Hugo Barrientos, el jugador de barrio Ceferino que no se olvidó sus raíces

“Hicimos un pacto con mis hermanos que si nos iba bien en la vida íbamos a colaborar con el club”, es la frase que sintetiza una pasión que no solo la lleva plasmada en el cuerpo el actual técnico de Jorge Newbery.

Directo, sencillo y sin resignar su pasado, el ahora entrenador Hugo Barrientos se prepara para debutar como técnico del club que lleva tatuado en la piel: Jorge Newbery.

Creció en el barrio Ceferino junto a su hermano Leonardo y Pablo “Pitu” Barrientos, que actualmente viste los colores de San Lorenzo de Almagro tras un paso por Rusia e Italia.

En un mano a mano con Diario Patagónico, Hugo (38 años) habló de lo que representan para él y sus hermanos el club donde la pasión fue plasmada en hechos concretos.

“Yo creo que lo que estoy marcando lo veo como nuevos desafíos. Ya sea porque me encuentro terminando la carrera de futbolista, y estoy haciendo el duelo –después de jugar tantos años no es fácil- pero estoy muy maduro y contento de estar acá. Lo disfruto, y eso hoy lo hablaba con el cuerpo técnico, de que día a día me voy soltando más y nos vamos conociendo más”, apunto.

En el plus, Hugo sostiene que haber jugado el último semestre como compañero de quienes este año va a dirigir es un punto a favor, en una institución con la cual siempre se sintió identificado.

“Mantenemos una base en el equipo mayor. Y yo me encuentro volviendo a las raíces que nunca olvidé. Salí de este club, jugué y dije que algún día iba a volver, lo hice y cumplí con muchos amigos que son del club. Nosotros somos hinchas de familia, no de momento. También me llena de orgullo de jugar con mi hijo Gastón, creo que eso es impagable. Son cosas que no se planifican, lo pude cumplir y son momentos inolvidables y estoy feliz de estar acá y agradecido eternamente”.

UN APELLIDO SIEMPRE PRESENTE

“Los Barrientos”, siempre fueron un apellido que sonó en los últimos años en la institución “aeronauta”, porque era un hecho que a pesar de estar lejos de la capital petrolera los hermanos aportaban de sus bolsillos para la vida institucional del club, porque cuando el compromiso también va en el bolsillo se hace más digna la pasión.

“Nosotros tenemos una anécdota con mis hermanos, porque de muy chicos veníamos al club, y era todo muy amateur. Donde por momentos el club estuvo muy devastado, hasta había una pista de motocross. Vivimos todas las épocas, porque veníamos desde pequeños. Entonces hicimos un pacto con mis hermanos que si nos iba bien en la vida íbamos a colaborar con el club, lo pudimos cumplir, era nuestro sueño de ser jugadores profesionales, que a cada uno le vaya bien”, recordó el mayor de los Barrientos. Asegura convencido que “le pusimos el pecho, tiempo y plata al club, en especial los dos primeros años del Argentino B, donde dejamos muy buena imagen. Y hoy me llena de orgullo poder hablar de ello con mis hermanos en una cena familiar y con amigos. Porque entramos en la historia, como entraron los jugadores, nosotros entramos por otra parte. Y eso me lo llevo a la tumba. La gente que es hincha y conoce al club sabe todo el esfuerzo que hemos hecho: incluso las discusiones con nuestros padres porque te demandaba tiempo y dinero. Sin pedir nada a cambio”.

Asegura que el aporte de ellos (económico y también en todo sentido) fue de corazón. “Nunca lucramos, siempre dejamos y pusimos de corazón y hoy creo que me reconforta que pueda arrancar mi carrera y que pueda hacer carrera en esta institución, dado que soy técnico recibido desde hace un par de años. Y es mi deseo el hacer las cosas bien, quiero seguir creciendo e ir por el fútbol profesional”, recalcó.

