Juan Sasturain nació en la provincia de Buenos Aires, en la localidad de Adolfo González Chaves, cerca de Bahía Blanca. Su formación, según confesó en su paso por la feria del libro en Comodoro Rivadavia, fue "pequeña", en la que el pastor protestante del pueblo le enseñana gramática y el cura, filosofía. Se formó poéticamente con los libros de la editorial "Eudeba", devorando en una antología toda la literatura argentina que encontró en libros de 10 pesos. Leyó todo "a lo bestia, indiscriminadamente", confiesa.
Antes de conocer a cualquier otro poeta foráneo supo apreciar la prosa de Arturo Capdevila, Roberto Payro, Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal, Pedro Bonifacio Palacios ("Almafuerte") y todo lo gauchesco. "Cuando uno empieza a escribir, es todo lo que leyó", sostiene el especialista en literatura que el domingo 7 de agosto en el Centro Cultural presentó su nueva obra de poemas: "El Versero".
No reniega de no haber leído unos cuantos autores clásicos que le quedan porque entiende que la literatura "es infinita".
El periodista y también conductor de TV –conocido por los más que interesantes y didácticos programas "Ver para Leer" y "Disparos en la Biblioteca"- confiesa que tuvo la suerte de que sus padres le pagaran la pensión para estudiar Letras. Recordó que se sentó en la cátedra de historia y que de todos los autores que nombraba el profesor no conocía a ninguno. Se recibió y fue profesor "hasta que vinieron los milicos, un poco antes con la Triple A".
UN DEFENSOR DE LA UNIVERSIDAD PUBLICA
Sasturain se llevó el aplauso de todos los presentes en el auditorio del Centro Cultural de Comodoro cuando defendió a la universidad pública. "Es un privilegio y no tenemos ni idea lo que significó la reforma universitaria; la enseñanza gratuita; que eso no existe en ningún lado. No tenemos por qué perderlo bajo ningún justificativo para que lleguen los ladrones también ahí", dijo enérgico.
"La literatura es seducción" esbozó para presentar la recopilación de sus poemas, un versero que sirve para toda ocasión. Leyó poesía para el auditorio, entregó imágenes y sensaciones a través de versos que escribió alguna vez para recuperar a una mujer. Es tajante en su percepción de que "la lectura hay que tomarla como una aventura", y no como un seguro de vida.
Su calvicie y cabellera blanca que se extiende en una larga barba acompañada de unos pequeños lentes, transmite la imagen de un hombre calmo, casi sabio, que esconde quizás con los años al joven con sueños de futbolista que llegó a probarse en San Lorenzo de Almagro. "Leer es conocer gente", sostiene e invita a acceder a esa maravillosa experiencia a través del ensayo y error.
UN DESAFIO
Al término de la presentación en Comodoro, y hojeando algunas ediciones de Letra Roja, habló sobre la actualidad de la literatura policial y planteó un desafío para los narradores del género.
El autor de las novelas "Manual de perdedores" 1 y 2, "Arena en los zapatos", "Parecido S.A.", "Pagaría por no verte", "La lucha continua" y "Dudoso Noriega" -entre una decena de obras- apuntó a un desafío para escritores. "La cuestión es el mito; el desafío que tenemos los narradores de la cultura periférica como la nuestra, que practicamos los géneros acuñados en el corazón del imperio. Es como que pareciera que tiene que pasar siempre en otro lado y no, no; acá se puede volar también. Hay que zafar del imperativo de la veracidad y del documental; el ejemplo más hermoso es el western", sostuvo.
El guionista de las historietas "Perramus" -conocidas a nivel mundial- trazó una similitud desde los grabados originales que ilustran las hazañas de "Billy The Kid", a los contemporáneos del asesinato del pulpero Sardetti de Juan Moreira.
"El boliche es igual, todo lo demás es cómo la sociedad desarrolla sus propios mitos, sea Robin Hood, Billy The Kid, sea el 'negro' Falucho. La cultura desarrolla sus propios mitos" graficó.
Para Sasturain, el nuevo desafío del policial no pasa por mentir o no mentir, "sino ficcionalizar, construir un verosímil", y ejemplificó con que los episodios de la historieta del Cabo Sabino no son todos reales.
Sasturain recomienda a los que se inician en el género policial a leer antologías de cuentos policiales. "Hay una de Alfaguara, que armó Jorge Lafforgue, con autores de fines del siglo IXX como Paul Groussac y autores de todas las expresiones con las distintas modulaciones, desde los tradicionales que tenían más raíces del policial francés, de Gaboriau a Poe, a los discípulos de Conan Doyle y de lo más duro que vino después. Hay que leer Antología de Cuentos" invita. La misma se puede conseguir en las librerías porteñas a solo 50 pesos.
Su generación de los 60 trabajó a partir de los yankees tradicionales: Hammett, MacCoy, Chandler, Macdonald, Jim Thompson. Esos escritores norteamericanos de los 20, 30, 40 y 50 que "describieron una sociedad atravesada por el dinero, el poder y la violencia".
Para Sasturain, aquellos padres de la novela negra "crearon un mecanismo narrativo perfectamente extrapolable a cualquier sociedad, con un grado de inverosimilitud absoluto". Y es que consciente el lector de que Philip Marlowe y Etchenaik (su personaje, un detective privado) no son reales. "Uno supone que allá existen", analiza.
"NO SIEMPRE LA LEY Y LA JUSTICIA VAN JUNTAS"
Con respecto a la actualidad de la novela policial negra, Sasturain trazó una diferencia con la literatura policial nórdica que está de moda. "Nuestros policiales o nuestra literatura criminal dan cuenta de un mundo distinto. La literatura nórdica está muy bien, pero corresponde a un orden de sucesos muy diferente. Está bien que el crimen es igual en todos lados, pero son sociedades muy diferentes. Por eso nosotros decimos que lo que nos diferencia, más allá de nuestra intención o no, nuestro deseo o no, nuestra voluntad o no, de aquella sociedad, es el lugar que ocupa aquí el Estado o la institución. El lugar que ocupa la Ley acá en la institución y en la Ley no podes confiar. No nos proveen de los sujetos investigadores" establece.
Para Sasturain, en Argentina "no hacemos una literatura nórdica, sino 'surdica', que piensa la realidad con un mecanismo distinto porque nuestra realidad es diferente y sobre todo distinta desde la institución que es la encargada de establecer el equilibrio de la Justicia. No siempre la Ley y la Justicia van juntas, prácticamente nunca".
- 28 agosto 2016