Murió el actor español Juan Diego a los 79 años

El intérprete, uno de los grandes nombres del cine con películas como 'Los santos inocentes' o 'París-Tombuctú', ha fallecido tras una larga enfermedad. Fue también el comisario Don Lorenzo de la mítica serie Los hombres de Paco.

Para algunos actores, las películas son como un espejo; la repetición, por necesidad o convicción, de representar lo que son en la vida. Para Juan Diego (Bormujos, 1942), veterano en la interpretación y también efusivo en sus principios, era todo lo contrario. Ser muy de izquierdas no impidió que interpretara a Francisco Franco en ‘Dragon Rapide’ (1986), de Jaime Camino, ni tampoco al general golpista Alfonso Armada en ‘23-F: la película’ (2011), que le valió una de sus nueve nominaciones a los premios Goya. Tampoco evitó que interpretara de manera recurrente a varios religiosos a lo largo de su carrera, desde el desganado sacerdote que admiraba a Pablo Picasso en ‘You’re the One (Una historia de entonces)’ (2000), de José Luis Garci, al cura que ayudaba a yonquis adolescentes en la serie ‘Turno de oficio’.

Incluso dio vida a San Juan de la Cruz, a las órdenes de Carlos Saura en ‘La noche oscura’ (1989).

El actor sevillano, que falleció a los 79 años tras ingresar en la Clínica de la Zarzuela de Madrid después de una larga enfermedad, era, a decir sus amigos, un pedazo de pan, pero eso no fue estorbo, sobre todo en los últimos años, para hacer el papel de perro cascarrabias. Si Antonio Resines actúa con las manos, como un director de orquesta, y Robert De Niro con las mejillas, para seguir pareciendo un gánster, Juan Diego, al que se le rompió la voz como Don Vito Corleone, lo hacía como quería, por sus “santos cojones”.

VIVIR OTRAS VIDAS

Su vocación le servía para ser otros, mejor cuanto más diferentes, como el señorito Iván de ‘Los santos inocentes’ (1984), uno de sus papeles más emblemáticos y con el que Mario Camus disparó su carrera cinematográfica. No pudo resumir mejor su método José Sacristán, también de su quinta, zurdo como él fuera de la pantalla y compañero dentro en ‘El viaje a ninguna parte’ (1986) que imaginó Fernando Fernán Gómez.

“Para mí, lo primero sigue siendo que se crean que soy alguien que no soy y que les pase algo importante”, dijo al recibir el premio Nacional de Cinematografía a principios de año. Tanto monta, monta tanto. Juan Diego, por talento y empeño, también conseguía esa magia cuando se disfrazaba para vivir otras vidas.

Ese espíritu de rebeldía lo cuidó desde niño, cuando escapaba de los policías municipales después de estrellar el balón de fútbol en la fachada del Ayuntamiento de su Bormujos natal, pero también cuando se cambió de bando y se convirtió en comisario en la serie “Los hombres de Paco”. Su inolvidable don Lorenzo fusionaba a la perfección esos dos Juan Diego, el entrañable y el del carácter, que solo escondía con su “Sarita”.

“Era tan maestro que odiaba que le llamaran maestro. Era tan buen actor que se preocupaba más de ti que de él en una escena. Era tan grande que se negaba a perder su niño interior”, le despidió el actor Hugo Silva, su compañero en la ficción de Antena 3 durante nueve temporadas y también en su regreso, con un cameo, el año pasado pasado en una de sus últimas apariciones en pantalla. “Siempre seremos los hombres de Juan Diego”, compartió el actor Carlos Santos (Povedilla) en Twitter, recordando al personaje con el que popularizó la frase “anormal de carrito”.

No fue su único papel emblemático en televisión, donde intervino en numerosas series que le otorgaron incluso más popularidad, como ‘Segunda enseñanza’ (1986), de Ana Diosdado, ‘Los ladrones van a la oficina’ (1993), y ‘Padre Coraje’ (2002), dirigida por Benito Zambrano.

