Miguel trabaja en la construcción y mientras da su testimonio, sostiene fuerte entre los dedos lo que parece una estampita. Pero al avanzar la charla revela que ese pequeño trozo de papel es un recorte de Diario Patagónico donde se había publicado que el grupo Comodoro de Alcohólicos Anónimos celebraba su primer año de vida y difundía sus fechas y lugar de reunión.
Ocho meses después de esa publicación, Miguel se afianza en su camino de recuperación, aunque todavía guarda ese recorte que le cambió la vida. “Vi el aviso y llamé desesperado porque había tocado fondo, estaba perdiendo todo”, confesó. Relató que había intentado dejar la bebida por todos los medios y que no lo había logrado hasta su contacto con el grupo.
“Me han ayudado y yo ayudo también a la gente nueva que llega, ahí se encuentra lugar para dejar la bebida. Me enseñaron muchas cosas de comportamiento y cambié un montón, porque yo era violento y estaba perdiendo mi familia” recordó Miguel.
Y enunció en voz alta uno de los preceptos del grupo. que es el “no” a la primera copa, “y no vienen las demás”. Lo dicho se contrapone a su vida anterior, donde bebía a diario y la suspensión laboral de tres días, sumada a la certeza de que a la misma le seguía el despido, lo hicieron “sentar cabeza”. “Yo tomaba todos los días, dos vinos al mediodía, salíamos del trabajo y otra vez a tomar, dormir y a levantarme al otro día, todos los días igual”, resumió.
Pero el del Miguel no es el único entorno laboral que favorece la enfermedad. Carlos es jubilado petrolero y recuerda cómo bebía la cuadrilla de la que formaba parte durante los largos viajes diarios. Fue en esos momentos cuando empezó a tomar, se sumaron después las horas de la comida y se convirtió en alcohólico, hasta que el cuerpo le dio un aviso, mejor dicho tres.
Según recordó Carlos, su corazón no funcionaba bien, le faltaba el aire y sintió que se moría y la tercera vez, decidió hacer algo. Hoy forma parte del grupo Comodoro de Alcohólicos Anónimos, y al igual que Miguel, ofrece su testimonio con el único interés de poder ser espejo de otro y que ese otro que reconozca su problema sepa que se puede salir.
Muy parecida es la historia de Gustavo. Era directivo de rango gerencial en empresas multinacionales, y cuenta que lo perdió todo, tuvo tres intentos de suicidio y ese fue su fondo “porque el alcoholismo es una enfermedad de pérdidas, materiales y familiares”.
Asegura que hubiera preferido decirle a sus dos hijitos de 10 y 7 años que tenía cáncer antes de revelarles que tenían un padre alcohólico, “porque estamos muy mal vistos por la sociedad y en su cabecita pensarían ¿pero cómo? si el borracho es el que está tirado en la calle, no mi papá”.
UN GRUPO UNICO EN COMODORO
Este es el único grupo de Alcohólicos Anónimos que funciona en Comodoro Rivadavia, se reúnen de miércoles a domingos de 20 a 22 en el colegio Ceferino Namuncurá –Rivadavia 2526 – y tienen una guardia permanente en el 156254177.
Según Gustavo debería haber al menos cuatro de estos grupos, dada la cantidad de población y la incidencia de la enfermedad, aunque cabe destacar que AA no lleva estadísticas ni historiales, justamente porque se trata de grupos anónimos.
Además de contar con folletería informativa, dispuesta para todo aquel que se acerca a consultar, también están dispuestos a dar charlas en los colegios, ya que se reconoce a la población adolescente como una franja muy vulnerable a la enfermedad, “esto no difiere de donde provengo, Bahía Blanca, es un mal a nivel nacional. Yo en algún momento empecé como esos chicos, uno empieza yendo a un boliche y bebiendo en forma normal, hasta convertirse en un bebedor problema, yo toque mi fondo a los 45 años, tengo 48”, asumió.
El grupo también ha recibido madres desesperadas por problemas de alcoholismo en sus hijos, chicos de 19 o 22 años y que en algunos casos son lo que ellos laman “cruzados” que es la combinación de bebida y drogas. Y si bien reconocen que muchos se han recuperado con el programa, el mismo sólo es efectivo si acude quien tiene la enfermedad, porque el primer paso y el más importante es admitir que se tiene un problema.
Es la principal adicción en Argentina
De acuerdo a una encuesta difundida durante el mes de setiembre de este año por el Comité Asesor del Poder Ejecutivo en materia de drogas, el alcohol es la primera causa de adicción en Argentina, seguido de los medicamentos, el tabaco y la marihuana.
El estudio de base abarcó al 97% de la población mediante la colaboración de las 24 delegaciones del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), y agrega al ranking de adicciones la cocaína y el éxtasis en clases medias altas, situando más atrás los inhalantes y luego el paco.
