Una larga travesía al fin del mundo argentino

Las Islas Malvinas mantienen una esencia inglesa. Sus casas con techos a dos aguas y sus vehículos con volante a la derecha son los primeros indicios, que luego se refuerzan al escuchar a los habitantes, quienes se encargan de remarcar que ellos forman parte del Reino Unido. Los inmigrantes europeos y latinoamericanos también toman posición al respecto. Tal es así que en el aeropuerto de Punta Arenas, antes de embarcar para viajar a Malvinas, una mujer francesa radicada en las islas señaló irónicamente: “Puerto Argentino no existe”.
Puerto Argentino (Enviado Especial)

Malvinas es hermoso por donde se lo mire. Su historia ligada a Argentina permite sentir diferentes sensaciones que evocan al pasado y miran al futuro. El verde que contrasta con la pureza de la orilla del mar es el paisaje que adorna la calle principal de Puerto Argentino (“Stanley” para los habitantes del lugar que manifiestan su orgullo de ser parte del Reino Unido).
La realidad de hoy indica que las islas mantienen un fuerte vínculo con Europa, especialmente con su estilo de vida. Para un argentino llegar a Malvinas puede ser un duro cachetazo que dañe el orgullo. Desde el inicio, el viaje se debe planificar como lo hace cualquier turista. Pasaporte, 1.500 dólares para solventar los gastos de la estadía "mínima de una semana ya que solo los sábados salen los vuelos de LAN Chile-, y una reserva de hotel son los primeros requisitos. Además, para volar a las islas se debe cruzar la cordillera.

UN LARGO VIAJE HACIA EL FIN DEL MUNDO
Diario Patagónico decidió realizar el viaje por tierra, recorriendo el sur de la región, para no pasar por Buenos Aires y Santiago (Chile), como lo hacen periodistas de medios metropolitanos.  Para esto se tuvo que viajar a Punta Arenas. El micro de larga distancia de Andesmar atravesó Caleta Olivia, Puerto Deseado, San Julián, Comandante Piedra Buena y Puerto Santa Cruz antes de llegar a Río Gallegos, donde hace una escala de una hora para seguir viaje a Punta Arenas, en la región de Magallanes, Chile.
Las conexiones aéreas en la actualidad obligan a hospedarse un día en esa localidad, muy visitada por argentinos que se acercan a comprar electrodomésticos a la Zona Franca, donde se encuentran precios más bajos que en el mercado local.
El vuelo LA 991 con destino a las Islas Malvinas partió alrededor de las 12:40 del sábado, luego de realizar los trámites migratorios ante la Policía de Investigaciones de Chile. En la sala de pre embarque 80 personas esperaban la orden para subir al avión e iniciar el viaje. Periodistas argentinos y extranjeros, habitantes del archipiélago, turistas y también emigrantes peruanos y chilenos que deciden viajar por trabajo, llenaron la sala.
Allí Sofía, una francesa de ojos celestes y rasgos europeos, esperaba ansiosa regresar a las islas luego de unos días en Punta Arenas, donde fue a "visitar parientes". La mujer dialogó con Diario Patagónico, ante el cual afirmó no entender el reclamo, "ya que las islas están habitadas por británicos desde 1833”.
Ella desde hace 14 años vive en Puerto Argentino y sostiene que hace 30 años, “en vez de haber mandado soldados, Argentina tendría que haber enviado mujeres".
“El gobierno de ustedes se tendría que preocupar más por los pueblos del norte. Me parece que la Argentina tiene problemas más importantes que las Falkland”, resume antes de responder que “no existe” Puerto Argentino, cuando se le preguntó si ella vivía en ese lugar.

UNA POSTAL
El vuelo a las islas tarda aproximadamente 1 hora 30 minutos. Al acercarse al cielo malvinense se pueden observar las bondades naturales del archipiélago. El agua verdosa y clara es una pincelada en la orilla exterior que mira al Océano Atlántico, mientras que en el interior del terreno el verde se mezcla con un marrón que refleja la humedad del sector.
Al aterrizar (14:07), todo es verde militar adentro de la base de “Mount Pleasant”, donde no se pueden tomar fotografías, ni hacer registros audiovisuales.  El sello "Visitor's permit" marca que el argentino es visita en las islas. En el mismo se señala el tiempo que permanecerá la persona, mientras que en el papel de migraciones se debe aclarar el motivo de la visita.
Afuera del aeropuerto, Malvinas presenta una imagen desoladora que se extiende en los 60 kilómetros que separan a la base aérea de la capital del lugar, Puerto Argentino, o "Stanley" como se señala en las calles, documentos, posters, y todo tipo de referencia.
Al llegar al pueblo todo es distinto, las casas con techo a dos aguas de color rojo, marrón y verde, muestran un estilo inglés que completa el paisaje con los vehículos Land Rover con volante a la derecha. El agua cristalina permite ver las rocas en la orilla, mientras el cielo encapotado y el aire de comienzos de otoño, permiten dar una idea del frío durante la guerra.
En la entrada del pueblo se visualiza un cartel azul. La mujer francesa lo mira y hace notar esta característica con una sonrisa simpática: “mirá, en el cartel dice Stanley, no Puerto Argentino”. El orgullo siente la primera marca de la realidad.

Fuente: Fredi Carrera

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