La tasa de homicidios en la ciudad con más habitantes de Chubut, en la que a ciencia cierta no se conoce con exactitud la cantidad de personas que la habitan, sigue sosteniendo un índice regular de crímenes por año. Si se analiza el periodo de los últimos ocho años se registran dos asesinatos por mes a lo largo de cada año, lo que pone en jaque a la seguridad pública.
Sin ir más lejos y en comparación con el año anterior, es decir 2016, la tasa de homicidios marcó 24 muertes, lo que grafica la cruda estadística. Y este año se pude afirmar que con los 21 crímenes la media anual estuvo muy cerca de lo que desnudan las frías estadísticas. La cantidad de homicidios de 2017 arroja un promedio de 1,75 muertes por mes.
Las causas de los asesinatos tienen múltiples factores y contextos donde predominan las peleas familiares o intrafamiliares como ocurrió en el primer homicidio del año. Fue el 13 de enero, en el que Maximiliano Subiabre (22) luego de una pelea desatada en la casa que vivía con su hermano Nicolás –un año mayor- en el pasaje Santa María 2476 del barrio Las Flores, le acertó un puntazo en el tórax que le perforó el ventrículo y le causó la desgraciada muerte. Fue imputado por la Justicia y permanece en prisión.
Dentro del ámbito domiciliario o conviviente aparece también la violencia de género. En los últimos años ha crecido el número de muertes de esa índole que llevó a participar a la ciudadanía de masivas marchas que se replicaron a nivel nacional y donde esta ciudad no estuvo ajena.
Lamentablemente, el feminicidio estuvo presente nuevamente este año en la ciudad como viene ocurriendo en el último tiempo.
Los habitantes de Próspero Palazzo se vieron conmovidos durante la madrugada del 27 de enero con el asesinato de Débora Martínez. Tenía 28 años y era madre de un niño de 10.
Fue golpeada con tal brutalidad que murió en el interior de su casa en la calle Teniente Merlo. Allí convivía con Nelson Aguilante, quien alcoholizado terminó en unos minutos con su vida. El hombre está imputado de feminicidio, que castiga ese delito con la prisión perpetua. El caso ya fue elevado a juicio y se espera que el debate se realice dentro de pocos meses.
Como consecuencia de una de las tantas peleas, donde no deja de estar presente la violencia de género, Pablo David Rúa (40) encontró la muerte el 9 de abril también en el seno de una vivienda, esta vez en la calle Ostoich del barrio Abel Amaya. Noemí Ortiz fue acusada del crimen luego de defenderse de un ataque de su exconviviente.
Luego de una violenta discusión la mujer de 30 años tomó una botella de vidrio y cortó a Rúa en su brazo derecho causándole una importante herida en una vena que le provocó su deceso por desangramiento.
La investigación fiscal está caratulada como “homicidio agravado por el vínculo” y en la actualidad la imputada cumple prisión domiciliaria. Tres años antes la acusada denunció a la víctima por violencia de género.
Otra discordia verbal entre una joven expareja se cobró la vida del boxeador Samuel Ovejero, de 26 años. En la madrugada del 29 de julio, el empleado municipal se encontró en las calles Ortego y Chazarreta del Máximo Abásolo -a media cuadra de su casa- con su exmujer Yuliana Uribe.
El joven subió a la camioneta que manejaba ella y mediante discusión de por medio recibió dos puntazos a la altura del pecho y murió horas después. En el vehículo quedaron tres cuchillos como evidencia.
La sospechosa estuvo detenida, fue unas de las internas que resultaron quemadas durante un incendio del pabellón femenino de la alcaidía, y desde hace unos meses cumple arresto en su domicilio.
MUERTES DURANTE OCASION DE ROBO
Quizás uno de los delitos más graves que golpea a una sociedad sea el homicidio en ocasión de robo. Este año ese tipo de delito se incrementó y suman cuatro causas, de las cuales dos se encuentran sin resolver hasta el momento. Este agravante es quizás el que más golpea a los familiares de las víctimas que no encuentran justicia.
