Se escribiera o no como resultado de tareas de espionaje, después de que se publicara “Descripción de la Patagonia y de las partes adyacentes de la América Meridional” en Londres, la corona española tomó debida nota y llevó a la práctica dos determinaciones que influyeron considerablemente en la configuración futura de la región: en primera instancia decidió fortificar la costa atlántica en la margen norte del río Negro y en segunda, dispuso se concretara una expedición para constatar si, efectivamente, sus posesiones eran vulnerables.
En efecto, al llevar a la práctica las decisiones del rey, el 22 de abril de 1779 un contingente hispano al mando de Francisco de Viedma y Narváez fundó el Fuerte y Población Nuestra Señora del Carmen, que, con el paso de los años, asumiría el nombre de Carmen de Patagones. Para su edificación, el virrey Vértiz acordó con el cacique Chanel la cesión del terreno, que era más bien limitado. Durante muchos años, fue el único poblado español primero y argentino después en procurar una defensa del litoral atlántico, como quedó en evidencia décadas después durante la Guerra del Brasil (1825-1828).
Formó parte de las tropas que fundaron la fortificación el piloto real Basilio Villarino, quien unos años después, practicó el primer reconocimiento del río Negro por parte de las huestes ibéricas. El marino había llegado al Río de la Plata no mucho antes, en 1773, es decir, tres años antes de que la orden en que militaba el hipotético espía tuviera que abandonar América. En 1782 recibió la orden de constatar si se podía llegar a Valdivia a través de la cordillera por vía fluvial. Nótese qué tan escaso era el conocimiento del territorio que hoy constituye el norte patagónico en fechas relativamente tardías.
Después de navegar buena parte de su recorrido a la sirga, es decir, con ayuda desde tierra mediante cuerdas, las chalupas españolas llegaron a la confluencia entre el Neuquén y el Limay. La flotilla eligió el río que nace el Nahuel Huapi, pero no llegó al lago, porque se desvió por el Collón Cura. Jefe y subalternos tuvieron antes su vista el extremo oriental del lago Huechulafquen, pero hacía rato que sus embarcaciones no podían avanzar y el 25 de mayo del año siguiente pegaron la vuelta.
La persona que motivó reacciones tan considerables fue el sacerdote jesuita Tomás Falkner, cuyo apellido da nombre a un espejo de agua en la Ruta de los Siete Lagos. Sus plácidas y habitualmente silenciosas playas fueron noticia en los últimos días al celebrarse una insólita fiesta electrónica en un camping al que días atrás, la Intendencia del Parque Nacional Nahuel Huapi clausuró prontamente.
En verdad, son varios los historiadores que suponen que al escribir su “Descripción de la Patagonia”, el religioso de origen inglés tuvo la intención de acercar información valiosa a la corona británica para sus disputas territoriales con España. Es la hipótesis que admitió Andrés Carretero, prologuista en la edición 1969 de la “Colección de Obras y Documentos Relativos a la Historia Antigua y Moderna de las Provincias del Río de la Plata”, que se había publicado originalmente en 1835.
Para el introductor, “no es muy descabellada la intención de atribuir a Falkner propósitos ocultos”. Alimentó su sospecha después de leer un trabajo de Diego Molinari, para quien “la versión dada a conocer en 1774, era la fuente de inspiración para numerosos aventureros al servicio de la corona inglesa”.
Además, “las alusiones referentes a las posibilidades de ocupación no escaparon a la percepción de los primeros ministros ni de los estrategas de la política exterior británica pues numerosos planes de expansión tenían como objeto secundario o principal la ocupación de la Patagonia en su totalidad o en alguna parcialidad”.
Carretero también resaltó “que el padre Falkner recibió dinero al término de su obra. Este dinero fue pagado por el Gobierno británico. Además, es muy sospechosa la práctica desaparición del jesuita después de su expulsión de América, en el viaje de España a Italia, para aparecer en Inglaterra, su tierra natal. Hasta el padre (Guillermo) Furlong, en su trabajo sobre el autor de la descripción, señala que no hay pruebas para indicar cómo hizo para viajar ni de qué medios se valió para ello. Esto da una pauta por demás interesante para ser investigada con minucia, pues posiblemente en ese período de su vida es donde se encuentre la clave de su trabajo”.
Si bien Falkner nunca estuvo en la Patagonia, escribió su minuciosa “Descripción”, la que según su subtítulo “contiene una razón del suelo, producciones, animales, valles, montañas, ríos, lagunas, etcétera de aquellos países. La religión, gobierno, política, costumbres y lengua de sus moradores, con algunas particularidades relativas a las islas de Malvinas”. Si un español contemporáneo suyo hubiera escrito algo similar en relación al oeste de Norteamérica, también habría despertado sospechas.
Fuente: El Cordillerano