El plan de flexibilización que los trabajadores petroleros rechazan

Les propusieron armar y desarmar equipos en el turno noche, trabajar en torres con viento y recortar el sistema de horas de viaje. La lucha que está detrás de las negociaciones por el sostenimiento de los puestos laborales.
La flexibilización laboral en el petróleo es el tema que los sindicatos no quieren siquiera mencionar, mientras que las socias de las cámaras empresariales vienen empujando desde que estalló la crisis. Son la Cámara de Empresas Productoras de Hidrocarburos (CEPH)y la Cámara de Empresas de Operaciones Petroleras Especiales (CEOPE).
La primer propuesta de la CEOPE fue un procedimiento preventivo de crisis para suspender personal por noventa días hasta que reactiven nuevas campañas de perforación. La negativa en Chubut fue contundente, aunque en Neuquén el gremio de Guillermo Pereryra la aceptó para 2.000 operarios. Las empresas ahorraban así aportes patronales y los plus que tienen los sueldos petroleros, de esa cantidad de gente que entró al procedimiento.
Antes, en Chubut, las operadoras lograron un plan vacacional desde noviembre de 2015 y hasta febrero de 2016 para enviar a unos 2.000 trabajadores a licencia, 1.400 de ellos afectados operaciones en PAE. El sistema enviaba a ese número de operarios -que de otro modo hubiera estado en calidad de "mano de obra ociosa" en el campo- de vacaciones, sumándoles todos los días, más los días adeudados, francos compensatorios y cualquier otro día para extender la licencia.

REDIMENSIONARSE
En el fondo, las empresas quieren un "redimensionamiento de la industria". Sin barril criollo ni reembolsos, el plan de acoplar precios internos con los externos requiere que la cantidad de equipos, y por ende de operarios, en los yacimientos se ajusten al precio del barril. Eso también afectará a la calidad de los proyectos y a la exploración dado que las empresas preferirán no apuntar a objetivos más complejos o de riesgo porque el costo operativo por barril no lo ameritaría.
Así, la propuesta empresarial consiste en sostener los trabajadores actuales en Chubut (más de 13 mil) con menos sueldo y flexibilidad en las tareas. Por ejemplo, incentivar las capacitaciones para que un obrero sea multifuncional. De ese modo, cuando su tarea quede agotada, podría pasar a otro sector para colaborar ahí aunque sea pasajero. Esto no cae bien entre los sindicatos.
Elevar la vara de la velocidad del viento para las tareas (con las complejidades climáticas de la Cuenca del Golfo San Jorge) o que el desmontaje y montaje de equipos de torre también pueda ser en el turno noche son otros temas impuestos, además de la eliminación de las horas-taxi (se paga el tiempo que tarde un operario en el viaje de su casa al campo, muchas veces en zonas muy alejadas).
Hay dos antecedentes negativos: Neuquén firmó una adenda en su convenio colectivo para ajustar costos laborales en los yacimientos no convencionales y así permitir el desarrollo de Vaca Muerta. En tanto que el sindicato jerárquico mendocino selló un acuerdo por todos los puntos antes mencionados que Chubut no quiere, y un especial hincapié en el control del ausentismo sin causas justificadas.

NO RENDIRSE
Los petroleros liderados por "Loma" Ávila resisten y quieren separar las cosas. Las negociaciones por los puestos laborales y la productividad no tienen que estar condicionados a las paritarias de 2017 y al pedido de un bono navideño para 2016. Pidieron una suma no remunerativa de 15.000 pesos.
Este año, los operarios recibieron junto a la paritaria salarial un plus de 20 mil pesos. En otros años, llegaron a conseguir sumas no remunerativas que fueron de 21 pesos y hasta alguien llegó a pedir 100 mil pesos desde Las Heras.
Aquel voluminoso pedido fue en 2014. "Más de uno puede pensar que 100 mil pesos es una locura, pero en 2011 recibimos 25.000 pesos y en el 2013, 12.000 en tres cuotas", justificó el referente Justo Martín Oñate en esa oportunidad.
Un reciente dato les sirve a favor. Para compensar la inflación y recuperar el poder adquisitivo, un trabajador tipo necesita un bono navideño de entre $13 mil y $21 mil. Así lo calculó el Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo (CETyD), dependiente de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), en un reciente informe.

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