Uno de los detenidos confesó importantes detalles de los asesinatos

El fiscal de la ciudad ecuatoriana de Santa Elena, Eduardo Gallardo, aseguró ayer que las turistas argentinas Marina Menegazzo, de 21 años y María José Coni, de 22, cuyos cadáveres fueron encontrados en la localidad de Montañita, fueron atacadas a golpes con un palo y a puñaladas durante un intento de abuso sexual.
Según el relato de uno de los detenidos, las jóvenes argentinas le habrían manifestado a su amigo, el otro detenido, que no tenían dinero para hospedarse. Los ecuatorianos imputados por el crimen las invitaron a su casa y allí se habría desatado la tragedia.
"El sospechoso manifestó que se fue con una de las señoritas a un dormitorio. La muchacha se molestó porque él la tocó y lo empujó y él, que estaba en estado etílico, se enojó, tomó un palo y le propinó un golpe en la cabeza", relató el fiscal Gallardo Rodas en diálogo con Luis Novaresio en radio La Red. Tal fue la magnitud del golpe, que la mujer argentina habría perdido la vida en el acto.
"El sospechoso relató que después se dirigió al otro dormitorio, donde estaba su amigo con la otra muchacha y vio que había mucha sangre. Aparentemente la otra joven tenía una puñalada, pero todavía estaba con vida", continuó el fiscal.
El ecuatoriano que confesó el crimen declaró ante la Policía que luego de los hechos su amigo se escapó y fue él, al quedar solo, quien decidió "embalar" los cuerpos y arrojarlos en una playa cercana, donde finalmente fueron encontrados.
En dialogo con Guetap habló Gladys Steffani, mamá de María José Coni y afirmó que "el Ministro Serrano se comunicó conmigo ayer (el domingo) por los trámites para viajar. El sábado sabían que tenían una persona fallecida. La habían encontrado el jueves, y la información la tuvimos ayer".
Las turistas habían viajado el 10 de enero con otras dos amigas. Estuvieron en Perú y en Ecuador, hasta que el 13 de febrero se separaron. Menegazzo y Coni siguieron rumbo a Montañita, mientras que las otras dos chicas volvieron a la Argentina. Habían visitado los lugares característicos de ambos países, entre los que se destaca las ruinas de Machu Picchu. Debían regresar a Mendoza, donde vivían, con un vuelo que las llevaría desde Perú hasta Chile, pero nunca abordaron ese avión.

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