Al igual que en todos pueblos y ciudades del país, hace pocas semanas, cuando se declaró la Emergencia Sanitaria, eran pocas las personas que utilizaban barbijos en Caleta Olivia como una de las medidas básicas para prevenir el Coronavirus e incluso la mayoría de la población parecía mirarlas de una manera extraña, tal vez pensado que era algo exagerado.
Sin embargo, a medida que la pandemia se fue extendiendo por el mundo, se incrementaron los casos positivos de contagio y sobre todo el número de víctimas fatales en otras localidades, las autoridades sanitarias reforzaron recomendaciones e indistintamente los municipios establecieron obligaciones totales o parciales para cubrirse el rostro.
Paralelamente se fue generalizando una mayor conciencia en el grueso de la población sobre la peligrosidad del virus, a tal punto que a partir de los últimos días ya resulta extraño ver alguna personas en las calles y sitios públicos o ámbitos laborales que no utilice algún elemento de protección.
De esta manera, ya es un hábito no solo el uso de barbijos, sino también el de tapabocas y simples pañuelos o bufandas, además de máscaras faciales creadas por sistema de computaras, algunas de ellas muy sofisticadas porque tienen pantallas anti-vaho.
Pero el ingenio criollo, esta vez puesto en práctica para aliviar una difícil situación sanitaria que no tiene precedentes, dio paso a la creatividad, sobre todo en la confección de tapabocas, porque los barbijos son difíciles de conseguir y además su precio se disparó ya que, en el caso de los conocidos como 3M, antes de la pandemia costaban 60 pesos y ahora 150.
En tanto, los tapabocas se convirtieron en una gran oportunidad de negocio para diseñadores profesionales ya que, con los más variados y dibujos, llegan a costar hasta 250 pesos.
Pero son más los vecinos que prefieren fabricarlos por su propia cuenta utilizando sábanas, manteles y otros ocurrentes elementos para poner una cuota de humor, como si fuera un desafío de la lucha contra el COVID-19 y eligen motivos institucionales, futbolísticos, personajes de comics y hasta artilugios regionales.
Todo ello, o al menos en parte, se refleja en la galería de fotos que acompañan este informe periodístico que en otro tiempo hubiera tenido connotaciones surrealistas.