Máximo Thomsen pidió ser asistido por una psicóloga

Uno de los ocho jóvenes juzgados por el homicidio ocurrido el 18 de enero de 2020 se entrevistó con una profesional del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).

El juicio por el homicidio de Fernando Báez Sosa, crimen ocurrido el 18 de 2020 en Villa Gesell, entró en su etapa final. Este miércoles, ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 de Dolores, comenzarán los alegatos del Ministerio Público Fiscal (MPF) y del particular damnificado. En las últimas horas, Máximo Thomsen, uno de los ocho acusados y quien, según las pruebas presentadas en el debate, le pegó patadas en la cabeza a la víctima, se entrevistó con una psicóloga del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).

Así lo pudo reconstruir La Nación de fuentes al tanto del encuentro. Desde que comenzó el juicio, Thomsen, de 23 años, y los otros siete acusados del homicidio, Luciano Pertossi, de 21; Ciro Pertossi, de 22; Lucas Pertossi, de 23; Ayrton Viollaz, de 23; Enzo Comelli, de 22; Matías Benicelli, de 23, y Blas Cinalli, están alojados en la cárcel de Dolores, la Unidad 6 del SPB.

Los ocho están alojados, en celdas de a dos, en el pabellón de aislamiento de la cárcel de Dolores. Thomsen comparte calabozo con Luciano Pertossi.

“Thomsen le solicitó al jefe de Vigilancia y Tratamiento de la Unidad 6 del SPB una entrevista con un profesional psicológico. Tras la solicitud, el imputado tuvo, en las últimas horas, una reunión con una subprefecta licenciada en psicología”, sostuvieron las fuentes consultadas.

Thomsen fue uno de los cinco imputados que prestó declaración indagatoria ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N° 1 de Dolores, a cargo del juicio por el homicidio de Báez Sosa.

Después de contar lo que hicieron la tarde del 17 de enero de 2020 en la playa –donde, según él, se “mamaron”–, recordó que había ido a comprar entradas para ir a la noche al local Le Brique y que después fueron a una “previa” en una casa donde había mucha gente de Zárate.

Cuando habló de lo que pasó dentro del boliche, hizo mucho hincapié en que no se había peleado con nadie, a diferencia de lo que dijeron testigos que declararon en el juicio. Dijo que lo echaron de Le Brique porque les pidió a los patovicas que “soltaran” a un amigo. Afirmó que el personal de seguridad lo tomó del cuello y que un amigo le llegó a decir que “estaba bordó”, casi asfixiado.

Después relató lo que pasó en la escena del hecho. “Miré al costado y vi un grupo grande de chicos, como que se iban a enfrentar. Miré de costado. Cuando llegué a la ronda de chicos sentí un golpe en la cara”.

Y después agregó: “Cuando recibí el golpe en la cara, pegué una o dos patadas, no sé a quién ni cómo”.

Entonces, los representantes del Ministerio Público Fiscal, los fiscales Juan Manuel Dávila y Gustavo García, comenzaron a interrogarlo. Le preguntaron, mientras reproducían en una pantalla los videos del ataque: “¿Le pegó patadas a esa persona que estaba en el suelo?”. “No sé”, espetó. Y agregó: “No recuerdo. Me acuerdo que entré [en la ronda] pegando, Entré en shock por todo lo que había pasado”.

Al reproducir los distintos videos, el fiscal Dávila le preguntó: “Hay un movimiento de patear, pero no hay nadie delante suyo, ¿esa persona estaba acostada?”: “Quizás, arrodillada”, sostuvo el imputado.

Él dijo que después de lo que definió como “una pelea” de la que se fue cuando supo que nadie lo iba a agredir, pero sin saber cuál había sido el resultado. Sin embargo, se negó a responder por qué, entonces, decidió cambiarse la ropa, que se había manchado de sangre.

Luego, cuando estaba por finalizar la declaración de Thomsen, la fiscalía le preguntó si en los videos que se vieron en las audiencias desde que comenzó el juicio se pudo apreciar el golpe que él dijo haber recibido, su respuesta fue lacónica: “No”.

Thomsen se negó a responder preguntas de los abogados querellantes Fernando Burlando y Fabián Améndola. Dijo que no respondería a quien los había insultado a él y a su madre. Cuando Burlando insistió para preguntarle por qué se había cambiado de ropa si intuía que no había hecho nada, y él volvió a decir que no iba a responder, la jueza Castro dijo que no tenía sentido continuar con “el ejercicio” del interrogatorio.

“Thomsen decidió declarar cuando vio llorar a la madre. Esta declaración era necesaria. Él creía que era el momento. No pensamos en la imagen, pensamos en explicaciones”, dijo una fuente cercana a la defensa.

Pero lo cierto es que, además, de dar una impresión más “humana”, con el pedido de disculpas y la emoción del llanto, lo que quedó a la vista con la declaración de Thomsen es la estrategia que podría desarrollar Tomei en su alegato: que la muerte de Fernando Báez Sosa fue un “homicidio en riña”, fruto de una pelea.

La querella, en cambio, opinó que la declaración de Thomsen había tenido el efecto contrario. “Es insólito. Nunca vi algo así. Se ha hundido él y ha hundido a todos sus compañeros”, sostuvo Burlando al terminar la audiencia.

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