El británico James Nunn comenzó su carrera en la industria del cine, logrando hacerse de una reputación importan-te como director de segunda unidad y asistente de dirección. Trabajó en dos ocasiones como el director de la segunda unidad con el director Johannes Roberts en la cinta “Terror a 47 Metros” (2017) y su secuela de 2019. El salto a la dirección lo dio en 2012 con “Tower Block”, un thriller en el que los habitantes de un condominio son cazados por un francotirador un año después de que presenciaran un asesinato. Después continuó en la silla de director en “Eliminators” (2016) y “One Shot” (2021), sobre una misión de rescate que rodó en una toma única en tiempo real. Las películas sobre tiburones entretienen por la sencilla razón de que los tiburones existen y están ahí, en el fondo del océano. En cada de uno de nosotros hay un miedo intrínseco cada vez que decidimos a bañarnos en el mar. Sobre esta sensación de miedo y terror a lo que no vemos y puede venir, los escritores de Hollywood han ideado numerosas secuencias modernas con un tiburón como protagonista. “Great White” y “The Requin” fueron las ultimas que abordaron esta temática, con no muy buenos resultados. Ahora, con “Shark Bait”, Nunn retom la idea con la clara intención de mejorar los ni-veles de entretenimiento.
Nunn es un optimista en cuanto a la exhibición de películas en salas de cine. “La gente se ha acostumbrado a ver películas en su casa, y aunque no siempre es así, hay quien tiene auténticos cines en el salón”, dice. “¿Sustituye eso la experiencia compartida? No, pero ahora mismo el riesgo sigue pesando en la mente de la gente. Y es paradójico, porque cuando piensas en una entrada de cine, lo estás haciendo en un quinto o en un octavo del precio de una entrada de un concierto, o en la mitad del teatro. Y a esos espectáculos la gente sí se está animando. Las salas no van a morir, ese es el único mensaje que nos puede dar la pandemia. ¿No serán las mismas y no estarán abiertas a los mismos estrenos? Probablemente”.