Piglia: géneros literarios como formas críticas del capitalismo

Ricardo Piglia escribe como quien investiga en la superficie del relato una serie de subtramas que ponen la crítica al régimen capitalista como la clave de los géneros llamados populares, sea el policial, la ciencia ficción o una combinación entre ambos que los contiene y amplía.

Buenos Aires (Télam)
“Somos contemporáneos, tanto del nacimiento del policial como de la ciencia ficción. Y podríamos decir que son géneros paradigmáticos del capitalismo industrial”, asegura el autor de “Respiración artificial”.
Su última novela, “Blanco nocturno”, publicada por Anagrama, explora esos mundos, y se contamina de la política contemporánea, de la inmigración, de ciertas hipótesis sobre el policial clásico y de algunos desvíos que enrarecen el relato, como suele suceder en los crímenes que resuelve la justicia y un resto inexplicable quedará, justamente, inexplicable.
Piglia nació en Adrogué, provincia de Buenos Aires, en noviembre de 1941. Emigró junto a su familia a Mar del Plata en 1955, donde descubrió la literatura de William Faulkner y su pasión por la historia. Se matriculó en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
A mediados de los 50 empezó a llevar un Diario del cual este año recién se han conocido algunos fragmentos. Publicó los libros “La invasión”, “Nombre falso”, “Respiración artificial”, “Crítica y ficción”, “Prisión perpetua”, “La ciudad ausente” y “La Argentina en pedazos”.
Además, “El laboratorio del escritor”, “Cuentos morales”, “Plata quemada”, “Formas breves”, “Diccionario de la novela de Macedonio Fernández”, “El último lector” y “Blanco nocturno”. Formó parte de la primera redacción de la revista Punto de Vista y dirigió varias colecciones de novelas policiales.

INVESTIGACION
Piglia --que también ha dado clases en la Universidad de Buenos Aires y en La Plata y actualmente lo hace en Princeton, Estados Unidos-- aclara que “siempre, en lo que escribo, está presente, de una manera o de otra, el relato como investigación”.
Para el escritor, “el policial no es el único género que trata al relato como investigación, pero es ese formato el que está más conectado con ciertas situaciones sociales”.
Puede pensarse como una paradoja, pero “esos dos géneros, llamados `populares`, el policial y la ciencia ficción, son los que mejor critican al capitalismo, y por lo tanto los que reformulan la relación literatura-política”, agrega.
El joven Piglia frecuentaba estos géneros (además de Borges, Guimaraes Rosa, Rulfo, Onetti) en los tempranos 60, cuando recibió la oferta de armar un catálogo de textos policiales para la editorial Tiempo Contemporáneo.
En esa época, “algunos de nosotros captamos que frente a la tradición de la literatura social (de la cual hay ejemplos excelentes, David Viñas es uno de ellos), no alcanzaban el núcleo duro de lo que estaba en juego”, cuenta.
Por un lado, “la hipótesis del futuro, vía la ciencia ficción; los sistemas de control, de vigilancia, esas cosas que estaban en las novelas de (Philip Kenfreck) Dick o de (James Graham) Ballard, de quienes hoy hablamos todos”.
Y lo mismo para el género policial, es decir, “problemas de dinero, corrupción, relaciones entre poder político, periodismo, policías, cosas que vivimos todos los días”.
“Y como siempre digo”, repite, “en una novela de (Raymond) Chandler nunca se sabe quién es el gobernador de California. El tipo no se preocupa por ese personaje. Eso pertenece más bien al campo del periodismo”.
Entre los escritores que Piglia hizo traducir y conocer figuraban Dashiell Hammett, David Goodis, Horace Mc Coy, James Cain, Chester Himes y Jim Thompson.
“Tiempo Contemporáneo era una subsidiaria de la editorial de Jorge Alvarez. Ahí trabajé todos esos años, hasta el 76, cuando llegó la dictadura”. Y entretanto leía a Franz Kafka, Vladimir Nabokov, Robert Musil, Witold Gombrowicz, Gottgried Benn.
“Percibíamos que por medio de estos géneros había una manera de intervenir en el debate sobre el realismo y la literatura social, porque además habíamos descubierto que en general esos escritores eran marxistas”, aclara Piglia.
Entonces, “existía una posibilidad de encarar una superación (dicho entre comillas: la literatura nunca supera nada); existía una posibilidad, una nueva perspectiva de avanzar sobre un camino clausurado por las novelas con dictadores y todo eso”.
E insiste: “y una posibilidad de pensar qué relación tiene un escritor con la realidad de su tiempo”.
En consecuencia, “por ese lado viene mi interés por los géneros populares, que no son, de ninguna manera, géneros menores, y ni siquiera (salvo excepciones) una respuesta al mercado”, dice el escritor.
Sobre “Blanco nocturno”, Piglia asegura se trabajó sobre “algo que siempre me preocupó: que las novelas `policiales` parecen más interesantes en el momento que terminan”.
“Eso hice entonces. Porque leyendo rápidamente se sabe qué pasó; no se sabe la motivación, se puede inferir, pero la trama continúa después de haberse producido el hecho, y de haberse visto cuáles eran las razones, con la opacidad que suele arrastrar la solución jurídica de un crimen”.
Esto es, “quedan dudas, hipótesis sueltas, sospechas de que algo quedó, que hay más, que algo pudo pasar; y lo que sucede, qué efectos produce, cómo seguiría el asunto después de la primera solución, del enigma de quién mató”, sostiene.
“Eso me permitió que la novela tomara otras redes... las consecuencias del crimen más que las causas; dejar planteadas las condiciones para descifrarlo, sin intervenir con un cierre que clausurara la discusión”.
Finalmente, retorna sobre los géneros: “el policial nace con Poe; la ciencia ficción con Poe, Verne, Lovecraft, son formas ligadas al capitalismo, y a una crítica del capitalismo. Para citar a otro investigador, formas del malestar en la cultura. Y eso hasta hoy”, concluye Piglia.

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