El vértigo nos desafía como nunca antes

Hasta hace no más de 40 años era habitual que surjan empresas que lograban dominar un mercado y escalar poder económico, logrando durar décadas debido a que su tamaño y alcance constituía una verdadera barrera de entrada.
Una vez allí, pasaban a tener una fuerte incidencia sobre el marco regulatorio del mercado: la capacidad de lobby acorde a su capital vincular, su supuesta incidencia sobre el empleo y su impacto social los ayudaban a blindar su industria; evitando el fácil ingreso de nuevos jugadores al sector. En alguna medida, con el tiempo pasaban de ser agentes de valor agregado a ser, en muchos casos, defensores del status quo.
A partir de los 80 aparecieron las empresas de base tecnológica. Estas empresas "disruptivas", que nacían con una baja inversión y poco personal, lograban desarrollar un nuevo mercado y alcanzaban el éxito global más pronto que las anteriores. No todas llegaban a tener el poder político de las primeras, pero como desarrollaban industrias no tradicionales siempre lograban estar un paso por delante de la legislación. Y con la misma facilidad que surgían, eran reemplazadas. O sea el ciclo nacimiento-crecimiento-maduración-burocratización-muerte que se medía en décadas pasó a medirse en años.
En un sistema de reasignación de capital de unidades fallidas a exitosas, los tiempos pasaron a ser mucho más rápidos y por lo tanto más eficientes; y esto parece que es solo el comienzo. Empresas como Nintendo, Napster, ICQ, Altavista, MSN Messenger tuvieron su apogeo y se contrajeron o fueron sustituidas por otras como Facebook, Whatsapp, Netflix y Spotify. Y estas probablemente también tengan sus días contados.
Este vértigo desafía el desarrollo de bienes y servicios como nunca antes y, sobre todo, a los legisladores que aún piensan en leyes laborales y fiscales de los viejos tiempos. Innovación y leyes arcaicas parecen ser una receta segura al conflicto.
Hay que pensar en la disrupción como modelo de gestión: mantenerse a la vanguardia tecnológica, ser muy empáticos para interpretar los cambios sociales y generar una cultura de cambio permanente. Esta es la única receta mediante la cual una empresa podrá existir 100 años; aunque difícilmente lo logre bajo el mismo negocio o modelo de gestión durante todo ese tiempo.

(*) Socio de RASA Protect

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