Un nuevo caso de abuso de autoridad se denunció este sábado en Comodoro Rivadavia, aunque el mismo se produjo poco antes de la medianoche del último jueves, cuando un habitual control policial terminó con una salvaje golpiza a un joven trabajador y estudiante universitario. Fue en Yrigoyen y Alsina y en el momento de la denuncia que la víctima hizo a El Patagónico, se desconocía la identidad de los uniformados, así como la seccional a la que pertenecen.
El joven aseguró que este lunes hará la denuncia en la sede del Ministerio Público Fiscal, presentando el certificado médico que confirma los golpes recibidos en todo el cuerpo. Afirmó que inclusive le pisaron la cabeza con los borceguíes para que no se levantara, mientras en ningún momento le dijeron por qué lo demoraban. Había dos efectivos con sus rostros cubiertos y una agente policial habría grabado toda la secuencia.
Todo ocurrió minutos antes de la medianoche del jueves, cuando Adrián Álvarez, de 31 años, regresaba a su casa luego de haber permanecido en la Costanera local realizando un mural.
“Me estaba yendo para mi casa ya, voy por ruta y subo por Alsina y veo que atrás de la concesionaria de motos hay un baldío. (El móvil policial) pasa al lado; no le di importancia y en una veo que frenan y vi venir que me iban a demorar un rato, a pedir los datos, como es la rutina”, contó Alvarez.
POLICIAS SIN CONTROL
A partir de ese momento, sin motivo alguno ni darle razón, Alvarez permaneció demorado. “Me tiraron al piso, me comienzan a pisar la nuca con los borcegos (tengo las marcas todavía). Les decía ‘no estoy haciendo nada’, y ahí me comenzaron a pisar la cabeza contra el piso. En una traté de sacar la cabeza debajo del borcego, cuando me empezaron a pegar patadas en las costillas”, amplió.
“Eran cuatro los que me estaban pegando. Era un solo patrullero; (el número) 290 o 109, y entre ellos había dos policías con pasamontañas; ellos eran los más agresivos, dos altos y uno más bajo que me pateaba. Me patotearon… fue así”, describió incrédulo.
“Les dije ‘si quieren, háganme el control de alcoholemia, el narco test’, porque yo me estaba yendo a mi casa y ahí me decían ´no te hagas el vivo pelotudo de mierda´; parece que les daba más bronca”, añadió la víctima, considerando que “uno tiene derechos como ciudadano: a pedirles que se identifiquen porque son empleados públicos”.
Acotó Alvarez: “para mí buscaban a alguien que se mandó alguna ‘cagada’. Les quería preguntar por qué me hicieron eso. Si hubiera hecho algo ilegal me tendrían que haber metido adentro; o si hubiera estado con alcohol me tendrán que haber hecho un acta”.
El sostiene que la única mujer del grupo habría grabado toda la secuencia. “Me rompieron la cabeza contra el piso. Era el único patrullero que andaba entre Las Torres y la ruta. Había una cámara que apunta casi a donde me pegaron. Hoy fui a buscar si había filmaciones y la dueña del lugar me dijo que a la mañana la Brigada de Investigaciones se había llevado las grabaciones; es curioso”, señaló.
Todo lo que vivió tiene desde entonces al joven sin poder conciliar el sueño. Menciona los golpes, pero también las agresiones verbales y el sufrimiento que le causaron quienes deberían velar por su seguridad.
“Iba a ir a Fiscalía al otro día, pero estaba postrado; no me podía ni parar; ni ir a la esquina a tomar el colectivo. No podía respirar por las costillas. Me rompieron hasta el celular cuando me tiraron al piso y estoy repartiendo currículum por todos lados. Si me llaman, no los puedo atender”, dijo.
“No entiendo por qué estaban encapuchados. Es una injusticia. Me patotearon. Te da una impotencia. Soy padre de familia, no ando robando, no ando haciendo nada. Quiero que se haga justicia”, exigió el también estudiante de abogacía entre lágrimas que no pudo contener frente a la injusticia de la que fue objeto.