La electricista que la rompe con sus videos en TikTok

Profe Bahía enseña conceptos de electrónica y se dirige a sus más de 70.000 seguidores para inspirar a que más mujeres se animen a incursionar en el rubro

Con más de 70.000 seguidores en TikTok, Profe Bahía logró plasmar en las redes sociales sus dos pasiones: la docencia y la electrónica. En la plataforma, la joven de 24 años explica en detalle varios de los trabajos que hace como electricista. Además, recuerda situaciones signadas por prejuicios machistas que tuvo (y tiene) que enfrentar por haber elegido un rubro que históricamente se asoció a los hombres.

En diálogo con LA NACION, contó su historia, relató el camino que recorrió hasta llegar al lugar que ocupa y explicó el objetivo que persigue su cuenta.

“Mi proyecto con las redes sociales es ser la compañera que yo hubiese necesitado”, con esa premisa, Bahía Cuadros Cárdenas generó una importante comunidad en TikTok que continúa en crecimiento. A pesar de su éxito en las redes y en su profesión, su vida estuvo marcada por obstáculos y provocaciones en el mundo de la electrónica.

Su interés por este universo nació cuando ella tenía 6 años y visitó la exposición de la feria de ciencias de la Escuela Secundaria Técnica N°9 de Lanús. “Entré y me volví loca, me enamoré de lo que había ahí”, expresó. A partir de allí, su objetivo pasó a ser concurrir a ese colegio durante la secundaria.

Sin embargo, cuando tenía 9 años ya tuvo que enfrentarse al primer inconveniente entre ella y su sueño. Su madre, que tenía la intención de que ella hiciera la secundaria en una escuela enfocada en el arte, le dijo que una técnica no era espacio para una mujer. Sin embargo, cuando llegó el momento de la decisión, Bahía tuvo una charla cara a cara con ella y la convenció de que quería seguir su futuro allí. A partir de entonces, comenzó la relación entre la joven y la electrónica, vínculo que se sostiene hasta el día de hoy.

Durante sus años de secundaria en la Técnica N°9 de Lanús, Bahía tuvo que enfrentar distintas situaciones y comentarios en las que el machismo era impulsado desde los propios docentes. “Había profesores que me mandaban a lavar los platos, decían que no era para mí, que iba a repetir y que me cambie de colegio”, rememoró. En un curso compuesto por 30 varones y seis mujeres, las diferencias en el trato estaban marcadas incluso en el uso de los materiales: “Hay herramientas que no me dejaban usar y a mis compañeros sí. Tuve que comprarme una caladora para aprender y el resto la usaba en el colegio”. Aunque la joven remarcó que en su vida también tuvo “docentes excelentes”, durante el camino debió soportar repetidos episodios como el relatado.

En cuanto a las razones, la técnica electrónica lo adjudica a un problema del ambiente de la industria que luego se traslada a las aulas. “Viene con la lógica de la industria de que la mujer es más débil, está para otra cosa y se puede lastimar. Mucho prejuicio también con respecto a la parte sentimental, el hombre no puede tener una angustia y siendo mujer, esa parte sentimental es algo que se critica. Si querés ser técnica tenés que bancarte el bullying y que te puteen tus compañeros, es el trato de fábrica”, describió.

Para sobrevivir a eso y adaptarse a los compañeros de su curso, Bahía tuvo que enfocar su aspecto e incluso su comportamiento en busca de pasar lo más desapercibida posible dentro de ese ambiente. De esa manera y a pesar de los obstáculos extra por ser mujer, logró imponerse: “Me tuve que convertir en un nene para que no desacrediten mi conocimiento. Usaba ropa de hombre, tenía el pelo cortito. Nunca dejé de sostener que era mujer, pero sí tenía una personalidad muy masculina”.

Ya recibida de la escuela técnica, el comienzo de su vida profesional también estuvo marcada por la misma problemática. Durante su último año de escuela, trabajaba en una cadena de comidas rápidas, donde como técnica electrónica -el título que obtenía al salir del secundario-, podía sumarse al área de mantenimiento del local. Sin embargo, cuando consultó con los gerentes recibió la respuesta de que esa oferta aplicaba solamente a hombres, por lo que tuvo que buscar otros rumbos.

Su primer trabajo fue en su casa. Bahía recibió una propuesta de su madre: colaborar con el electricista de confianza para trabajar en la instalación eléctrica del hogar. A partir de esa primera experiencia, la joven comenzó a ofrecer su trabajo y a mover contactos, hasta que logró armarse una cartera de clientes.

La docencia, su gran pasión

Actualmente, Profe Bahía se define más como docente que como electricista. Con trabajos en varias instituciones, se dedica a hacer trabajos particulares durante su tiempo libre y si cumplen con ciertas condiciones que le convengan. En ese sentido, tiene claro qué rol busca cumplir en su trato con los alumnos: “Me encanta la docencia, es algo que siempre quise hacer para revertir la experiencia que tuve con algunos docentes. Hoy intento ser la persona que un adolescente necesita y escuchar las opiniones”.

Con respecto de su visión del ambiente dentro de las instituciones educativas, destacó que vio un gran avance en cuanto al trato en las nuevas generaciones: “Los alumnos y alumnas son súper conscientes y se nota”. Sin embargo, aún observa tratos machistas entre varios de sus colegas. A pesar de que “muchos lograron deconstruirse”, todavía se repiten algunas viejas prácticas.

Según su visión, muchos de los profesores se cuidan por “miedo” al tratar con una colega mujer, pero no llevaron a cabo un cambio de pensamiento. Eso se traduce en que todo siga igual cuando se presentan dinámicas de grupo: “Cuando son todos hombres y están juntos se siente el ambiente de la vuelta al machismo, se nota la validación entre ellos”.

Fuente:

Notas Relacionadas

Dejá tu comentario

Las Más Leídas del Patagónico