Joaquín Arbe, el olímpico que construye su casa en cuarentena

El atleta de Esquel deberá esperar hasta el año próximo para competir en los 42k de los JJ.OO. Sin desesperarse, ni bajonearse por la postergación del sueño máximo de todo deportista, su oficio de albañil lo encuentra hoy trabajando en su hogar. Entrena con lo que tiene a mano y toma el aislamiento con calma, junto a su esposa e hijos. "Ahora el objetivo es meterle a la casa y planificar lo deportivo para el año que viene".

Mientras prepara todo para continuar con la construcción de la nueva mesada, en su casa de Esquel, Joaquín Arbe atiende el llamado de El Patagónico, en compañía de su esposa Alejandra y sus hijos Emanuel (12 años), Maia (10 años) y Eric (6 meses).

Distinto hubiese sido el momento en otro contexto, cuando su foco estaba en correr los 42 kilómetros en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, postergados para el año próximo por la pandemia.

En plena cuarentena obligatoria, el atleta de 29 años, integrante de la selección argentina, pasa el tiempo dándole a la bici en rodillo, saltando la soga y realizando ejercicios de fortalecimiento que se entremezclan con su trabajo de albañilería, para finalizar las obras en su casa.

“Siempre trabajé o hice ‘changas’ así. El año pasado fue que me dediqué a entrenar dos meses bien, para hacer la marca para los Juegos. Fue cuando subí a Cachi (Salta), para entrenar y descansar. Así conseguí la marca en Buenos Aires”, comenta.

Sus planes cambiaron de un momento para el otro. “Sabiendo que tenía el Campeonato Mundial en Polonia, el Ibero en España y los Juegos Olímpicos, la idea era solamente entrenar, pero se pasó todo para el año que viene y ahora el objetivo que tenemos con la familia este año es meterle a la casa, y planificar lo deportivo para el año que viene”, explica.

Fue una mezcla de sensaciones para Arbe saber que su sueño se postergaba, pero nunca se afligió y entiende que la suspensión de los JJ.OOO fue la mejor decisión.

“Pensaba que este iba a ser mi mejor año deportivo, porque tenía muchos eventos internacionales juntos, teníamos todo organizado con mi entrenador (Jorge Basirico), con la Selección íbamos a subir a Cachi para el Mundial, después previo a los Juegos e irnos a Kenia, para la parte final de la preparación. Cuando se postergó todo, en el momento me bajoneé un poco, pero también es lógico que se suspendiera”, reconoce.

La paciencia, el trabajo, la responsabilidad y la esperanza conforman el día a día de Joaquín. “Ahora hay que estar tranquilos, porque competencias importantes no tenemos este año, así que no hace falta matarse entrenando, ni hacer 30 kilómetros dentro de la casa, porque tampoco sirve a esta altura del año. Más que nada, tengo que tratar de cuidar la alimentación y el peso”, admite.

“Si dentro de un mes se soluciona todo, ya voy a poder entrenar normalmente, retomaremos las rutinas y calculo que para fin de año estaremos de nuevo en un buen nivel. Solamente hay que estar tranquilo, ser responsable y esperar que no pase nada grave con la pandemia en Chubut. Hasta ahora la llevamos bien”, afirma.

Apenas se confirmó la suspensión de Tokio 2020, Arbe publicó en su muro de Facebook una foto de un tatuaje alusivo a los Juegos, pidiendo recomendaciones sobre tatuadores para arreglar lo que ya estaba en la piel. Pero era una broma. Eso resume la manera en que se tomó la noticia, una vez digerido el mal trago. Pero cuando se concrete el sueño, su tatuaje se hará realidad.

“La foto del tatuaje la saqué del muro de un amigo, del paraguayo Derlis Ayala (atleta olímpico). No sé si es de él o si la bajó también en forma de chiste. Quiero hacerme un tatuaje cuando se concrete lo de los Juegos. Ya tenía la idea de hacérmelo, pero todavía falta concretar lo más importante”, asegura.

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