A 7 años del crimen de Maximiliano Cayupel la causa continúa impune

A siete años del homicidio impune de Maximiliano Cayupel, su familia creó la casilla de correo: "[email protected]". Es para recibir información que derribe los silencios cómplices de algunos testigos. Buscan echar por tierra la impunidad de un caso en el que la Fiscalía y la Policía no han avanzado. La familia no pudo constituirse como querellante en los albores de la investigación por un tecnicismo, ya que les dijeron que no había imputados. "Cayu" fue asesinado el 19 de abril de 2010 cuando se encontraba procesado en libertad por una causa de tráfico de estupefacientes en la que finalmente se determinó que había sido engañado para ir a buscar una encomienda. Por unos pesos se arriesgó, cayó detenido y luego eso le costó la vida. Habría sido asesinado o enviado a asesinar por alguien que se veía comprometido en la organización delictiva.
La familia de Maximiliano Cayupel, el joven asesinado el 19 de abril de 2010, ha creado una casilla de correo para que quienes puedan ayudar lo hagan a través de esa vía alternativa, incluso en forma anónima. Se trata de la dirección de email [email protected].
Es que en siete años en el caso no hubo mayores avances ya que nadie aportó datos concretos del asesino. Los silencios han perdurado durante todo este tiempo y llevaron a la impunidad del crimen. En un momento de la investigación un testigo de identidad reservada dio dos nombres, pero no avanzó mucho más. Por lo que quizás aquellos que no se animaron a aportar datos ante la Policía o la Fiscalía lo puedan hacer ahora ante la familia.
Según había trascendido en su momento, una de las hipótesis de la Policía del Chubut es que el homicidio era un "ajuste de cuentas" en los que habían participado sicarios.
Fue a partir del testimonio de un joven que dijo haber estado presente en el momento del disparo que se efectuó desde una camioneta.
Con lo único que cuenta la Fiscalía es con entrevistas a los amigos que esa noche estuvieron con la víctima reunidos en la casa y lo que dijo a cuentagotas el supuesto testigo del crimen.
El testigo que declaró tanto en la comisaría de Kilómetro 8 como en la Brigada dijo que se dio vuelta y vio que venía circulando una camioneta blanca, Ford Ranger o Toyota Hilux de vidrios comunes.
La camioneta circulaba de norte a sur y alguien que iba en la parte trasera del vehículo dijo algo que el testigo no alcanzó a escuchar. Ese hombre sacó un arma y efectuó un disparo.
El testigo le dijo a la Policía que ese momento se asustó y que salió corriendo por una calle del barrio 194 viviendas, pero que al llegar a la mitad de cuadra volvió y lo vio a "Cayu" que tenía un tiro.
Después amplió su versión y describió que mientras hablaba con Cayupel pasó frente a ellos lentamente una camioneta y escuchó que en ese instante uno de los que iba en el vehículo le grito: "Cayuperro" y ahí escuchó el ruido del disparo.
Cada vez que los padres de Cayupel se acercaban a hablar con ese testigo, se iban decepcionados porque no les daba mayor información, pese a que los llamaba para hablar. Dicho testigo ya no está en la provincia y eso le llamó poderosamente la atención a la familia de la víctima.
A siete años del homicidio la causa permanece en "etapa de investigación preliminar" en la agencia del fiscal Adrián Cabral. El último paso en la causa, según informaron desde Fiscalía, es una audiencia fallida de constitución de querellante.
El abogado Miguel Donnet en representación de la familia intentó constituirse como querellante y la Justicia Ordinaria no se lo permitió en ese momento.
"Este es uno de los veintidós ajustes de cuentas que se produjeron en Comodoro Rivadavia. ¿Quién se hace responsable, la familia de víctima? Me voy decepcionado", sostuvo Donnet al término de la audiencia el 6 de setiembre de 2010.
"Quizás el Ministerio Público Fiscal, tratándose de un tema que está relacionado íntimamente a una causa federal, encuentre dificultades para poder entenderlo e investigar, pero no puede ser la misma Justicia que lo impida. Esto es otra cosa. Por autores ignorados no nos dan participación a los querellantes y por el transcurso de tiempo que dice el Código, va al archivo la causa. ¿Y después a quién le echamos la culpa?", reflexionó en aquella oportunidad Donnet, hoy integrante del Superior Tribunal de Justicia.
De esa manera, la familia hoy ya sin representación de ningún abogado ad honorem, con el paso de los años continúa indagando de manera particular.
Van preguntando y confirmando una hipótesis que les comienza a cerrar. Que creen tiene más asidero. Y sobre todo comienzan a confirmar entre los que se acercan, un sospechoso. De oído a oído, hay una versión que ya llegó a los familiares y el sospechoso siempre termina siendo el mismo.
Ya tienen el nombre de un sospechoso que hasta ahora no ha sido investigado, o al menos, al que no se le ha formalizado ninguna investigación.
Según se pudo conocer a través de fuentes que trabajaron en el caso, el joven ya había sido nombrado a la Policía de Investigaciones por ese testigo de identidad reservada en su momento.
Este joven según las versiones a las que accedió la familia, sería el autor material del crimen. Este diario se reserva la identidad del mismo para no entorpecer una posible futura investigación del Ministerio Público Fiscal, si así los impulsores de la acción penal lo considerasen necesario.
HABRIA OCURRIDO
EN OTRO LUGAR
A raíz de las versiones a las que la familia accedió, el homicidio no habría ocurrido en ese lugar donde se encontró el cadáver. La versión extraoficial que tienen los familiares da cuenta de un escenario distinto, cerca de la denominada playa de la "Compresora".
