Cementerio de Darwin, único lugar con sentimiento argentino en las Islas

A una hora y media de viaje desde Puerto Argentino se encuentra el cementerio de Darwin donde descansan los cuerpos de los caídos en combate. En total son 230 cruces blancas de madera. En muchas de ellas cuelgan un rosario y otros objetos ofrendados por amigos o familiares de quienes dejaron su vida en la isla. Ciento veintitrés de ellas cargan con la frase “Soldado argentino sólo conocido por Dios”. Para los argentinos este lugar es el símbolo de pertenencia en el archipiélago, para los isleños es la nada misma.
Por Fredi Carrera,
desde Puerto Argentino
 
Todo argentino que llega a Islas Malvinas tiene el deseo de conocer el cementerio de Darwin, ese lugar remoto alejado de Puerto Argentino en las proximidades de la población que lleva el mismo nombre y donde sólo unas pocas casas alimentan la vida en esa parte del territorio rural malvinense.
Este cementerio es diferente a cualquier otro de Argentina, en virtud de que guarda consigo una pesada historia. Aún para quienes no vivieron estos tiempos, el lugar es un punto único en el mundo, donde fluyen los sentimientos más extraños bajo el paisaje solo cubierto por cruces blancas y un mármol donde están identificados los soldados caídos en combate.
Son 230 cruces de 237 hombres, de los cuales 123 sólo son conocidos por Dios. Darwin se encuentra a una hora y media de distancia de Puerto Argentino. A 2 kilómetros del lugar un pequeño cartel que dice  “Argentine cementery” con una flecha a la izquierda, indica que el camino para ingresar al camposanto esta próximo al pasar.
Al llegar, la primera imagen que se ve es una cruz blanca, alta, de más de un metro de altura que encabeza las filas de cruces. Los sentimientos florecen, la piel se estremece entre los recuerdos y la carga de la historia, entre las vivencias de los veteranos que vivieron para contarlo y el pesar de las madres que tienen un hijo solo conocido por Dios. Una lágrima cae, es imposible contener la emoción. Es algo que le ocurre a la mayoría de los visitantes.
Para ingresar, luego de caminar por el campo desolado solo cubierto por el cementerio que se encuentra envuelto en un corral de madera blanca, hay que abrir un portón con cerradura inglesa. Al cruzar la puerta, los nombres aparecen ante los ojos, plantados sobre el mármol negro, haciendo contraste con la cruz blanca que refleja la imposición del catolicismo en el Ejército argentino y las piedras traídas de Londres que demarcan la 5 filas de cuerpos, divididas en dos por un camino principal que marca el paso ante el ingreso.
Al llegar al frente se ve la cruz mayor, sentada sobre un pequeño altar de mármol donde además de flores se ven dos estatuas de la virgen. Este sector está cubierto por una vereda de ladrillos. A los costados yacen los nombres de los caídos escritos sobre mármol. Carlos Humberto Vanega y José Alberto Tulis son algunos de los soldados nombrados en el pilar derecha.

SENTIMIENTOS ENCONTRADOS
Todo esto fue construido por gestión de la Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e islas Atlántico Sur, quien le otorgo la responsabilidad de llevar los trabajos a los arquitectos Mónica Adela Cordero de Berraz y Carlos Antonio D’ Aprile.
Luego de estar abandonado durante más de dos décadas, el cementerio ahora posee un cuidador: el argentino Sebastián Socodo, quien vive en las islas y desde hace 5 años se encarga del mantenimiento del lugar, cobrando un sueldo de 4.000 libras pounds al año (28 mil pesos) que paga esta misma comisión. 
Para los argentinos este es el símbolo de pertenencia en las islas Malvinas. Sin embargo, para los isleños es la nada misma.
“Es una lástima que los cuerpos de los soldados muertos estén acá porque nosotros no le damos importancia. Para nosotros no significa nada, y sería mucho mejor que los restos estuvieran en Argentina. Es muy triste”,  sostuvo Darren Christie, de relaciones públicas del gobierno del archipiélago, ante la consulta de Diario Patagónico.
Tony, uno de los guías turísticos que recorre Darwin, San Carlos y Monte London desde hace más de 20 años, tiene la misma sensación. “Para mí no significa nada. Todos los cuerpos de los soldados argentinos fueron trasladados al cementerio de Darwin después de la guerra por una comisión inglesa que se encargó del trabajo, pero yo hubiera preferido que hubiesen estado en Argentina y no acá”.
“A veces genera inconveniente porque el gobierno argentino usa esto para razones políticas; fue un error de las autoridades británicas. Ellos tendrían que haber insistido para que se los lleven de aquí”, señala con respeto.
A pesar de esta postura, los cuerpos continúan descansado en el cementerio de Darwin mientras en Argentina varias madres han impulsado un proyecto para que se reconozca a los soldados muertos no identificados. Sin embargo, esto cuenta con la oposición de muchos padres que no quieren volver a abrir las heridas del pasado.

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