Más de la mitad de quienes lo protagonizaron lo hicieron luciendo una gran variedad de disfraces alusivos al festejo pagano de Halloween que deviene de una ancestral ceremonia y tiene su origen en la cultura celta, pero se fue popularizando en el mundo como noche de brujas, por lo cual la mayoría de los ocurrentes atuendos que se mostraron aludían risueñamente a personajes de terror.
Este fenómeno sigue generando controversias ya que por un lado sigue siendo criticado por sectores religiosos y conservadores, mientras que las nuevas generaciones lo toman como un divertimento.
En el caso de jóvenes y adultos, éstos le restan importancia al origen de la celebración, en tanto que los más pequeños ni siguiera tienen conocimiento de ello.
Lo sucedido en Caleta Olivia y en diversas ciudades de la Argentina y de otros países merece indudablemente un análisis de profesionales que se ocupan de la sociología, pero es evidente que la sociedad está cambiando.
El Patagónico recogió algunos testimonios en medio de la marea multicolor y de multipersonajes, al menos para intentar comprender el auge de Halloween que incluso elevó de sobremanera las ventas en casa de cotillón, forzó a otros numerosos comercios a proveerse de golosinas para atender el tradicional requerimiento de “dulce o truco” y demandó la urgente presencia de inspectores de tránsito para preservar la seguridad de los miles de niños y sus familias que cruzaban las calles, a veces de manera repentina.
Algunos dijeron que esta era una fiesta extranjerizante y alejada de los principios religiosos, pero otros respondieron que también San Patricio es un festejo que tiene su origen en Irlanda y nadie se queja de que sea aprovechada por los adultos para beber cerveza, al igual que el Oktoberfest que surgió en Alemania con el mismo propósito, al margen de venerarse a Papa Noel que no es precisamente un personaje criollo.
“La tomamos una fiesta de diversión en la cual no solo los chicos sino también los jóvenes y los grandes nos recreamos en familia y no le damos ningún otro sentido que sea ese”, comentó uno de nuestros espontáneos entrevistados.
En tanto, una madre que caminaba con sus tres chicos disfrazados, relató que fueron ellos quienes la impulsaron a proveerlos de alguna máscara o atuendo porque todos sus amiguitos participarían del festejo.
Hasta una pareja de policías, al ver el llamativo panorama, ingresó a un kiosko para pagar de su propio bolsillo varios paquetes de caramelos, en tanto que una joven que tiene una academia de modelos, preparó un desfile de personajes en la plazoleta del Gorosito y tendió una alfombra roja para que pudieran lucirse con música ambientada para la ocasión.
El festejo popular había comenzado a tomar forma cerca de las 15:00 y los últimos disfrazados se fueron cuando cerca de las 21:00 cuando ya entraba la noche patagónica de primavera y la “normalidad” retornó a la zona céntrica.