La guerra silenciosa por las vacunas veterinarias

Es un negocio que mueve U$S140 millones al año y que tiene a la Argentina a la vanguardia en innovación y desarrollo. El mercado está al borde de un enfrentamiento entre dos pesos pesados de la industria.
El mercado de la biotecnología aplicada a vacunas veterinarias -del que la Argentina se encuentra a la vanguardia- está a punto de atravesar un fuerte cimbronazo con una guerra entre pesos pesados de la industria.
Biogénesis Bagó, uno de los principales jugadores que participa de un negocio que representa una facturación de u$s140 millones al año, apunta a denunciar por irregularidades al laboratorio Tecnovax que, además de haber picado en punta, ostenta el monopolio de los desarrollos logrados en el Centro de Virología Animal (Cevan), un ente público dependiente del Conicet y del Senasa. Mediante un polémico convenio, el centro de investigación dedicado a la sanidad animal le ha permitido a la firma un crecimiento exponencial, con la colocación de vacunas en 15 países y pasar a disputar el liderazgo del mercado local. Pero también desató una guerra sorda en la que se señala además que hasta una de las plantas que utiliza la empresa está en un edificio que pertenece al Conicet.
La batalla de fondo es por la mayor porción del mercado y está a punto de trasladarse a la justicia. Tecnovax SA, creada en 2003, pertenece a Nicolás y Matías Grosman, junto a Diego La Torre, hijo de José La Torre, quien fuera, antes de fallecer, el histórico director del Cevan. El organismo para el desarrollo de investigaciones sobre virus en animales fue creado en 1974 y luego incorporado al Instituto de Ciencia y Tecnología "Dr. César Milstein", como una de las unidades ejecutoras del Conicet. Pero los lazos entre el ente público que depende del Estado y la empresa privada alcanzan un convenio tecnológico (Tecnovax-Cevan) publicitado en la propia página web de la firma, que ninguna otra competidora alcanzó. La molestia entre los otros jugadores por la ventaja de Tecnovax se tradujo en varias reuniones donde se discutió de qué forma denunciar el accionar de la empresa frente a lo que, mencionaron, podría llegar a ser la comisión de un delito si se probara que los desarrollos para las vacunas animales fueron cedidos para que su comercialización sea usufructuada por un privado.
Con sede social en la localidad de Victoria, provincia de Buenos Aires, Tecnovax utiliza también una planta que está en un edificio que se le alquila al Conicet, en la calle Luis Viale 2835. Esa dependencia no es grande para montar un laboratorio, por lo que la fabricación de los productos podría estar haciéndose en el mismo Cevan, donde los propios proveedores entregan sus insumos directamente. El acuerdo con el Cevan es opaco: nadie conoce los términos del convenio y cuánto se paga por los desarrollos tecnológicos
El mercado de biológicos bovinos supera (sin aftosa) los u$s140 millones por año. La guerra con Biogénesis se traslada también a los precios, que se estima están en proceso de deflación, entre un 20 y un 30% por debajo de lo que fuentes del mercado calculan para un punto de equilibrio, donde gran parte de las dosis de vacunas abastecen el mercado interno y aproximadamente la mitad se exportan. En 2011, Tecnovax lanzó al mercado mundial una vacuna contra la hidatidosis, una enfermedad del ganado que se transmite al hombre para la que anunció inversiones millonarias y la fabricación de 100.000.000 de dosis al año. Ya en 2007 habían lanzado su propia línea de vacunas bajo la marca Providean.
La denuncia que planean competidores también apunta al financiamiento de la compañía que utiliza subsidios estatales. La Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) se dedica a apoyar, a través del Fondo Tecnológico Argentino (FONTAR), diversos proyectos como las aplicaciones biotecnológicas en vacunas animales. Toda esa estructura depende del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación Productiva que conduce Lino Barañao. Si el escándalo aflora con una denuncia entre competidores, acusarán a la empresa de desarrollar productos con el hándicap y el know how del Cevan, con una ventaja económica, y a la vez, recibir pagos gubernamentales por haber presentado esos avances al mercado, bajo el formato de subsidios. La ganancia es doble si la inversión para la experimentación está a cargo del ente público, como se denuncia.
La práctica no es desconocida para Biogénesis, de buena relación con José La Torre entonces a cargo del Cevan, quien le vendía los desarrollos al gigante farmacéutico y los que no adquiría, eran transferidos a Tecnovax. Ahora, la supremacía de este último –cuyas estimaciones de facturación rondan los $120 millones al año- está por hacer temblar un mercado tan desarrollado como de bajo perfil, cuya producción también se destina a las pequeñas veterinarias como el último eslabón de comercialización. La guerra principal es por las vacunas para bovinos, para las cuales existen de diversos tipos, respiratorias, para enfermedades clostridiales del ganado, carbunclo, reproductivas, y de pequeños animales, donde compiten con multinacionales con precios muchos más bajos.

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