Este martes comenzó a ser sometido a juicio oral y público en la Cámara del Crimen de esta misma ciudad por un tribunal conformado por los jueces Mario Albarrán (presidente), Griselda Bard y Franco Villalón Lezcano (subrogante).
Durante esta primera audiencia, la madre de la víctima fatal, Alejandra Beroiza -quien declaró como testigo-, no solo le gritó “asesino” sino que también sufrió un ataque de ira y profirió improperios contra sus familiares, por lo cual tuvo que intervenir personal policial de la División Infantería para calmar los ánimos, motivando que el presidente del tribunal ordenara desalojar la sala.
Este caso es uno de los más controvertidos en lo que se refiere a procedimientos judiciales, dado que el juez de instrucción Marcos Pérez Soruco le había imputado a Vilche el delito de “homicido culposo” y la otorgó la libertad, generándose varias manifestaciones de protestas públicas.
CAMBIO DE CARATULA
La madre apeló ante el juez de Recursos, Carlos Borges, quien hizo lugar al reclamo y ordenó cambiar la carátula de la causa principal por “homicidio simple” y luego de tres meses de gozar de libertad, Vilche quedó detenido, llegando al juicio en esa condición.
Además, los abogados que la representan (querellantes) anticiparon que solicitarán que a la principal causa ya modificada se adicione el calificativo “con alevosía”.
Para colmo, al declarar en la etapa de instrucción, Vilche -que al momento del sangriento hecho tenía 18 años, habría manifestado que durante la reunión de amigos solo estaban jugando y que “matar es una boludez”, frase que fue replicada en las pancartas que hoy volvieron a aparecer en las rejas exteriores de la Cámara del Crimen.
El imputado tiene como defensores a los abogados particulares Heraldo Nanni y Marcelo Quintero, en tanto que la querella de la familia de la víctima fatal la integran Marcelo Fernández y Edgardo Edelcopp, mientras que el joven que resultó herido en el mismo incidente, Lautaro Roldán (hoy de 20 años), está representado por la abogada Juliana Maza.
En la audiencia inicial, Alejandra Beroiza cuestionó severamente al juez de instrucción Marcos Pérez Soruco y al proceso de investigación que estuvo a su cargo.
En ese sentido mostró ropa ensangrentada de su hijo que ella misma conservaba porque nadie se la requirió para incorporarla a la causa. Dijo que se le entregaron en el Hospital Zonal en una bolsa de consorcio, al igual que los teléfonos celulares de su hijo Nehuén y de su amigo Lautaro (quien recibió dos puñaladas por parte de Vilche.
Contó ante los magistrados que la ropa se la entregó una enfermera y los dispositivos electrónicos el padre del imputado de la mala manera, quien fue el que le avisó que su hijo había tenido “un accidente” e incluso días después le profirió amenazas diciéndole que ella iba a ir presa, en tanto que el agresor, cuando aún gozaba de libertad, se le reía en la cara.
EL IMPUTADO NO HIZO MENCION A LOS SUCESOS
Antes de ella, Vilche fue citado a sentarse frente a los jueces pero se amparó en el derecho constitucional de no declarar en torno a la imputación. Solo se limitó a dar sus datos personales, manifestando también que era hijo de un trabajador petrolero y que cuando ocurrieron los graves sucesos él estaba realizando un curso de capacitación laboral.
Vale recordar que el sitio de la tragedia fue en la pieza de la casa de su padre y aun son confusos los pormenores, trascendiendo que de manera inesperada Vilche extrajo una daga de grande dimensiones y, sin que sus víctimas atinaran a defenderse, asestó dos puñaladas a Roldan en un brazo y la espalda y tres a Pozo, dos de ellas en un brazo y la restante en el estómago.
El adolescente fue trasladado al Hospital en una camioneta y falleció pocas horas después por un shock hipovolémico. En esa reunión, donde hubo ingesta de alcohol, también estaba una joven, Shaira Mendoza, quien integra la lista de testigos, en tanto que los pares de Vilches se encontraban en otra habitación.