Esta versión cuenta que a Cayupel lo llevaron en un vehículo hasta el lugar. Que lo golpearon en el rostro y luego le dispararon un tiro en la cabeza para finalmente dejar el cuerpo en la esquina de Marambio y Alejandro Maíz.
Cinthia, su hermana cuenta que esa noche el testigo llegó a la casa a decirles que lo habían matado al "Maxi" y cuando fue al lugar no recuerda haber visto rastros de sangre o materia craneal que pudo haber ocasionado el disparo.
Todavía le llama la atención aquel hematoma que su hermano tenía en el rostro y que para ella y otros especialistas coincidía con un golpe a la altura del ojo.
La noche del crimen, Cayupel había estado reunido con un grupo de amigos, y se los entrevistó a todos. No surgían datos de que haya tenido problemas con nadie durante esa noche.
Cayupel estaba siendo procesado en libertad por la Justicia Federal. Cada 15 días iba a firmar a la Policía Federal según su familia luego de haber pagado una fianza para que recuperase la libertad.
LA CAUSA DE DROGAS
El 6 de julio de 2009 el personal de la Fundación Barrera Zoofitosanitaria Patagónica (FUNBAPA) llevó a cabo un control de rutina en el Aeropuerto Mosconi y detectó un paquete sospechoso, el cual terminó abriéndose con orden judicial. Allí se constató que envuelto con papel aluminio había 14,4 kilos de marihuana.
La encomienda provenía desde Itatí, Corrientes, y en el nombre del emisor figuraban datos falsos. El paquete estaba dirigido a otra identidad apócrifa y correspondía a un documento robado el 23 de marzo de 2006 en Resistencia, Chaco. El destino de la encomienda era las gamelas de Kilómetro 3, en Comodoro Rivadavia.
Unos días antes, en Resistencia, un individuo que la policía luego identificaría como Juan de Dios Mansilla se reunió con Walter Joel Juárez y según declaró este último en el juicio, el primero le ofreció 2.000 pesos para que le retirara una encomienda con libros que enviaría a Comodoro Rivadavia. En la charla mantenida entre ellos surgió que Juárez viajaría a esta ciudad con intenciones de radicarse. En esa ocasión, además, le entregó un documento porque la encomienda iría destinada a otra persona.
El propio Juárez confesó ante los jueces federales que desconfió del contenido de la encomienda y la generosa retribución que recibió, temor que lo llevó a utilizar a otra persona. Así fue que entró en el circuito de lo desconocido el joven Cayupel, a quien le ofrecieron 500 pesos para que retirara la encomienda. A él le dieron el DNI que antes había suministrado Mansilla.
La encomienda estaba en el aeropuerto desde el 25 de junio, mientras que el operativo para retirarla se realizó el 11 de julio. Allí la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) esperaba ansiosa al remitente, pero el anzuelo lo mordió Cayupel sin saber en qué problemas estaba metiéndose. Fue detenido de inmediato. Afuera de la terminal aérea la PSA interceptó a los dos individuos que lo esperaban y los identificó como Pablo Daniel Gil y Walter Joel Juárez.
La investigación permitió en poco tiempo identificar a Juan de Dios Mansilla, cuyo domicilio fue allanado en la localidad de Resistencia. El individuo fue detenido y procesado por el delito de transporte de estupefacientes en grado de tentativa, en concurso real con tenencia ilegítima de DNI auténtico ajeno.
En su indagatoria, Mansilla dijo conocer a Juárez porque le compraba cigarrillos comerciales para la reventa en su minimercado "José", que tiene hace 18 años al frente del predio en el que vive, en Resistencia. Y agregó que Juárez le comentó que tal vez tendría inconvenientes para seguir abasteciéndolo y para mandar otro proveedor anotó su dirección y nombre en un papel.
El procesado también negó haber despachado la encomienda o transportado o ingresado al país o al sur el estupefaciente encontrado y dijo que no conoce la región patagónica y no fue a Itatí desde que era un niño.
Por último, se reconoció consumidor de marihuana y rechazó conocimiento alguno sobre el DNI apócrifo secuestrado. También aseguró que no conoció a Cayupel.
En su alegato, el fiscal federal Teodoro Nürnberg acusó a Mansilla por considerarlo coautor responsable de transporte de estupefacientes y tenencia de documento nacional de identidad ajeno. Solicitó seis años de prisión, multa de seis mil pesos, mientras que el defensor Sergio Oribones reclamó la absolución.
El tribunal finalmente resolvió condenar a Mansilla por el delito de transporte de estupefacientes a la pena de cinco años de prisión efectiva y multa de 5.000 pesos, mientras que lo absolvió por el documento falso.
En medio de ese proceso judicial, Cayupel fue asesinado. El o los asesinos no lo dejaron llegar a juicio. "Se aprovechan de la necesidad, un joven muy joven, que le ofrecen dinero para buscar una encomienda, y ellos no miden a veces las consecuencias, algún vivillo los engaña, dicen me mandan ropa, me mandan esto, hay gente que trabaja nada más de ir a buscar encomienda. Lamentamos esta situación porque fue una persona sometida a proceso, tenía sus derechos, lo ejecutaron", sostuvo la juez Eva Parcio a Letra Roja sobre este caso.
Frente a la muerte en medio de procesos y amenazas a testigos, la juez federal de primera instancia comentó de manera general que en estos casos "podemos suponer que la organización se ocupa que esto ocurra, en la calle es parte del metié de este tipo de organizaciones"
"Dolorosamente también se sabe que son como se dice en la jerga ajustes de cuentas y de estas maneras van presionando y doblegando las voluntades de otros", sostuvo la juez.
Cayupel quedó atrapado en los intereses de una organización criminal que por lo visto tiene los medios necesarios para implantar la impunidad.

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