En el Kilómetro 11 padecen la lejanía

En el histórico barrio de Km 11 los principales problemas se asocian al hecho de estar alejados del centro, y no figurar entre quienes a menudo hacen públicas sus problemáticas. Entre sus necesidades se cuenta la reparación de la ruta de acceso, aunque también hacen falta actividades recreativas para niños y adolescentes. Claro que hay que destacar que allí existe una envidiable tranquilidad, mientras en lo que hace a mantenimiento es uno de los sectores más prolijos de la ciudad.

La principal virtud de Km 11 «Fortín Chacabuco» es su tranquilidad. Quienes lo habitan cuentan que el caso más «grave» de «inseguridad» se suscitó hace ya tiempo, cuando el colectivo que llega al sector dejó en el corazón del barrio a una persona en estado de ebriedad.
No obstante, a pesar de que las necesidades de sus habitantes no son las mismas que las de otros vecinos de la ciudad, las demandas existen y por decenas, ya que como en todos los sitios alejados de los centros, lo que pesa es la lejanía, que se traduce muchas veces en desatención.
Pero estar lejos no es igual a estar quieto. Una de las iniciativas de quienes viven allí, por ejemplo, es la obra de construcción de un salón anexo a la parroquia «Inmaculada concepción» que aún no está terminado, donde se espera lograr el funcionamiento de talleres barriales de inglés, arte y apoyo escolar, entre otros.
Además, el año pasado se efectuó un trabajo conjunto entre el Regimiento de Infantería 8 y el municipio para la reparación parcial de la ruta de acceso.
El Km 11, sede del Regimiento de Infantería 8 General O’Higgins, cuenta con cien manzanas que están habitadas por 122 familias subdivididas en el área de oficiales y en la de suboficiales.
La institución que gobierna las actividades por predominio es el RI 8; no hay unión vecinal sino una oficina militar de «servicios barriales» que es la encargada del pulcro aspecto del sector. En el centro se emplaza la parroquia que está a cargo del sacerdote Nelson Gutiérrez y en la cuadra siguiente está la escuela provincial N° 44 a la que asisten los chicos del lugar y de barrios linderos como Palazzo y Standard.
Según comentaron los vecinos, la mayor cantidad de familias se mudaron allí en 1945 para constituir al barrio, ya que el RI 8 funcionó antes de ese año en Km 3.

LO QUE HACE FALTA
Cuando los vecinos del Km 11 ordenan sus problemas según prioridad, aparece en primer lugar el mal estado de la ruta de ingreso, en la que el bacheo ya está deteriorado y abundan los pozos. A la vez, un costado de la misma arteria no tiene bordes definidos, hay un tramo de varios metros que es de pedregullo y no se cuenta con iluminación.
Las responsabilidades sobre el estado de la ruta no están claramente determinadas. En el municipio se dice que la senda es provincial, aunque hubo cierto reconocimiento de responsabilidad el año pasado cuando se reparó a medias con el RI8.
En el regimiento, en tanto, se asegura que ellos sacan sus vehículos pesados por otra salida, por lo que la ruta no tiene un tránsito que vaya a romperla en caso de que fuese debidamente reparada.
Mientras tanto, los vecinos que tienen que llegar caminando a sus viviendas lo hacen a oscuras porque no hay iluminación, y por un camino en el que los vehículos trazan audaces maniobras para esquivar los huecos del asfalto.
El transporte también trae contratiempos. Es una sola línea de la empresa Patagonia la que llega al Km 11, con frecuencias que en los mejores momentos son de una hora y media, aunque en repetidas ocasiones se ha esperado entre dos horas y media y tres.  No hay garitas, y el recorrido se trazó por barrio Standard, por lo que no hay conexión con Palazzo. Es por eso que quienes tienen que hacer compras deben viajar una hora en colectivo hasta el centro, en vez de poder aprovisionarse en comercios de Palazzo.
A la vez, se aseguró que es difícil tener compromisos laborales en otros barrios o ir desde otros puntos de la ciudad para trabajar en Km 11, por la irregularidad de las frecuencias y la falta de un recorrido mejor planificado.
En lo que refiere a la recreación, surgió hace tiempo la idea de los talleres barriales ante la falta de incentivos y de actividades para niños y adolescentes.
Madres consultadas por este diario aseguraron que no hay nada para ofrecerles, e incluso que la plaza central no tiene verde y hace tiempo que perdió las hamacas que nadie repuso.
Hasta ahora, de acuerdo a lo que se explicó, lo que debe solucionarse es la organización con el municipio local para la implementación de un mínimo de tres talleres, que está un tanto demorada por cuestiones administrativas.
Los servicios se cuentan en la misma lista de problemas que se viven en el Km 11. Los cortes de agua son frecuentes ante la saturación del acueducto de la zona y la llegada de planes de vivienda a Km 8, a lo que se suma la necesidad de riego que tienen las quintas cercanas al barrio. En tanto, las cloacas también se saturan por el mismo motivo.
Estas contrariedades que se viven en común y se padecen en la vida cotidiana en Fortín Chacabuco han afianzado la idea de que estar en la periferia tiene costos que impiden mejorar la calidad de vida.
Como ejemplo, los vecinos comentaron que si sopla fuerte el viento y corta líneas telefónicas, de video u otros servicios, «nosotros somos el último barrio al que vienen a hacer las reparaciones».
El contrapeso ante la desatención descripta sigue siendo la tranquilidad y la confianza mutua, ya que el barrio es uno de los pocos en los que se pueden dejar las bicicletas en el patio y volver para encontrarlas en el mismo lugar.

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