Para los fanáticos de la música hay pocas cosas comparables con el lanzamiento de un nuevo disco de un artista admirado. El material se impone con la fuerza de lo posible. Genera expectativas. Si las bandas siguen vigentes, esto ocurre con relativa frecuencia. Pero cuando los artistas mueren o los grupos se separan, se debe lidiar con la certeza de que la discografía disponible casi seguro que no crecerá. Al menos esa era la norma hasta ahora.
Si bien puede pasar que algunos artistas publican material una vez muertos —tal es el caso, por ejemplo, de Los amigo’ de Luis Alberto Spinetta— hasta ahora se trataba de material ya grabado y luego editado para su publicación post mortem. En la actualidad, lejos de esta dinámica, la lógica parece ser la impuesta por la inteligencia artificial.
EL ULTIMO CASO
En los últimos días se dio a conocer un caso en Estados Unidos que abrió una serie de preguntas sobre la política de esta red de música on demand respecto a la música generada artificialmente: la plataforma Spotify publicó una canción de un artista asesinado hace 36 años. La difusión no contó con el consentimiento de la familia ni aclaró su origen falaz.
Así se puede ver en el perfil del cantante y compositor de música country Blaze Foley que, según pudo captar la revista especializada en tecnología 404 Media, lanzó la semana pasada una nueva canción titulada Together.
La canción, una balada country, tiene voz, piano y guitarra eléctrica y está acompañada por una foto de portada donde se ve a un cantante “nada parecido a Foley” parado frente a un micrófono: una imagen también generada con la famosa “IA”.
Según explicaron desde el sello discográfico que manejan el material de este artista nacido en Arkansas efectivamente la canción no es de Blaze y más, que cualquier fan verdadero se daría cuenta enseguida de esto.
Además, aseguraron que esto no hace más que “dañar” la imagen del artista y su obra. Y que es “sorprendente” cómo es que una plataforma como Spotify no tiene un sistema de seguridad que detecte este tipo de acciones.
Según la investigación del medio estadounidense, la canción tiene el copyright firmado por una empresa llamada Syntax Error —que no tiene datos en internet— pero que sí tiene otras canciones generadas con IA y subidas a la plataforma durante la última semana, también de autores ya fallecidos.
NO ES SECRETO
Pero el hecho de que Spotify tiene cada vez más música generada con inteligencia artificial no es un secreto. La discusión se tornó pública cuando la banda The Velvet Sundown salió a aclarar que, bueno, no era “del todo humana”, pero tampoco “del todo máquina”.
La banda alcanzó más de un millón de reproducciones en la plataforma —reproducciones rentables y por las que los artistas perciben un ingreso— y todo a base de inversión: sus nombres, su historia, las fotos, la música y el arte de las tapas, todo generado por IA.
Antes que The Velvet Sundown copara la escena, en 2016, el sitio especializado Music Business Worldwide (MBW) denunció que Spotify le estaba pagando a productores para que crearan pistas instrumentales con el único fin de ser incluidas en sus playlist temáticas.
Por eso no importaba quién subía las canciones y se hacían bajo seudónimos imposibles de fuera de la plataforma. Jamás vendrá el gran Giuseppe Galvetti a tocar el piano a los teatros porteños porque, sencillamente, no existe más allá del nickname y disponible a un clic de distancia.
Según explicaron, detrás de esta operación había un fin económico: si las canciones eran generadas por usuarios que trabajaban para Spotify, las regalías se volvían un tema menor y se alejaba de las playlist a los artistas reales, de carne y hueso, que tienen la música como modo de vida.