A 90 años del nacimiento de Michel Foucault, la profusa obra del filósofo francés sigue iluminando el campo académico con una particular mirada sobre el mundo social, atravesada principalmente por su enfoque del poder, al tiempo que abre nuevas y múltiples lecturas que revelan su vitalidad y apropiación a nivel local.
Un 15 de octubre de 1926 en Poitiers, Francia, nacía Michel Foucault. Como su padre, su destino era la cirugía pero él, en cambio, se licenció en Filosofía y Psicología, aunque siempre evitó cualquier etiqueta intelectual. Prefería decir: "Soy un experimentador, en el sentido en que escribo para cambiarme a mí mismo y para no seguir pensando lo mismo que antes".
Experimentador o diagnosticador, como también se llamó, Foucault construyó una heterodoxa bibliografía, que comenzó notoriamente en los años 60 con "Locura y civilización" y siguió con "Las palabras y las cosas", "La arqueología del saber", "Vigilar y castigar" e "Historia de la sexualidad". Desde comienzos de siglo, su obra sumó la publicación de los cursos en el Collège de France.
Asumido abiertamente homosexual, el filósofo fallecido de VIH en 1984 procuró guardar bajo llave las puertas de su intimidad cuando en Francia su fama se acrecentaba en los escenarios de la época. Sin embargo, en palabras de Esther Díaz, es posible encontrar una "coherencia entre sus teorías, que exponía en escritos, clases y conferencias, y su propia vida".
"Poco tiempo antes de morir, dijo: 'Cada libro mío puede leerse como un trozo de autobiografía', aunque en realidad difícilmente cuente algo de su vida; pero quien busca en esa privacidad, encuentra que de sus dilemas surgieron las investigaciones y luego los conceptos que hoy forman parte del acervo cultural de la filosofía y las ciencias sociales", sostiene la autora de "La filosofía de Michel Foucault".
La tríada que sostuvo su pensamiento fue saber-poder-sujeto, tres elementos que convirtieron a su obra en disruptiva e innovadora. "Es un filósofo del siglo XX que rompe con la filosofía del siglo XIX porque discute y se desmarca de las filosofías en boga del momento como el marxismo, la fenomenología y el existencialismo", dice por su parte Luis Diego Fernández, filósofo y estudioso de la obra del francés.
A su entender, la obra de Foucault "es muy intensa y tiene diferentes períodos pero con una invariante, un elemento que no cambia a lo largo de los años. Y hay algo que es innovador, que es cómo analiza el poder en un sentido micro; parte de prácticas anónimas y cotidianas y de ahí asciende. No piensa al poder en términos represivos sino productivos", repone el académico.
PENSAMIENTO ABARCATIVO
De esa intensa obra, reflejada en lo abarcativo de su pensamiento -desde las ciencias humanas y la locura hasta cárcel-, Edgardo Castro, uno de los filósofos argentinos que más indagó en sus ideas, destaca "el hacer de la problematización de las evidencias una de sus principales indicaciones de método. Por eso, como hace frecuentemente, somete a la crítica histórica nociones como sujeto, Estado, normalidad, etcétera".
Y, en segundo lugar, apunta Castro, "la preocupación por la cuestión de la verdad, por los modos del decir verdadero, en el orden de la constitución de la subjetividad y del funcionamiento del poder. Contra una opinión bastante difundida, pero infundada, Foucault es finalmente un filósofo de la verdad".
A su turno, Díaz piensa que "además de haber legado metodologías arqueológicas, genealógicas y de hermenéutica histórica, Foucault abrió caminos para posibles cambios en prácticas sociales coercitivas, a partir de sus propuestas de militancias micropolíticas y de su participación activa en la lucha contra la discriminación, la xenofobia y el maltrato en general".
- 15 octubre 2016