El 20 de enero Jhon Blas Gutiérrez (27), un ingeniero en petróleo recibido hace poco tiempo en la Universidad de la Patagonia, fue asesinado de un disparo durante un robo en la tienda de sus padres, en la calle César Campoy del barrio Moure. Dos delincuentes simularon ser clientes y balearon en el pecho al joven que recién llegaba de trabajar.
Su padre también recibió un disparo en una pierna, pero el ingeniero no resistió la gravedad de la herida y falleció horas después.
Enzo Uranga (20) y Lautaro Hernández (21) fueron detenidos como los sospechosos del crimen. La Justicia los condenó a 17 años de cárcel para el primero y 16 años para el segundo. Hace pocos días la Cámara Penal confirmó las penas en todos sus términos.
Nueve días después, el 29 de enero, esta ciudad se vio sacudida por el crimen del remisero Fernando Schmidt. Tenía 35 años, era padre de dos hijos y encontró una sangrienta muerte en manos de dos pasajeros que trasladó hasta el barrio La Floresta. En las calles Huergo y Orquídeas detuvo el coche del servicio de la agencia Aleisa, y allí fue apuñalado al menos 20 veces.
Los asesinos no se llevaron nada y la víctima alcanzó a avisar por radio que estaba en peligro pero falleció a los pocos minutos. Una hora después la policía detuvo a dos jóvenes que fueron sorprendidos robando las cámaras de seguridad de la agencia de remis donde quedó registrado el rostro del principal sospechoso del homicidio. Se trata de Miguel Angel Sotelo, quien cumple prisión preventiva y en marzo será enjuiciado.
CUATRO SIN SOSPECHOSOS
En cambio, el asesinato en ocasión de robo de Mario Durán (38) sigue sin tener culpables. El hombre que se desempeñaba en el petróleo, esa noche del 21 de marzo caminaba por la calle Uruguay del barrio 9 de Julio, luego de visitar a sus hijos.
Recibió un disparo a la altura de la tetilla izquierda que terminó con su vida.
El homicida utilizó un arma de bajo calibre y disparó a una corta distancia.
A la víctima le faltaban el teléfono celular y la billetera. Está última después fue hallada.
Un nuevo caso de robo en la vía pública que derivó en la posterior muerte se repitió durante la madrugada del 27 de agosto cuando el ferretero Rubén Carrillo (43) fue apuñalado en un asalto.
Una pareja lo abordó sobre la avenida Polonia y Pieragnoli del San Cayetano para hacerse de su billetera y su teléfono celular.
El hombre que había estado en una cena familiar y se dirigía a su casa a pie, se resistió al robo y fue acuchillado.
Sufrió cortes en una oreja, muslo y abdomen que lo llevaron a agonizar once días hasta que falleció el 7 de septiembre en el Hospital Regional. Aún no existen sospechosos en la investigación fiscal.
Los restantes dos homicidios impunes obedecen a presuntos ajustes de cuentas entre los asesinos y las víctimas.
El 4 de enero Víctor Mellado (32), oriundo de Gobernador Costa, fue rescatado del incendio de la casa que ocupaba en la calle Código 640 del barrio Stella Maris. Los vecinos lo sacaron del fuego pero el hombre sufrió graves quemaduras en la espalda. Después se descubrió que su cuerpo además
presentaba 17 puntazos en la zona del tórax y el 19 de ese mismo mes murió.
Si bien en el comienzo de la investigación hubo un sospechoso que frecuentaría esa vivienda porque era conocido de la víctima, no se efectivizaron detenciones al respecto.
Y el restante crimen sin esclarecer se registró el 20 de enero en la casa del presunto prestamista Teófilo Morales (62), en Kilómetro 5.
Esa madrugada dormía junto a su esposa en la vivienda familiar de la calle Cambarieri, frente a la Gamela Universitaria.
Al escuchar golpes en la puerta, Morales se levantó y fue sorprendido cuando salía de su habitación.
Sin mediar palabras con los delincuentes, lo ejecutaron de dos disparos en el intercostal derecho que acabaron con su vida.