“El que gana gobierna y el que pierde, acompaña”. Vaya frase hecha si las hay en política y que repiten sobre todo en el peronismo desde la restauración democrática. Sin embargo la historia demuestra todo lo contrario.
Un ejemplo más que notorio de ello puede ser la derrota justicialista en 1983, cuando luego de ser ungido candidato por escaso margen en un congreso realizado en la Cámara de Comercio de Comodoro Rivadavia, Hebe Corchuelo Blasco perdería las generales porque su rival interno, César Mac Karthy, ordenó a los suyos votar por el radical Atilio Viglione, que después de todo también era del valle.
Ocho años más tarde le pasaría a uno de allá, Osvaldo Sala, quien luego de ganarle en primera vuelta por la aplicación de la Ley de Lemas a Marcelo Guinle, debió resignarse en el ballotage a que llegara a la Gobernación el radical Carlos Maestro. Eso sí, en Comodoro triunfó el candidato de su adversario interno, José Raúl Pierángeli.
La UCR también probaría esa amarga medicina en 2003, cuando luego de ganar en la interna más escandalosa que se recuerde a partir de una urna –la 303- que hizo aparecer como por arte de magia un dirigente de su sector, José Lizurume no pudo contener los votos de Maestro y ello posibilitó la llegada al poder de Mario Das Neves.
Será por eso, entonces, que ahora todos se cuidan tanto de recordar a cada rato que no hay como el consenso y que si hay unanimidad, mejor; que no es necesario ir a una interna
–por más que ahora tengan forma de PASO- porque después los que pierden no votan por el que les ganó en buena ley, sino que también quieren que ellos pierdan.
Como se puede apreciar, el proyecto es lo de menos; lo que importa es el nombre propio; seguir en el candelero; conservar cierta cuota de poder de negociación tanto entre los propios como con los de afuera. Después de todo, nunca se sabe lo que deparará el futuro en cuestiones políticas, económicas o sociales.
Martín Buzzi está seguro de que no tendrá rival el 9 de agosto dentro del Frente para la Victoria. Que su boleta será la única que tendrán los electores que opten por mantener el modelo de inclusión social que se instaló en la Argentina hace 12 años. El cree que lo de Norberto Yauhar es puro humo para quedar bien parado antes del cierre de los plazos electorales y pueda incluir a gente de su sector en candidaturas expectantes en el ámbito legislativo, sea nacional, provincial o municipal.
En este sentido, el más claro es Adrián Maderna, quien ha dicho “la intendencia de Trelew o me voy a mi casa”. Claro que lo mismo dijo alguien no hace mucho respecto a la Presidencia de la Nación y ahora se lo ve recorriendo la provincia, bajando el tono de voz, invocando la concordia y oponiéndose a lo mismo que ayer apoyaba, como la minería.
El contexto obliga a manejarse con pies de plomo y por ello cuesta tanto decidirse de qué lado de la vereda están muchos. Les pasa, por ejemplo, a los intendentes de Rawson y Esquel, quienes un día dan señales de que van para un lado y a la semana cambian la luz de giro. Tanto Rossana Artero como Rafael Williams han recibido la oferta de completar la fórmula a la Gobernación por el Frente para la Victoria, pero todavía meditan.
Aquella ayuda a la estrategia de Yauhar y éste a la de Das Neves. Aunque no puede descartarse del todo a esta altura que los dos últimos en realidad sean parte del mismo entramado y que tengan hilos conductores que llegan hasta algún sector del Gobierno nacional y de quien aparece –según las encuestas– como el candidato a presidente que puede garantizar mejor que nadie la continuidad kirchnerista.
Ese temor al error y a dejar heridos que luego reciban sueros del rival también lleva a que Das Neves no pose su dedo esta vez por ninguno de los lanzados en Comodoro, más allá de que su principal aliado ha explicitado que le gusta Ricardo Gaitán. Sí. Para Jorge Taboada, el concejal que fue funcionario de confianza de Néstor Di Pierro es el que más los convence. Y se sabe que Das Neves le debe una grande al gremio camionero, ya que fue un factor importante en su victoria legislativa de 2013, teniendo en cuenta que en la derrota de dos años antes hasta le faltaron fiscales en Comodoro.
Claro que Das Neves siente que ya cumplió cediéndole a Taboada el primer lugar en la lista de candidatos a diputados nacionales. Pero el gremio va por más. Quieren ser el equivalente a los petroleros de Buzzi.
Pero por ahora el ex gobernador resiste y hasta les dio cabida a ex radicales como Fernando Vivas y Carlos Relly, más allá de que éste sea uno de los fundadores –puso la firma- del ChuSoTo, la última joya de quien según Roberto Risso es “un inventor serial de partidos”.
La cautela –que bien puede ser sinónimo de falta de audacia– lleva también a que desde el sector de Buzzi aún no esté claro quién va a levantar su bandera en Comodoro. Al principio parecía que iba a ser Ezequiel Cufré; luego la balanza se inclinaba para Javier Touriñan y ahora parece que todo dependerá de lo que se acuerde con Di Pierro. En este contexto, los más jóvenes tendrán que seguir participando, como el ex ministro José Glinski quien en los últimos días ha enfrentado dialécticamente en soledad al “dasnevismo”, ante el silencio de otros que juegan al Gran Bonete.
Es que todos van a lo seguro. Ya no se dan casos como los de aquellos que pedían ir en el puesto 16 de los aspirantes a la Legislatura. El último debe haber sido el hermano de la misma diputada que casi pega el salto hace un par de semanas porque percibe que en su partido no la van a revalidar en virtud de lo poco que suma. Pero al final no lo hizo porque no le aseguraban estar entre los seis primeros. Y se sabe: así no hay ideología que se pueda sostener ni coherencia que se pueda exhibir.