Milos Seyda, el arte de construir música

Con apenas 8 años comenzó sus primeros pasos en la música, al terminar la secundaria estudió para ser chelista en la UNA en Buenos Aires, donde tuvo su primer contacto con la luthería y en Cremona, Italia, se perfeccionó. Hoy, a los 31, sus instrumentos están clasificados entre los diez mejores del Trienal de Cremona.

Milos Seyda nació en Buenos Aires y se crio en Trevelin, donde realizó sus estudios primarios y parte de la secundaria en la Escuela Experimental, para luego terminar en la 713 de Esquel.

Su primer contacto con la música fue a los ocho años cuando comenzó a tomar clases particulares de piano y en la pre adolescencia incorporó el violín. Luego conoce el chelo, instrumento que lo enamora, y a partir de ahí continúa sus estudios hasta los 18 años.

Al terminar la secundaria decide irse a Buenos Aires a continuar su carrera musical y se inscribe en la Universidad Nacional de las Artes, en el conservatorio, para seguir estudiando violonchelo y, luego de recibirse, es aceptado en una academia de música en Szczecin, Polonia, donde se gradúa con un master.

Durante sus años de estadía en Polonia, tuvo diversas experiencias como músico clásico en varias orquestas y, viendo de que se trataba la vida de un músico profesional, se replantea el hecho de seguir ese camino, ya que lo que él pretendía era un trabajo más íntimo y sin tanta exposición.

Lo que Milos tenía en mente, por aquel entonces, era ser un chelista profesional y como hobby dedicarse a la luthería, pero esto comenzaba a cambiar. En Buenos Aires ya había tenido contacto con la construcción y reparación de instrumentos de la mano de Paula Godoy y esas experiencias lo llevan a tomar la decisión de inscribirse en diferentes escuelas de luthería en Europa.

El primer llamado para rendir los exámenes de admisión lo recibe de Cremona, Italia, donde es aceptado. Al culminar sus estudios hace varias pasantías con diferentes luthiers y de esa manera se va perfeccionando en las técnicas de construcción de instrumentos e incorporando cosas específicas del oficio.

A partir de ahí comienza a trabajar por su cuenta y a generar sus primeras ventas de instrumentos, mientras continúa viajando para estar en contacto con otros luthiers y continuar con el aprendizaje.

CONSTRUYENDO UN INSTRUMENTO

Para construir un instrumento, lo primero que hay que tener en cuenta es la madera, que es la base. De ahí se planifica un objetivo acústico en primera instancia, pero también estético.

“Pienso en la estructura del instrumento en base al sonido que quiero al final y en base a la experiencia que tengo como músico, obviamente esto es una cosa empírica, no es matemático, uno tiene una idea de lo que va a funcionar, en uno u otro sentido, y lo hace de esa manera”, explica Milos.

Existen muchas partes y variantes a tener en cuenta: las bóvedas, la cadena, la elección de las cuerdas, del puente, el largo de la cuerda vibrante, son muchas las decisiones que el lutier debe tomar en base al sonido que quiere o que busca al final.

El armado de un instrumento de cuerdas consta, primeramente, del trabajo previo de la madera, y luego ir armando las diferentes partes: aros, tapa, fondo y el mango.

Una vez listas todas las partes se barniza y se lleva a cabo la “puesta a punto” del instrumento, que es muy importante porque en esta instancia se le busca el sonido, cambiando cuerdas o buscando variantes en la posición del “alma”, que es una pequeña pieza que conecta la tapa con el fondo.

“Esta es la parte más fascinante para mí, porque siendo músico, me permito ir de la A a la Z, desde la construcción a ver luego cómo se comporta y responde el instrumento, esto da mucha satisfacción”, cuenta el luthier.

ENTRE LOS 10 MEJORES EN LA TIENAL DE CREMONA

A lo largo de su carrera como luthier Milos ha fabricado chelos, violines, violas da gamba, y tiene pensado también construir violas. Obviamente siendo chelista los instrumentos que prefiere hacer son chelos, porque al terminarlos los puede tocar y probar, para hacerle los ajustes que el crea necesarios.

Los dos últimos instrumentos realizados por el luthier, un violín y un chelo, son los que presentó en el Concurso Trienal de Cremona, que es una competición internacional muy importante donde participan luthiers de todo el mundo.

En el concurso se evalúan el carácter de la construcción, las elecciones estéticas y, en particular, la calidad acústica.

Tener un buen resultado en esa instancia es muy valioso a nivel imagen y reputación, ya que muchos comerciantes están atentos a los resultados de ese certamen y estar entre los primeros 10 puestos significa darse a conocer y la apertura a futuras ventas en todo el mundo.

El luthier chubutense se presentó por primera vez al certamen internacional de Cremona y, para su sorpresa, los dos instrumentos que construyó quedaron seleccionados entre los 10 mejores entre 340 participantes.

“Fue una gran sorpresa y una gran satisfacción, ahora se trata de seguir trabajando, seguir participando y seguir evolucionando en ese sentido”, concluyó.

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