El impacto de la gripe aviar sobre los elefantes marinos del sur de Península Valdés podría marcar un retroceso de más de medio siglo en la conservación de esta especie. Así lo advierte un estudio científico publicado recientemente en la revista Marine Mammal Science, en el que se proyectan diferentes escenarios poblacionales tras la epidemia del virus H5N1 registrada en 2023.
El trabajo, realizado por especialistas del CONICET-CENPAT, la Wildlife Conservation Society (WCS) y universidades nacionales e internacionales, estima que podrían pasar hasta 100 años antes de que la población recupere los niveles de 2022, cuando se contaban unas 18.000 hembras reproductivas en la región.
“La epidemia mató a casi todas las crías nacidas en 2023 y también a un número indeterminado de adultos reproductores. Eso cambió drásticamente el escenario”, explicó Mariano Ferrari, investigador del Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos (CESIMAR-CONICET), uno de los autores del estudio junto a Elena Eder y Mirtha Lewis.
Según el modelo más optimista, si solo hubieran muerto crías, la población podría restituirse entre 2029 y 2051. Pero si el virus afectó significativamente a adultos, especialmente hembras reproductivas, la recuperación podría demorarse hasta 2091. Los pronósticos son todavía más sombríos en caso de que se repitan brotes similares o se alteren los sistemas sociales por la muerte de machos adultos. En ese caso, la recuperación no llegaría hasta bien entrado el siglo XXII.
Los datos de la temporada reproductiva de 2024 ya muestran un fuerte deterioro: en las zonas de mayor densidad, el número de hembras reproductivas cayó un 67% respecto de 2022, pasando de 6.938 a 2.256 ejemplares.
“El brote revirtió en pocas semanas el estado de conservación de una población que venía creciendo de forma sostenida desde hacía décadas. Pasó de considerarse saludable a vulnerable, con un futuro incierto”, advirtió Ferrari.
Los científicos alertan que este tipo de enfermedades infecciosas puede tener efectos más devastadores si se combinan con factores como el cambio climático, la acidificación de los océanos y otras amenazas de origen humano. En ese contexto, solo las poblaciones grandes, bien distribuidas y protegidas frente a amenazas externas tendrán chances de sobrevivir.
El equipo enfatiza la necesidad de sostener monitoreos periódicos que sirvan de sistema de alerta ante nuevas olas de mortalidad. Las proyecciones se basan en décadas de información demográfica y sanitaria reunida por investigadores del CONICET, WCS Argentina y la Universidad de California Davis.