La industria hidrocarburífera vive su día en medio de una de sus crisis más graves

Durante 2016 se realizaron varias mesas de diálogo y firmas de paz social que fueron incumplidas. Las empresas consideran que en los yacimientos sobran 1.600 operarios.

Al Día Nacional del Petróleo los trabajadores del sector lo viven con la misma angustia que el año pasado. Es que si bien desde 2014 los precios del crudo venían a la baja, el timonazo en la política energética de parte de Mauricio Macri y su equipo de Energía, con la cabeza en Juan José Aranguren, provocó más incertidumbres.
Extraoficialmente más de 1.000 trabajadores desvinculados fueron sumándose este 2016 entre jubilaciones exprés, retiros voluntarios y despidos por goteo. Además, hay otra tanda de 1.000 operarios conocidos como "petroleros stand by", trabajadores sin tareas asignadas que cobran el 70% en casa y esperan la reactivación de algún equipo.
"Son los 1.600 despidos que producirían las operadoras a partir del 30 de enero, dado que empresas como DLS, San Antonio, SP y Tecpetrol han dado cuenta de un listado importante de trabajadores que les sobran", criticó el sindicalista Jorge "Loma" Avila la semana pasada.
Las primeras gestiones anticrisis se dieron en enero de este año, cuando tres ministros de Macri recibieron al gobernador Mario Das Neves y a los sindicalistas en Casa Rosada varias veces. Eran Aranguren de Energía, Rogelio Frigerio de Interior y Jorge Triaca de Trabajo.

PAROS Y DIaLOGOS
Sin embargo, poco duraron los acuerdos. De un lado y del otro. El Gobierno nacional tardó en poner en vigencia ciertos incentivos a la industria, como el subsidio al barril de exportación, las empresas atrasaron los tiempos de subidas de equipos que había prometido y los sindicatos se vieron obligados a protestar.
De hecho, apenas quince días de haber firmado en Buenos Aires un acuerdo de paz social, los petroleros la emprendieron contra Pan American Energy y con la amenaza de extender el conflicto al resto de las operadoras. Triaca intervino y llamó a la conciliación obligatoria, pero los conflictos siguieron el resto del año.
Después de PAE, le tocó a YPF, Tecpetrol y Enap Sipetrol respectivamente. Los trabajadores de empresas como SP, San Antonio Internacional y DLS salieron a bloquear entradas a yacimientos en varias oportunidades por retrasos en los sueldos, o rumores de reducción de cuadrillas o traspasos de personal en forma irregular -cuando una empresa termina su contrato y los operarios pasan a la nueva-.

PAZ SOCIAL INCUMPLIDA
La paz social fue firmada y refirmada, en el ámbito de la Casa Rosada o en el Ministerio de Trabajo de la Nación. En rigor, nunca hubo acuerdo. Nación prometió un esquema gradual de eliminación del Barril Criollo, pero todo indica que el 31 de diciembre termina definitivamente. Luego, levantó los reembolsos por puertos patagónicos que significaban una ayuda para que las petroleras tuvieran un "precio rentable" para sostener la operatividad por barril.
En estricto, la paz social firmada en enero era por seis meses. Ninguna de las partes la respetó, cada una con sus excusas correspondientes, y tuvieron que ratificarla. Luego la prorrogaron varias veces y todo indica que habrá que reformular esa paz sin barril criollo ni subsidios, entre otros beneficios que perderá la industria.
Tantas prórrogas permitió que los sindicatos completaran sus procesos electorales. No hubo novedades: Jorge Ávila logró la reelección del Sindicato del Petróleo y Gas Privados de Chubut y Jorge Llugdar llega por tercera vez al Sindicato de Petroleros Jerárquicos de la Patagonia Austral. En el valle norpatagónico, Guillermo Pereyra consiguió, y pese a haber amenazado con retirarse, cuatro años para sumarle en sus 34 años ininterrumpidos de gestión en el sindicato petrolero con influencia en Neuquén, Río Negro y La Pampa.
Luego de los acuerdos de paz social no cumplidos y los avances del gobierno para acoplar los precios del petróleo a los valores internacionales, la última batalla está en las "mesas de productividad". Ahí, Ávila y Llugdar, con apoyo y atenta mirada del santacruceño Claudio Vidal, resisten al plan de flexibilización aunque están dispuestos a hablar del cronograma de ocho horas siempre que no haya reducción salarial o que resulte significativa.

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