El crimen de Villa Crespo, donde se maneja como teoría central que Laura Leguizamón habría asesinado a su esposo, Adrián Setlzer, y a sus dos hijos, Ian de 15 e Ivo de 12 años, antes de suicidarse, colocó nuevamente en el eje del debate público las enfermedades mentales. En ese contexto, empezó a circular la posibilidad de que la mujer haya tenido el síndrome de Amok, un trastorno descubierto en el siglo XVIII donde una persona “ataca ferozmente con una pérdida total del control".
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “Amok es un episodio aleatorio, aparentemente no provocado, de un comportamiento asesino o destructor de los demás, seguido de amnesia o agotamiento. A menudo va acompañado de un viraje hacia un comportamiento autodestructivo, es decir, de causarse lesiones o amputaciones llegándose hasta el suicidio”.
El nombre proviene de la palabra malaya “meng-âmok”, que se traduce como “atacar y asesinar con furia ciega”, pues fue allí es donde se observó este fenómeno por primera vez. Los malayos creen que el “amok” es causado por el “hantu belian”, un espíritu tigre maligno que entra un cuerpo. Por ese motivo, en Malasia suele verse a las personas que sufren este síndrome como víctimas de un caso de posesión diabólica, sin responsabilidad por los actos que comete.
El fenómeno se ha descrito bajo distintas denominaciones en otros ámbitos culturales, por ejemplo, se lo llama “berserk” en Escandinavia; “cafard” en la Polinesia; e “iich’ aa” entre los indios navajos.
En 1849, el amok fue clasificado oficialmente como una condición psiquiátrica, gracias a los numerosos informes y estudios que demostraban que la mayoría de las personas que cometían esta clase de violencia padecían esta enfermedad.
“SINDROME CULTURAL”
El tratamiento de este trastorno, según los expertos, implica un enfoque multidisciplinario con terapia cognitivo-conductual, manejo de la ira, terapia de grupo y medicación. Además, debe estudiarse el contexto cultural de la persona para entender y abordar de forma precisa su problema.
El síndrome de Amok no aparece en manuales como el DSM-5, pero es reconocido dentro de los “síndromes culturales” por sus características clínicas, y suele estar asociado con trastornos psicóticos, traumas no resueltos o depresiones graves.
Leguizamón se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico, y en su hogar se hallaron cajas vacías de medicamentos como midax, sertralina y olanzapina, lo que indicaría que habría dejado de tomar su medicación; por otra parte, la carta hallada en la escena del crimen también dio señales sobre su complejo estado mental: entre frases escritas con un marcado temblor, destaca una leyenda donde expresa sentirse superada por lo que está viviendo: “Fue mucho. Los amo. Lo siento”.
La hermana de Leguizamón contó que la supuesta victimaria se encontraba en tratamiento psiquiátrico desde hacía dos meses; y la empleada doméstica que trabajaba en el departamento le dijo a la policía que su jefa “hacía unas semanas que estaba distinta” y que “habría dejado de tomar la medicación”.