A partir de la separación comenzaron hostigamientos por parte de Servera

En la primera jornada de juicio oral y público por el femicidio de Soledad Arrieta declararon once testigos, entre ellos, sus padres y hermanos, quienes refirieron a lo conflictiva que se tornó la relación a partir de la separación de su marido que se produjo cinco meses antes del crimen.

El juicio oral y público por el femicidio de Soledad Arrieta comenzó ayer en la Oficina Judicial de Comodoro Rivadavia, tal como lo anunció El Patagónico en su edición anterior. El tribunal fue presidido por el juez penal, Martín Cosmaro y se completó con los magistrados Mariel Suárez y Jorge Novarino. El Ministerio Público Fiscal estuvo representado por la fiscal general, María Laura Blanco, mientras que el acusado Gustavo Servera fue asistido por el abogado particular, Francisco Romero.

En ese contexto la Fiscalía ofreció la declaración de once testigos y entre los primeros estuvieron sus familiares más directos, como la madre, hermanas y el padre, quienes se refirieron a la relación de la pareja, al rito Umbanda que había comenzado a practicar la víctima, a los hostigamientos que se iniciaron a partir de septiembre de 2017 con la separación y los episodios de violencia que Soledad le confió a sus hermanas, como una ocasión en que el acusado la tomó del cuello y le golpeó la cabeza contra la pared, describieron.

De los testimonios que se escucharon ayer se desprendió que Servera no estaba de acuerdo con que Soledad profesara esa religión y llegó a pedirle al padre de ella que convenciera al pai para que le impidiera la entrada al templo, pero su padre le dijo que él no podía hacer eso porque ella era grande y sabía lo que hacía.

La madre de la joven, al ser consultada por el defensor, contó que fue Servera quien le dijo que Soledad estaba teniendo una relación con el pai y que había tenido una pelea con la expareja de aquél, en la que resultó con lesiones en sus dedos. También el abogado del acusado la llevó a profundizar sobre otro episodio en el que dos mujeres cercanas a la expareja del pai fueron a amenazarla cuando vieron el auto en la escuela del hijo de la víctima, aunque no estaba ella adentro sino Servera. Este las habría convencido de ir hasta la casa para que charlaran con Soledad y arreglaran el tema. De todas maneras, Soledad no salió y su madre le restó relevancia a esos episodios que introdujo la defensa.

CONSTANTE HOSTIGAMIENTO

Las hermanas de la víctima contaron sobre los hostigamientos que comenzó a sufrir Soledad a partir de la última separación con Servera y describieron que él le cortó las tarjetas de crédito y que ella vivía en el quincho, que estaba atrás de la casa. Allí ocurrían cosas que Soledad pensaba que eran provocadas por Servera, como la desaparición de su ropa interior, la rotura de otras prendes de vestir, el derrame de sus artículos de aseo y las apariciones de su teléfono celular en el agua.

“Cuando él se daba cuenta que Soledad iría a la playa le escondía la reposera y le hacía cosas por el estilo, o no le quería facilitar el auto, que también era de ella como todo lo que estaba en la casa”, afirmó una de las mujeres.

La manipulación de los hijos también fue destacada y en tal sentido contaron que los nenes estaban en la parte de delante de la casa con él y que no le podían abrir la puerta a su mamá. Los ponía en contra de ella, incluso la trataban mal y le faltaban el respeto, describieron.

El debate continuará hoy en la Oficina Judicial de Comodoro Rivadavia con la declaración de otra decena de testigos ofrecidos por la Fiscalía.

FUE PRENDIDA FUEGO

El femicidio de Soledad Arrieta ocurrió durante la madrugada del lunes 5 de febrero del año pasado, en el horario comprendido entre la 1:30 y las 2:02.

De acuerdo al relato de la Fiscalía, la víctima se encontraba en la vivienda ubicada en la parte posterior del terreno situado en Juan Manuel de Rosas al 3600, del barrio Abel Amaya.

En ese lapso, según la acusación fiscal, se hizo presente su esposo, Gustavo Alejandro Servera, quien residía en la parte delantera del predio, se produjo una agresión física y utilizando un lazo metálico que el agresor colocó alrededor del cuello de Arrieta, ejerció presión para reducirla. El ataque, le produjo a la joven excoriaciones lineales en diversas partes del cuerpo, entre ellas en el tórax del lado derecho, y en el cuello, región latero-posterior, dos equimosis en la parte delantera del cuello.

Después el lugar fue rociado con un líquido inflamable y se inició un incendio intencional que le provocó la muerte a Arrieta por quemadura de las vías aéreas y de distintas partes del cuerpo.

La fiscal sostuvo que el ataque se produjo como conclusión de una relación signada por violencia de género, en la que Arrieta se encontraba en una situación de subordinación y sometimiento hacia Servera, basada en una relación desigual de poder.

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