entró en Epecuén inundándolo todo y obligando a la población a abandonar sus casas para siempre.
Hacia mediados de 1993 Epecuén aún se encontraba a siete metros bajo el agua. Gracias a una obras para impedir el ingreso de caudales externos a la laguna, la cota comenzó a descender lentamente.
Un portavoz de Turismo del municipio de Adolfo Alsina, al que pertenece Epecuén, explicó en una ocasión que la villa "estuvo veinte años cubierta por las aguas saladas del lago, pero desde hace diez las sequías facilitaron el retroceso del agua y hace tres, el casco de la ciudad apareció transitable".
Aún hoy es visible el trazado de las calles, el dique de contención y las ruinas de las casas, hoteles y edificios jalonados por árboles que parecen petrificados por los efectos de la sal.
Actualmente la ciudad dispone de varios circuitos turísticos que reviven aquella época de esplendor: El Matadero, Ruinas de Villa Epecuén, Playas sustentables, Spa termales y el Museo Regional de Adolfo Alsina.

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