Exequiel Arrúa: "fueron 15 meses que no los recupero más en la vida"

Es mediodía de domingo y Exequiel Arrúa (21) acaricia el rostro de su hijo del que la justicia penal de Comodoro Rivadavia lo alejó durante 15 meses cuando solo era un bebé. Es que estuvo detenido y procesado por un caso de homicidio por el que finalmente fue absuelto por el beneficio de la duda.

Es mediodía de domingo y Exequiel Arrúa (21) acaricia el rostro de su hijo del que la justicia penal de Comodoro Rivadavia lo alejó durante 16 meses cuando solo era un bebé. Es que estuvo detenido y procesado por un caso de homicidio por el que finalmente fue absuelto por el beneficio de la duda.

Ahora ya en libertad, luego de que la Cámara Penal fallara a su favor -al revocar la sentencia de primera instancia en la que lo condenaron a 8 años de prisión por el homicidio de Pablo Olima, ocurrido el 11 de diciembre de 2016-, disfruta de llevar a su hijo en andas y mecerlo en sus brazos.

Una investigación defectuosa por parte de la Fiscalía, y la valoración parcial del tribunal de la prueba que dejó de lado testimonios que apuntaban a otro autor del homicidio, llevaron a que en segunda instancia Arrúa fuera absuelto.

Exequiel reniega de lo que vivió en prisión y de lo que perdió. “Los días, las horas con mi hijo, mi familia, mi mamá, mi hermanita, mi trabajo, mucha gente que me apreciaba”, contó a El Patagónico.

“El Pepo” o “El Polaco” como lo conocen, llegó junto a su madre y su hermanita en 2015 desde Misiones a trabajar a Comodoro Rivadavia. Pero en 2016 la junta lo llevó a estar en el lugar y el momento equivocado. Ahora consciente de eso se reprocha no haberle hecho caso a quienes lo aconsejaban sobre las juntas.

Participó de esa pelea en la plaza de Laprida en la que perdió la vida Olima, pero “siempre dije que era inocente”, recordó.

Arrúa fue detenido por la policía y acusado del homicidio. Pero ese día en la pelea también habían intervenido otras personas, entre ellas un joven al que un testigo señaló como el autor de las heridas que a Olima le provocaron la muerte. Un testigo del que se desistió en el juicio.

“Tarde o temprano la verdad iba a salir a la luz. Yo doy gracias a Dios que estoy libre”, dijo Arrúa a este diario.

“Yo siempre confié en él, siempre confié en que era inocente. Tenía mis miedos de que los inocentes a veces pagan por otras personas, pero tenía que salir todo a la luz, toda la verdad. Mi corazón de madre me decía que él era inocente e ir a verlo a la comisaría era lo más doloroso, no se lo deseo a nadie. Verlo detrás de las rejas era muy doloroso”, contó su madre a este diario.

Arrúa quiere conseguir un trabajo –como instalador de placas de yeso- y espera que la sentencia quede firme. Es que, según se supo, la Fiscalía apelaría el fallo de segunda instancia ante el Superior Tribunal de Justicia y también realizó reserva del caso federal por lo que seguramente podría ir en queja a la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

“Iglesias (Guillermo, su abogado) me decía: ‘todo tiene su tiempo, pero todos sabemos que vos sos inocente, te estás comiendo tremendo garrón porque no tenés por qué estar acá’. Algo que no me lo esperaba en la vida porque jamás tuve problemas con nadie”, insistió Arrúa.

Pero reconoce que cuando el 27 de noviembre del año pasado fue condenado por el tribunal de primera instancia se le pasaron millones de cosas en la cabeza. “Empecé a creer que se iba a ir tapando mentira tras mentira, pero dentro de todo trataba de no perder la fe y darme fuerzas a mí mismo. Cosas que tuve que vivir ahí adentro (en prisión) siendo inocente, pasar cosas por algo que no merecía, porque si yo hubiese sido ya está... tenés que enfrentar la realidad y bueno bancártela”, analizó.

“Pero yo tenía que estar en libertad desde el primer día, cuando dije que era inocente, pero bueno los jueces vieron la causa y lo que era justo, porque el que tiene que estar ahí es el que se lo merece”, señaló el ahora absuelto.

Arrúa denunció también que la policía “inventó un montón de cosas que no hice”. No entiende por qué la policía le endilgó delitos que no había cometido, porque nunca había tenido problemas con ningún agente.

“A mí me acusaban y yo les decía que era inocente, que yo no era. En el barrio todos sabían quién fue, quién era, cómo se movía, qué hacía y qué no, la propia familia lo sabía. Pero como armaron toda la causa, pensaron que la mentira iba a tapar la verdad”, cuestionó.

Al momento de perder la libertad, Arrúa también perdió su trabajo, la amistad de mucha gente que le tenía cariño, respeto y confianza. “Nunca se me pasó por la cabeza ir a matar a una persona, arrebatarle la vida a alguien”, insistió. El joven estuvo detenido en la Comisaría Mosconi y en Laprida. Dice que no lo maltrataron los otros detenidos mientras estuvo privado de su libertad “porque muchos sabían que yo era inocente, la gente grande me hablaba, me aconsejaba, me decían que iba a salir en libertad. Pero fueron quince meses que no los recupero más en la vida”, aseguró.

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Video: Martín Pérez/El Patagónico

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