Cierto es que traicionó ese método unas cuantas veces, dejando traslucir algo de sí mismo o, al menos, de su ideología. Ahí está el anarquista que interpretó en ‘París-Tombuctú’ (1999), que se paseaba desnudo por el pueblo de la película con la que se retiró Luis García Berlanga. “Es el único actor que tuvo las pelotas de salir en pelotas”, agradeció el director al recibir, de manos de Asunción Balaguer y Liberto Rabal en lugar de un ausente Juan Diego, el Goya al mejor actor de reparto por su papel en el filme de su despedida.

No fue el único premio de su carrera, con casi tantos títulos como galardones. Avalado por la Medalla de Oro de la Academia del Cine, el premio Unión de Actores en diversas ocasiones o dos Medallas del Círculo de Escritores, entre otros, recibió otros dos ‘cabezones’, por hacer de intrigante capuchino de ‘El rey pasmado’ (1991), de Imanol Uribe, y por su papel en la película ‘Vete de mí’ (2006), dirigida por el cineasta Víctor García León.

“Siempre duele la muerte de un compañero, de un amigo... pero Juan, tu telón cae y nos pilla con el pie cambiado. Realmente no se te olvidará nunca”, dijo Antonio Banderas tras conocer la noticia de su muerte. El actor malagueño lo conocía de sobra y sumó otra distinción a su carrera, la de don Alfredo en ‘El camino de los ingleses’, en la que le dirigió en 2006.

Como Banderas, y tantos actores de vocación, Juan Diego fue también un hombre de teatro, con más de dos decenas de montajes. Crepitaron por primera vez las tablas de un escenario con su presencia cuando debutó a los quince, genio precoz, aunque fue tres años después cuando interpretó, en Sevilla, su primera gran obra, ‘Esperando a Godot’, de Samuel Beckett, con la que se ganó el favor de la crítica. Continuó recibiendo aplausos a lo largo de su trayectoria con otras obras como ‘La gata sobre el tejado de zinc’, ‘El beso de la mujer araña', ‘Don Juan Tenorio’ o ‘Hipólito’.

Especialmente emotivo fue el homenaje que le brindó Víctor Clavijo, también multidisciplinar intérprete y, como Juan Diego, con una voz que es patrimonio de la cultura española. Escribió en redes sociales que verle representar en 1993 los textos de Bukowsky en ‘No hay camino al paraíso, nena’ cambió su vida. Dejó los estudios y retomó su carrera como actor, idea que ya creía perdida.

Juan Diego fue el primer actor fetiche de Eloy de la Iglesia, que lo puso a ‘bailar’ en las películas ‘Fantasía... 3’ (1969), ‘Algo amargo en la boca’ (1969) y ‘La criatura’ (1977). También tuvo recorrido fuera de España, a las órdenes de maestros como el cineasta italiano Ettore Scola en ‘El demonio de los celos’ (1970), protagonizada por Marcello Mastroianni y Monica Vitti, que murió hace dos meses.

Sin miramientos alternó las tablas con el cine y también con los platós de televisión, donde participó en más de 200 programas, entre telenovelas, producciones dramáticas y el por entonces popular Estudio 1.

Su constante fue, casi más que su vocación interpretativa, su activismo político. En la gala del ‘No a la guerra’ de la Unión de Actores, que reconocía su trabajo en la serie ‘Padre Coraje’ en 2002, Juan Diego leyó manifiestos contra George W. Bush en la Puerta del Sol, acompañado de María Barranco y Juan Diego Botto. Incluso atendió sobre el escenario a un manifestante herido. Al unísono se unió el mundo de la política para despedir al actor, desde el presidente del PP andaluz, Juanma Moreno, a Pedro Sánchez. “El mundo de la cultura pierde a un gran referente en el ámbito del cine y el teatro. Un actor inmenso, que nos ha regalado interpretaciones brillantes en obras que son parte de nuestra historia cinematográfica”, escribió el presidente del Gobierno.

Fuente:

Notas Relacionadas

Dejá tu comentario

Las Más Leídas del Patagónico