La Escuela 737 realizó su Muestra anual de talleres

Desde el barrio Isidro Quiroga, la Escuela 737 se ofrece como una "escuela abierta" con talleres curriculares y sus centros de actividades juveniles, que incluyen durante cada sábado a su propio alumnado y a chicos del barrio o de otros. Esto demuestra que se puede arraigar a los adolescentes al sistema educativo y lograr que además aprecien la escuela, aunque no sea la suya, y que para eso solo se trata de dejarlos ejercer el libre albedrío, dándoles opciones.
Así se trabaja desde los talleres de la Escuela "Soldado Mario Almonacid" que tiene varios: los sábados se ofrecen los CAJ (centro de actividades juveniles), abiertos a toda la comunidad -que tuvieron su cierre de año la semana pasada - y los que integran la currícula y entre los que los chicos pueden elegir en cuales participar.
Ayer, durante la muestra anual que clausuró el año para los talleres de educación secundaria básica y los de integración de saberes, la directora de la institución Florencia Caro Lancaster explicó que cada espacio reúne aproximadamente a 20 chicos que optaron por la manera de integrar conocimientos con la concurrencia a un taller de dictado semanal para los alumnos de 1°, 2° y 3° año, con una oferta que abarca entre otros espacios laboratorio, educación sexual, educación vial, interculturalidad, teatro, que se suman a los de los sábados: popping, bandas, ambiente y vida en la naturaleza, teatro, cocina saludable, radio - para el que están montando a pulmón una emisora en la planta alta de la escuela - etc.
"Este año integramos la educación formal con la informal dada a través de estos talleres, muchos de los chicos que venían los sábadostenían espacios pendientes de acreditación, y en estas instancias que son también de aprendizaje los chicos también podían aprobar esos espacios con tres cortes evaluativos, entonces vienen para aprobar los espacios y se terminan quedando en los talleres" explicó la directora, señalando que la experiencia abarca a cerca de 120 chicos.

EXPERIENCIAS DE AUTOR
La producción de leyendas que integró la muestra de ayer ilustra claramente cómo funcionan estos espacios: abarcó a todos los cursos de 1° año, un colectivo de 120 chicos con frecuentes dificultades en redacción, lectura y comprensión de textos. Karina Willatowsky es la docente de lengua que diagramó el proyecto anual que los abarcó a todos con una experiencia que profundizó bastante más que la lectura de los dos libros anuales marcados como meta.
Trabajando con la estructura narrativa y características de la leyenda los chicos produjeron sus propios textos. Esto demandó la identificación de los distintos grupos aborígenes del país, ubicarlos geográficamente y conocer la flora y fauna de cada región y a partir de ese proceso investigativo básico, cada chico eligió el animal o planta en la que basar su leyenda. Cada texto cumplió con todos los eslabones de la producción literaria, desde el borrador hasta las correcciones y el tipeado personal en la sala de computación, y llegó luego el concurso de ilustraciones para diseñar tapa y contratapa de todas las publicaciones que se exhibían ayer, cada una con la firma de su autor.
En el caso de 3° año, desde la misma materia convocante, Lengua, Ciria Pérez condujo otra variante para aplicar conocimientos: la producción audiovisual. Como trabajo final de un curso de Conectar Igualdad, el grupo se enfocó en la adaptación de "esa boca" de Mario Benedetti que transformado en guión se convirtió en un corto de aproximadamente 6 minutos, actuado, producido, dirigido y filmado por los chicos.
Mientras química y física pueden ser una dificultad para la mayoría de los chicos, el taller de laboratorio es de los más demandados en la escuela. Celeste Ovejero y Carlos Avila son la pareja pedagógica a cargo del espacio que aplica conocimientos de ambas materias con la modalidad taller, en el que con elementos de laboratorio se trabaja cada martes experiencias de física y química, e incluso organizan salidas de reconocimiento, como la que hicieron este año en la reserva Punta del Marqués. Ayer, chicos de entre 13 y 15 años exhibían una reacción para identificar azúcares en alimentos, y también vía microscopio podía detectarse cada parte de una abeja.

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