Verónica Castillo, abogada diplomada en Cannabis y Defensora Pública en la Justicia Federal, se refirió a la resolución 3132-2024 del Ministerio de Salud que cambió la implementación del REPROCANN. “Para quien estaba inscripto como usuario que cultiva sus propias plantas, no hay ningún cambio. Se mantiene la cantidad de plantas y el tiempo de permiso en tres años. Los rangos siguen siendo los mismos, 6 metros cuadrados en interior y 15 en exterior, y se pueden tener de una a nueve plantas en floración y se puede trasladar hasta 40 gramos de flores secas, o hasta 6 frascos de aceite”, explicó en Cadena Tiempo.
Lo que se limitó es el esquema para los cultivadores solidarios como una figura incorporada a partir de los usuarios cannábicos sin conocimiento en cultivo. “Obtener un cultivo rápido puede demandar cuatro meses para llegar a un aceite o manteca, que también se utiliza en comidas como para inhalación, vaporizar o de última fumar, que es lo último indicado para terapias del dolor” dijo Castillo.
“Si una persona no tiene tiempo, debe acudir a un cultivador para que le cultive. Hasta ahora, el cultivador solidario no tenía número de personas a las cuales podía sostener con cultivos y habitualmente se manejaba a nivel familiar: el hijo que cultiva para el padre, o el nieto que cultiva para el abuelo. Ahora se le ha puesto un número y el cultivador solidario solamente puede tener dos. Y si es usuario; cultiva para él y para otro. Y si no consume dispondrá solamente de dos personas y esto debe declararse”.
LAS SEMILLAS Y SUS COSTOS
“Hay plantas automáticas, foto periódicas y regulares que tardan nueve meses y no ha sido genéticamente alterada. También hay semillas feminizadas y que se compran sabiendo lo que se obtendrá”, graficó.
“La provincia produce semillas y no hay ninguna resolución del Ministerio de Salud ni de Producción que garantice, por ejemplo, que un 10% de la producción de semillas quede para el sistema público”.
“Existen 40 semillas registradas que tienen un costo porque se paga impuesto para registrarla, un estudio previo y demás controles para que una persona que compró la semilla tenga mínimas garantías de qué es lo que va a obtener cuando la plante. Un paquetito de cuatro semillas no baja de los veinte mil pesos”, remarcó.
Castillo reconoció diferencias en el criterio con médicos respecto a la necesidad de profesionalizar el uso de sustancias. “El médico que está en cuidados paliativos estudia la morfina en la universidad. El cannabis no se ve porque era ilegal. O sea, no se tiene ningún conocimiento de la planta que se veía como “droga” en toxicología”.
Reconoció al acceso como una dificultad ante la falta de médicos diplomados o no diplomados que receten el cannabis. “Es un problema de salud pública. El Estado debe garantizar que en el sistema público haya médicos diplomados, que estén haciendo terapias con cannabis porque ahora, el registro pide que estén capacitados”.
Hay diplomaturas universitarias on line de tres meses de duración. “La Universidad de La Plata tiene un posgrado en cannabis, o sea, no es que no exista”, planteó.
UNA SUSTANCIA CON BENEFICIOS
“Es una sustancia que tiene una gran incidencia en el cerebro y en muchas partes del cuerpo. El sistema endocannabinoide no se estudia en la Universidad, es nuevo. Y quienes se recibieron hasta treinta años, lo desconocen y deben formarse para darle seriedad y darle seguridad al usuario”.
“El Municipio podría certificar conocimientos de chicos que no tienen a veces ni el secundario terminado, pero que saben de cannabis un montón y son excelentes cultivadores. Tienen un conocimiento técnico muy alto, saben de la biología de la planta; leyeron y aprendieron inglés y son autodidactas. Y del mismo modo se podría alentar a que la gente haga su propio aceite en Comodoro Conocimiento por ejemplo donde hay una cocina en donde se producen alimentos”.