"Glamping", otra nueva forma de acampar para los más exigentes

En la localidad de Noia, Galicia, ofrecen una experiencia que atrae a cada vez más visitantes y ya se empieza a replicar en el resto del mundo. Se trata de una forma de acampar con "glamour", con aquellas comodidades que hasta hace poco estaban reservadas para los hoteles 4 estrellas.
Noia, además posee la belleza de una villa marinera gallega, con numerosos pazos y casas señoriales y un singular Museo de Lápidas Gremiales, se puede disfrutar de una experiencia única descubriendo toda la fauna y flora que alberga en su interior.
Es difícil encontrar un contacto con la naturaleza más puro que el que ofrece Cabañitas del Bosque que publicita la posibilidad de descansar en la copa de un árbol y sentir la sensación de libertad, tranquilidad e intimidad que ofrecen. Es que, las Cabañas, permiten alojarse en plena naturaleza (también, en invierno) pero sin renunciar al lujo. Esa es la premisa bajo la que se desarrolla en Outes, en la comarca de Noia, un cuidado proyecto de turismo sostenible que permite a los visitantes dormir en sofisticadas cabañas de madera, suspendidos a varios metros de altura.
Las cabañas son de corte ecológico para disfrutar, en su exterior, de las excelencias del bosque gallego, con actividades complementarias como hípica o senderismo, y no prescindir, puertas adentro, de servicios como un jacuzzi, una chimenea o las últimas prestaciones en televisión e Internet.
Además de un alojamiento rural diferente e innovador, pueden utilizarse como refugio para la observación de la fauna autóctona del bosque donde están ubicadas, especialmente aves como el martín pescador, la oropéndola, el arrendajo o la garza; y despedir el día con un relajante baño en su bañera de hidromasaje con una perfecta puesta de sol.
Esta oferta hostelera, que seduce a cada vez más personas se confirma, además, como el máximo exponente del "glamping", esa moda en alza que reconcilia al cámping con el glamour y que se extiende veloz por los bosques de todo el mundo. Sus alojamientos, levantados en entornos agrestes, escapan de estrecheces y aseguran las comodidades de un hotel.
Los defensores del "glamping" concluyen que esta moda, que mueve 10 millones de usuarios al año, llega para quedarse. A salvo del clima, es rentable todo el año.

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