Las escasas cifras sobre alcoholismo disponibles en el país no difieren en demasía de los números internacionales. Un estudio de la Universidad de Oxford, revela que actualmente entre el 5 y 10 por ciento de los habitantes de la Tierra es afectado por enfermedades relacionadas con el alcohol mientras que en datos publicados por la Asociación Antidrogas de la República Argentina establecen que en el país hay al menos 4,5 millones de alcohólicos.
Las estadísticas ligadas al alcoholismo resultan alarmantes: entre los que abusan de la bebida, el riesgo del suicidio puede ser de 50 a 100 veces mayor que en la población general. Las tasas de violencia doméstica contra las madres de familia, que varían entre el 20 y 75 %, están asociadas con el exceso de alcohol en la población masculina.
El Instituto Nacional para el Abuso del Alcohol y Alcoholismo de Estados Unidos afirma que la enfermedad está presente en el 30% de los suicidios, 50% de los homicidios, 30% de las muertes en ruta, 52% de las violaciones y 62% de los asaltos que tienen lugar en ese país.
En Argentina el número de accidentes de tránsito provocados por la ingesta de alcohol ronda en la actualidad el 60%, y pese a que abunda el correlato de la violencia urbana y los factores sociales en las publicaciones relacionadas, no hay disponibilidad de estadísticas asociadas entre el alcohol y el delito.
La cárcel, el neuropsiquiátrico y la muerte prematura como riesgos
Cuando habla del alcoholismo, Gustavo refiere tres etapas en la relación con la bebida: el payaso, el león y el chancho. La primera claramente ilustra aquel “entonado” que puede ser el alma de la fiesta y divertir al grupo de manera consiente o muy a su pesar.
El león tiene ya otras implicancias y se vinculan con los rasgos de ira o violencia en el carácter, que muchas veces puede llevar a protagonizar altercados o engrosar los índices nacionales de violencia familiar y urbana. Y finalmente el chancho, representa el estadio de la enfermedad en que se pierde el control de esfínteres, sin siquiera darse cuenta.
Y junto a esas tres etapas, también enumera tres finales para la vida de un alcohólico que no logra la recuperación: la cárcel, el neuropsiquiátrico o una muerte prematura, causada por la cirrosis, las múltiples enfermedades asociadas al alcoholismo o un accidente “donde además de morirte vos, podes matar a toda una familia, que es lo que comúnmente se ve en diarios y la televisión”, graficó Gustavo.
Trabajo en equipo y terapia de grupo
Los tres integrantes de Alcohólicos Anónimos que brindaron su testimonio a Diario Patagónico, subrayaron que el apoyo de un grupo es muy importante para salir del alcoholismo, porque se trata justamente de terapia de grupo. Son reuniones cerradas, dirigidas por un coordinador que va rotando, porque allí nadie da órdenes y nadie ocupa ese rol.
“Nos vamos rotando por noche y de ahí se va ordenando, porque el alcohólico es totalmente desordenado y desprolijo, hablo por mi propio testimonio, lo que fui y lo que soy”, ilustró Gustavo, quien describió la mecánica del grupo donde la única reglamentación es escuchar al que esta dando testimonio.
También refirió que el alcoholismo es una enfermedad de autodiagnóstico, y que no será un médico o un familiar el que prescriba la enfermedad sino el enfermo mismo quien la reconozca, por lo que subrayó la existencia de un test de 12 preguntas de las que si al menos 5 se responden con una afirmación, uno debe reconocerse como alcohólico.
Luego sobrevienen los 12 pasos, que son los que se aplican en el “programa sólo por hoy” que es el que sigue el grupo. Según explicó, los primeros pasos de su recuperación fue el no faltar a las primeras 90 reuniones del grupo. “Tuve que poner muchos medios cuando entré, sacar todo el alcohol de casa incluso el etílico, porque lo había consumido en grandes cantidades”.
También se recomienda dejar de frecuentar los lugares habituales, “cosa que yo seguí haciendo un tiempo, iba de punta en blanco a las reuniones y después me iba por ahí, hasta que me entraron las fichas”, expuso para dar cuenta de que no se trata de una solución mágica e inmediata sino de un programa de pequeños pasos por vez.
Miguel recordó que la primera vez que llegó al grupo, le costó muchísimo golpear la puerta, pero el panorama le dio un giro absoluto una vez cruzado el umbral, concepto que reforzó Gustavo al indicar: “el verdadero resultado, el click se provoca en las reuniones, porque es donde se encuentra a los pares, los espejos de uno, mujeres y hombres que sufrieron lo mismo que sufrí yo”.
“El fin del grupo es transmitir nuestra experiencia, fortaleza y esperanza, como es nuestro preámbulo, y decirle che, no esperes a aparecer tirado en la calle, como estuve yo”, dimensionó.