La figura y el legado del Papa Francisco, más allá de haber sido el primer argentino en convertirse en guía espiritual de millones de personas en todo el mundo, tiene connotaciones especiales por su rol de renovador de los aspectos teológicos, políticos y culturales del cristianismo.
Cientos de fieles colmaron la nave del templo para rezar por el eterno descanso de su alma y su imagen y voz se proyectaron en un video, previo al ingreso de quienes tuvieron a su cargo el oficio religioso: el sacerdote Raúl Domínguez; el diácono Mario Sosa y el seminarista Guillermo Mendoza.
Todos ellos lucieron túnicas blancas, las que justamente corresponden a la liturgia de la Semana Santa y de manera particular por la evocación de la resurrección de Cristo Jesús.
Además, antes de comienzo de la misa póstuma, la catequista Ana Claudia Pérez leyó una serie de reflexiones que Francisco formuló a toda la humanidad, simbolizando su pensamiento a favor de los pobres, los Derechos Humanos, contra los conflictos bélicos y la igualdad de las personas por encima de sus credos y diferencias sociales.
Horas antes hubo otra misa concelebrada en Las Heras donde con días de antelación se había programado un encuentro del Decanato Norte que reúne a los religiosos y religiosas para celebrar las pascuas.