CUANDO NACIO LA PASION

De la época de vacas flacas, Hugo recuerda cuando venía con sus hermanos caminando desde Laprida del Oeste a su barrio, porque no había plata para pagar los pasajes. Y esa anécdota como tantas otras las tiene presente, para no perder el rumbo, mucho menos sus orígenes. “Nos hicimos de Newbery por el barrio propiamente dicho y en especial por mi papá. El jugó en la institución en la décda del 80 en el medio campo. Y aunque yo no lo vi jugar no puedo decir si era mejor que nosotros; pero dicen que jugaba muy bien. Luego por razones laborales no pudo continuar. Pero más que nada por familia y por mi barrio somos de este club. Porque el Ceferino es de Newbery entonces es todo un conjunto de cosas. Hoy en día me llena de orgullo que el club crezca: los hechos están a la vista, en lo social, en obras. Tenemos una dirigencia seria, que mantiene una línea de dirigentes, de técnicos. No quiero dejar de nombrar a Carlos Amado, Jorge Izquierdo, Gustavo Echaniz, donde se viene trabajando seriamente. Con una actualidad donde se apunta a ser lo más profesional posible”, recalcó.

SIN PRIVILEGIOS Y

EN LA POPULAR

En los momentos que Hugo o Pablo Barrientos no tenían competencia, y podían retornar a la capital petrolera, era una fija verlos ubicados en la popular como un hincha más de Jorge Newbery, con el perfil bajo y sin privilegio alguno que demuestren su actualidad en el profesionalismo.

“Nosotros tuvimos la posibilidad de conocer mucha gente. Gente importante y jugar en clubes y canchas importantes. No por eso cambiamos, y no vamos a cambiar. Te puedo hablar de mi hermano más chico hasta mi hermano más grande. Y después de haber logrado cosas importantes no veo porque tengo que ser diferente. Si vos te pones a analizar, hemos jugado mucho tiempo como profesionales, con grandes jugadores y en grandes campos de juego y no pasa nada. Tal vez la vida nos ha cambiado un poco al haber estado afuera de casa mucho tiempo, pero no perdimos infancia alguna y el fútbol dio sus frutos. Lo mismo pasa con “Pitu” que viviendo muchos años en Italia o Rusia siempre estuvo presente a su manera en el club”.

De esfuerzos, los hermanos Barrientos lo vivieron por experiencia propia, pero Hugo sostiene que hay que seguir haciéndolo, y sumando gente al club: “Necesitamos gente. Vamos por el buen camino, estamos convencidos que esta es la forma de trabajar, hay que seguir acompañando el proyecto serio que tenemos. Y obviamente los resultados tienen que acompañar a la perfección”, sostiene.

GESTIONAR Y NO LUCRAR CON EL CLUB

Si bien hubo y hay aportes de dinero, el compromiso de los Barrientos con el club de su barrio permitió que varios jugadores acepten venir a jugar a la capital petrolera.

“Esas son las cosas lindas de las que yo hablo con mis compañeros, porque lo que el fútbol te deja es el compañerismo y los amigos. Gente no tanto porque hay varias que se olvidan. Pero hay gente que realmente es hincha de los clubes y te llaman para ver cómo estás, ya no como jugador sino como persona. Hemos dejado buena imagen en todos los clubes donde hemos estado. Y estoy hablando de mis hermanos y de mi persona, porque tenemos las puertas abiertas en todos lados y eso es muy bueno”.

Las gestiones no solo lograron fichar nuevos jugadores para el “Lobo” sino permitió que otros tengan continuidad en el fútbol profesional. “Sigo teniendo representante, y si hemos traído muchos jugadores es porque somos serios, tenemos palabra. Un caso puntual es Fernando Méndez, que tuvo un paso de seis meses en el club y salió campeón, vino a jugar conmigo. Es mi amigo personal y hoy en día está en Coquimbo – club de fútbol que milita en la Primera B de Chile- Dios le dio otra chance de jugar profesionalmente. Y eso significa que acá se trabaja bien, porque si Fernando hubiera venido a Newbery a hacer la ‘plancha’ creo que no te llaman de ningún lado. Lo mismo paso con Cristian Girard, ese chico lo conocí en Rafaela, vino al club e hizo muchos goles. Lo compró la gente de Madryn, y después se fue a Bolivia para terminar jugando Copa Libertadores, creo que todo es una cadena. Buscamos siempre de la misma manera, y ayudamos a quienes lo fueron con nosotros de forma incondicional obviamente para el resto”, concluyo.

Fuente: Angel Romero

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