Para transitarla hay que salir desde San Martín de los Andes por la ruta de los 7 Lagos. Luego de pasar por diferentes lugares que invitan a parar, como el mirador Pil Pil (a los 14 km) o el mirador del Arroyo Partido (a los 18 km), se llega al empalme con la ruta provincial 63. Unos kilómetros más adelante empieza a verse el lago Meliquina, que aparece y desaparece mientras se avanza por el sinuoso camino. Este espectacular lago se une armónicamente con el caserío de la tranquila Meliquina.
Meliquina formaba parte de una gran estancia que pertenecía a un alemán; hay un único hotel y paisajes imponentes. La infraestructura turística del pueblo aumenta de a poco, hay un puñado de cabañas para turistas, un hostel administrado por una pareja de uruguayos y cuatro campings agrestes. Es un lugar apacible en donde dan ganas de quedarse en la playa o en algún parador para disfrutar del paisaje, pero lo ideal es seguir viaje.
Luego de cruzar el puente sobre el río Filo Hua Hum y, la seccional del parque nacional Lanín, se encuentra el desvío hacia el lago Filo Hua Hum, un apartado rincón del parque muy elegido para practicar pesca con mosca. Se trata de una de las mejores joyas de la naturaleza patagónica. Pintoresco y todavía no contaminado por la masiva afluencia turística, sorprende con sus espectaculares playas, las panorámicas del camino de acceso, en las cuales no falta un sugestivo castillo enclavado sobre la montaña, y las plantaciones de pinos Ponderosa y Oregón trepando sobre las laderas de los cerros. El lago es considerado uno de los mejores sitios de pesca deportiva de la región. Existe un camping con sanitarios, agua caliente, proveeduría y luz eléctrica generada por una turbina.
Volviendo a la ruta 63, la siguiente parada es Casa de Piedra o Ruca Cura. Escondida entre las rocas, esta cueva fue un hogar natural y continúa siendo un sitio sagrado para la comunidad mapuche local, los primeros en habitar estas tierras. En su interior permanecen las pinturas rupestres de hace más de 10.000 años que reflejan la cultura de este pueblo originario.
Del otro lado de la ruta, las piedras forman un balcón natural sobre el río Caleufu, con rápidos de aguas azules y remansos poblados de truchas.
Este es el sector conocido propiamente como Paso del Córdoba, que avanza por pendientes, valles verdes y montañas escarpadas con paredes de roca que el viento, el agua y el hielo se encargaron de moldear a su antojo. El camino avanza sinuoso con pronunciadas caídas, que en otoño estallan de rojos, amarillos y ocres de los árboles, lo cual convierte el paisaje en una de las más espectaculares imágenes de la región.
El bosque va cediendo a la estepa mientras transitamos por el valle y seguimos los vericuetos de la ruta entre las montañas. Una vez que se inicia el descenso, nos vamos acercando a la confluencia de los ríos Limay y Traful. En este sector funcionan una estación de servicio, un parador y una hostería que permiten descansar además de cargar combustible y provisiones. Para completar el paseo, lo mejor es tomar la ruta provincial 65 hacia la derecha y visitar Villa Traful, que se encuentra a 35 kilómetros.
Una vez visitada la villa y disfrutadas las vistas que ofrece el lago Traful, hay dos opciones: volver a la famosa ruta de los 7 Lagos (ruta nacional 234) o volver por el mismo camino elegido. Ambos nos llevan nuevamente a la ciudad de San Martín de los Andes, luego de haber vivido una maravillosa jornada.
- 18 septiembre 2016