Llega tarde al taller pero no solo porque estaba trabajando, sino porque se había olvidado de la entrevista con Diario Patagónico. Sebastián Fernández pasa todas las tardes por el taller de su preparador y amigo Walter Cano para charlar, distenderse de la rutina y tomar unos mates. Sabe que la intención es hablar sobre su historia de vida, de cómo llega a competir en las Picadas y cuáles fueron los momentos más lindos que disfrutó en el cuarto de milla de la provincia del Chubut. Saluda con un abrazo y una sonrisa, y comienza a hablar. Se lo nota de buen ánimo, y hace chistes constantemente.
Su vida estuvo ligada al deporte. De muy chico práctico padel y se destacó. A los 14 años llegó a ser campeón argentino y tiene el título de profesor. A fines de 2001, y casi en simultáneo con el inicio de su competencia en las Picadas, su salud comenzó a tener complicaciones. Una insuficiencia renal le empezó a jugar una mala pasada y al poco tiempo, aprendió a convivir con las diálisis tres veces por semana.
“Me enteré por los diarios que empezaban las Picadas en el autódromo, y tenía un amigo (Fernando Reyes) que había armado un Fiat Uno con leva pero lo tenía parado en su casa. Se me dio de comprárselo y lo charlamos. Se lo compré y en diciembre empezamos a correr con la organización de Martín Pérez y Hanry Del Grande”, recuerda Seba mientras Walter Cano acerca un mate.
El piloto sabe que su debut en los 402 metros no fue el mejor, ni mucho menos el soñado pero sirvió para darse cuenta que eso le gustaba, y había que mejorar mucho. “Flojo de piloto, flojo de auto pero con muchas ganas de mejorar. Después de la primera cagada a palos, ahí se inició todo”, sentencia y devuelve el mate para que continúe la recta.
Casi sin pensarlo, el ambiente del cuarto de milla fue el cable a tierra que Sebastián necesitaba. De manera inconsciente, o no, se fue compenetrando tanto que no puede estar sin correr. “Yo me tiré a las Picadas. Me dije voy hacer esto, y es como que me aferré a esto.
Todavía estoy, a pesar de que las diálisis me siguen machacando. Creo que este último año me ha dado un respiro, después de una operación que me hice en Buenos Aires. Es la carta que me jugó la vida, mientras tanto sigo disfrutando esto que son las Picadas”, explica.
A diario piensa mientras se dirige al trabajo, mientras hace sus cosas en cosas para mejorar su máquina. Entiende que no es ‘ejemplo de nada’ y afirma con una amplia sonrisa que todos los días va a ‘molestar’ a Walter para que su auto cada vez sea más rápido. “Estoy al salto, todos los días vengo. Ya lo tengo cansado pero seguimos acá. Todo el esfuerzo es para el auto”.
Mirá el techo del taller. Y casi sin dudarlo ni dejar pasar mucho tiempo confirma que en el cuarto de milla comodorense prácticamente ganó todo. “La verdad que en estos últimos años no me falta ningún título.
Tengo mejor piloto, casco más ganador, auto más ganador, récord de casco motor, mejor piloto en una fecha. Estuve ternado cuatro veces para la Mara Dorada y ahora con los diez años de las Picadas es el broche que me faltaba. Toco madera (se toca la cabeza), pero me puedo morir en paz. Solo falta que me muera y le pongan mi nombre a la recta. Después no falta nada”, y sonríe.
LAS GANAS DE
ESTAR SIEMPRE
Cuando una persona necesita diálisis tres veces por semana, su salud muchas veces es delicada. El cuerpo necesita descansar para poder recuperarse, pero Sebastián Fernández asegura que siempre compitió pese a todo.
“Las ganas siempre fueron las mismas. Aunque esté complicado de salud. Siempre venía y pedía que el auto este listo. Por ahí sin saber el resultado de algún estudio, si había competencia él quería estar. Siempre fue así. Esto sirvió siempre para sacarlo cuando por ahí andaba decaído, pero nunca pensó en dejarlo”, asegura su mecánico Walter Cano.
Hasta el año pasado compitió con el Fiat Uno pero el año pasado armaron un Fiat 147 para el Master de Picadas que se realizó por primera vez en el autódromo General San Martín de Comodoro Rivadavia, donde se ubicó segundo entre los mejores del país. “Tengo mi récord de pista y es 11s85/100. No busco el récord de pista, yo quiero tener el casco más rápido. Con eso me conformo”, advierte.
Las tres veces que se hace diálisis lo entiende como una prolongación de su vida. Es no necesitar los rinoñes que no funcionan. Y explica para que todos entiendan. “A diferencia de una persona que necesita un corazón. Un enfermo renal que no llega a crónico tendría que tener otros recaudos que no tengo yo, pero a la vez me trajo otras deficiencias al no tener la función de líquidos. Problemas de grándulas por ejemplo. La diálisis no es la función completa de un riñón, y si tuviera un solo riñón tampoco sería lo mismo. Hoy estamos así y la peleamos”, comenta.
Sebastián Fernández tiene decidido no viajar a competir afuera porque implica un cierto riesgo. Sabe que al depender de las diálisis casi día por medio, su salud no es la mejor, pero nunca se queja. A la hora de colocarse el casco, ajustarse el cinturón y ubicarse en la recta es “su” momento de felicidad que dura poco más de diez segundos. “En el momento de acelerar me siento sano, completo, igual que todos. Me siento lleno de energía. Es el momento único de sentirme bien. No es el rival, ir y disfrutar mi auto. No tiene nada que ver la categoría tampoco. Es disfrutar la tirada”, sentencia Fernández.
Antes de despedirse, y agradecer por contar su historia de vida, agradece infinitamente a su preparador y su familia. “A todo el WC Team, a todos. A Sergio porque le ocupo el lugar de hermano. Al cordobés, a ‘Pino’, a todos los chicos. A todos porque había una época donde un poco más y me llevaban a upa para que corra”, recordó.