Hugo Olenik tiene 25 años, dos hijos y se dedica a la venta de pan en forma particular, como una manera de vivir el día a día con la esperanza de poder conseguir algún trabajo formal. Sin embargo, ayer a la madrugada tuvo un duro cachetazo luego de que se le incendiara el vehículo con el cual repartía el pan.
El hecho ocurrió alrededor de las 4:50 en las calles Las Violetas y Los Jazmines del barrio San Martín. En el lugar se hizo presente personal policial de la Seccional Séptima y del Destacamento 1 de Bomberos Voluntarios.
Ayer por la mañana el joven oriundo de Esquel aún no podía creer lo que le sucedió. "Yo vendo pan, me levanté a hacer la masa como todos los días. A las 4:30 me estaba cambiando y aparece mi vecino corriendo, gritándonos, que nos habían prendido fuego el auto. Salimos y ya no podíamos hacer nada; estaba envuelto en llamas", contó.
"Llegamos de Esquel, este mes se cumple un año, y no tenemos conocidos acá. El vecino nos dijo que escuchó un auto. Voy a hacer la denuncia, aunque no tengo a quién denunciar, no conozco a nadie", reconoció a El Patagónico.
La tristeza de Hugo era infinita. En su relato -y también en un posteo que realizó en la red social Facebook- recordó que sus hijos, con quienes por la tarde anterior había lavado el vehículo para llevarlos al parque, gritaban: "se quemó el auto papá, se quemó el auto".
Pero más allá de esta desgracia rescató lo positivo de la situación: "lo material se puede recuperar, lo importante es la familia, siempre está primero y estamos todos bien".
De esta forma, quizás como dijo en las redes sociales, todavía pueda llevar a sus hijos "al tobogán", ya que "nos habrán sacado algo material, pero nunca nos van a sacar la felicidad de ser una familia que cree en un Dios vivo, muy humilde y unida".