Carla Ciafardini (25) decidió hablar de su caso ante El Patagónico, ante lo que calificó de “desinterés” por parte de la Justicia. Desde 2014, cuando tenía 18 años, resolvió iniciar la lucha por su identidad y realizar formalmente los trámites: llevar el apellido de sus tíos por delante del paterno. Es que desde los 3 años fue y adoptada y criada por ellos, de apellido Ciafardini. Hasta hoy los considera su padre y madre.
“Si yo sola podía hacer el cambio de apellido era mucho más fácil, al ser mayor. Tengo a mis dos papás biológicos vivos y no había problema con que ellos firmen. Era (un trámite) fácil”, creyó. Fue entonces que comenzó a padecer a la Justicia de Familia.
“Una vez que cumplí los 18 decidí hacer el cambio de apellido. Tenes edad y es como que te presentas al mundo; hoy lo veo desde otro lado. Si bien pasaron muchos años, es tedioso porque mucha gente conoce mi vida… es decir ´tu tía es tu mamá´. La mayoría me conoce como Carla Ciafardini”, expresó. No obstante, al momento de hacer cualquier otro tipo de trámite “es incómodo cuando te dicen otro apellido”.
El motor que la hizo sentir que debía escribir su propia historia fue su maternidad. “Tener que ponerle un apellido que a mí no me identifica, si bien tengo contacto con mis padres biológicos; los quiero; no tengo ningún problema. Pero a mí me criaron mis tíos. Para mí ellos son mis papás; quiero tener el apellido de ellos”, argumentó Carla.
“Mi hijo lleva un apellido que a mí no me identifica. Mi nene el año que viene va al jardín y va a ser molesto para él que vaya y le digan un apellido que no es y tener que explicarle a un nene chiquito que todavía no nos cambiaron de apellido es mucho”, consideró.
EN EL JUZGADO 2
Su caso está en el Juzgado de Familia Nº 2, a cargo de la jueza subrogante Guillermina Sosa. “El año pasado, cuando hice a modo de queja en redes me llamaron de los medios y como se movilizó tanto me llamaron del Juzgado y me dijeron que me lo iban a solucionar cambiándome de abogado”, recordó.
A partir de ese momento, intervino un profesional designado por la Defensoría General. “Me dijo que él iba a estar a cargo, que iba a llevar más rápido el proceso y como que había que pagar lo que era la sentencia final yo no lo tendría que abonar. Pero no avanzó nada. Vos vas (a Defensoría) y te tienen que llamar; capaz que tenes que ir con otro temperamento para que te atiendan más rápido”, sostuvo.
Esto no fue todo para Carla porque hace una semana por mensaje de WhatsApp le dijeron que desde el Juzgado de Familia habían perdido su expediente. Y se lo comunicaron de un modo poco formal.
“Me mandaron la nueva notificación de que seguía todavía el trámite y después me mandaron un whatsapp diciendo que no tenían los papeles, que los perdieron. No encuentran el expediente en papel. Esa fue toda la explicación. Pregunté si tengo que volver a comenzar todo de nuevo. No sé”, señaló.
“Ya estamos en el trámite final, donde yo tenía que presentar una serie de documentación para que ella firme (la jueza Guillermina Sosa), pero no lo hicieron”, acotó.
La joven optó por hacer pública la injusticia que siente, como ya lo han hecho otras personas que no obtienen respuestas en los juzgados de Familia, donde hasta han llegado a sentirse intimidados luego de contar sus historias.
“Es para que te escuchen. Se hacen los reclamos y no pasa nada y es feo porque uno tiene que llegar a los medios para que te escuchen, pero ni siquiera eso. Están mis padres biológicos vivos, ellos; mis tíos… están todos para firmar y se demoran”, cuestionó Carla.
“Quiero una solución, o por lo menos una explicación de por qué tardan tanto para un cambio de apellido. Siento que soy inexistente, que nadie me escucha. No quiero causarle esos problemas a mi hijo. ¿Cómo le explico ‘tenes un apellido y después tengo que cambiártelo’ y que él arrastre el problema de identidad, también?”, finalizó.