El excombatiente que encontró en el deporte una forma de resiliencia

Edulio "Pirulo" Barría fue uno de los pocos hijos de Comodoro Rivadavia que estuvo internado en el Hospital Regional durante la Guerra de Malvinas. En ese momento tenía solo 18 años y sufrió pie de trinchera en las islas, lo que casi lo lleva a perder ambas piernas. Durante más de quince días estuvo internado en el centro asistencial, una de las instituciones civiles más reconocidas por su labor durante el conflicto. Su recuperación le permitió luego ser campeón mundial de fútbol de salón con la selección argentina en 1994. A continuación, reproducimos la entrevista que le brindó a El Patagónico para el 2 de abril de 2014. Es una forma de homenajear a este veterano de la guerra y deportista que el 5 de diciembre de 2020 falleció a los 57 años, como consecuencia de un paro cardíaco.

La historia de “Pirulo” bien podría adaptarse a un guion de cine o a un cuento de fútbol, de esos que dramatizan momentos inexplicables, combinándolos con la pasión por la pelota. Es que el hombre, que en su documento figura como Edulio Bernardino Barría tiene una historia que retrata las secuelas de la guerra y la magia del deporte.

Barría no solo es campeón mundial de futsal con la selección argentina adulta. También es veterano del conflicto del Atlántico Sur por las Islas Malvinas, y uno de los pocos comodorenses que fue a la guerra y estuvo internado en el Hospital Regional, institución que tuvo un papel fundamental durante el conflicto, albergando jóvenes de diferentes provincias argentinas que padecieron las consecuencias del frente de batalla.

“Pirulo” como lo llaman los amigos, o Barría, volvió de Malvinas el 25 de mayo de 1982, tras ser evacuado en un Hércules por sufrir pie de trinchera. Estuvo internado por quince días en el Hospital Regional, para luego ser derivado al Hospital Militar de Kilómetro 8 y finalmente al de Sarmiento, instituciones en las que además estuvo en silla de ruedas, ya que los profesionales creían que era imposible salvar los pies del futuro campeón. Así lo certifica su historia clínica, en la cual se confirma que estuvo internado en la sala 110 cama 2 del Hospital Regional.

“Casi me cortan las dos piernas, por un día me salvé”, contó Barría en una entrevista que brindó a El Patagónico. “El hospital se portó muy bien con nosotros, yo llegué el 25 de mayo con hambre y frío, pero lo peor fue el pie de trinchera, me salvé por dos días porque si me agarraba gangrena me tenían que amputar enseguida. Me agarró (pie de trinchera) porque estaba en los pozos de zorro, por la humedad y el frío”, detalló.

“Fue un domingo y me evacuaron a Comodoro, dije estoy salvado, contento, pero había otros que se quedaban, fue jodido. Me bajaron en el aeropuerto y me trajeron al Regional, me atendieron de diez”, narró.

“Tuvimos la suerte de que toda la gente nos iba a ver, nos llevaban chocolate, caramelos, de todo. Lo único que teníamos a la Policía Federal en la puerta y no dejaban entrar a nadie, incluso un día una enfermera se sacó una foto conmigo y le sacaron la cámara, no me olvido más”, agregó, recordando agradecido su paso por el Hospital Regional, institución que hoy está devaluada, lo que a “Pirulo” le genera impotencia.

Por todo esto el veterano de Guerra cree que es muy importante la realización del festival Celeste y Blanco que se celebrará en el Predio Ferial desde el viernes al domingo con la actuación de Ignacio Copani, artistas locales, y Los Nocheros, donde se recaudarán fondos para el centro asistencial.

“Le queremos dar algo al hospital, viste cómo está, ojalá que vaya mucha gente. Te da impotencia verlo tan caído porque fue la base acá en Comodoro. Yo llegué con diez heridos más”, recordó.

“Por eso queremos que vaya mucha gente, no es nada para nosotros, y tampoco le vamos a dar la plata al hospital, sino que vamos a comprar lo que le falta. Es una forma de devolverle lo que nos dieron”, sentenció, mientras sigue buscando nombres que le ayuden a reconstruir esta historia de ficción que pertenece a la vida real.

DEL POZO DE ZORRO AL FÚTBOL DE SALÓN

“Pirulo” es el mayor de tres hermanos de sangre, y cinco de crianza. Está casado con Gloria, con quien tuvo dos hijos: Jorge Luis y Javier Alejandro. Nació el 13 de mayo de 1963 en Comodoro Rivadavia y a los 18 años le tocó realizar el servicio militar obligatorio o la “colimba” (corre, limpia, barre) como se la llamaba popularmente.

Su ingreso al Regimiento 25 de Sarmiento se produjo el 2 de febrero, y dos meses después se encontraba volando junto a sus compañeros a las remotas Islas Malvinas. Allí estuvo en el mismo pozo de zorro junto a Vázquez, un compañero con el cual vivió la guerra y todas sus angustias. Finalmente en agosto de ese año fue dado de baja, cuando la guerra ya era parte de la historia.

A 32 años de aquellos hechos, Barría aún sufre los recuerdos de la guerra, quizás por eso habla poco con su círculo íntimo. Sin embargo, se animó a contar algunas anécdotas en la entrevista con este medio, la cual seguramente se sumará a la decena de recortes de diarios, cartas, fotografías y al diario de guerra propio que guarda consigo. Es que el alma se parte, y se nota. “Para mí Malvinas es un sentimiento, es un día medio duro, es jodido, son muchas cosas”, explicó al ser consultado sobre qué significa para él Malvinas y el 2 de Abril.

Pese a lo duro que pudo resultar el conflicto “Pirulo” salió de la angustia y a tres años de la Guerra, comenzó a jugar al fútbol de salón con el equipo Las Mascotas, en un torneo que se realizó en el colegio Santo Domingo Savio.

Jugando como pivote luego siguió su camino de cuento en El Portuguesito, en la competencia oficial, y Casino Club. En 1992 fue campeón argentino de selecciones con el equipo de Comodoro Rivadavia y en 1994 jugó el Mundial con sede en nuestro país junto a Rigoberto Cárcamo, otro hijo de Comodoro. El equipo albiceleste se coronó campeón al derrotar en la final por 2 a 0 a Colombia, lo que para él es un gran orgullo.

“A los 18 me tocó ir a una guerra y después volver. Recuperar mis piernas e ir a jugar un mundial es lo máximo que me pudo haber tocado. Es un orgullo, gracias al futsal viajé por todos lados”, confesó mientras esperaba las horas para la Guardia de las Estrellas y conmemorar otro nuevo aniversario del inicio de la guerra.

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