Después de un tiempo de tregua, el gobierno de Javier Milei retomó una de las batallas políticas que marcaron este 2024: la discusión por la auditoría de los gastos de las universidades, principalmente los de la UBA. Tres ministerios redactaron una batería de decretos con el objetivo de reformar el actual sistema de gestión económica y financiera de esas casas de altos estudios y, también, prohibir la firma de convenios y acuerdos directos, sin licitación ni compulsa de precios.
El paquete normativo total involucra cuatro decretos -tres publicados este jueves y otro previsto para la próxima edición- que modifican el marco normativo para las compras, contrataciones y el manejo presupuestario en las universidades públicas. Estas reformas implican la adopción obligatoria de sistemas electrónicos nacionales como COMPR.AR, CONTRAT.AR y el Sistema Integrado de Información Financiera Internet (e-SIDIF). Además, se restringe al mínimo la posibilidad de firmar “convenios interadministrativos” con entes públicos o cooperativas, que quedaban fuera de los controles del Estado Nacional.
Este último punto es clave, porque en las investigaciones de la Sindicatura General de la Nación (SIGEN), con quien la UBA mantiene una disputa en tribunales, se descubrieron unos 2.400 convenios por montos multimillonarios con diversas irregularidades. En la batería de decretos que elaboraron los ministerios de Capital Humano, Descentralización y Economía se dejó una instancia de negociación: no se establecieron cronogramas ni fechas límite para su implementación. “Queremos el diálogo”, dijeron en el Gobierno.
“Las universidades tienen autonomía total para definir cómo gastar su presupuesto y eso se respeta y nadie lo cuestiona. Pero los fondos a partir de los cuales funcionan son de la administración pública, que están aplicados dentro de la Ley de Administración Financiera. Las universidades son entes de la administración pública y la visión del Gobierno es que tienen que tener los mismos procesos de transparencia y control que cualquier otra entidad”, indicó el secretario de Transformación del Estado y Función Pública.
El primer decreto estableció la obligación para todos los entes incluidos en el inciso a) del artículo 8 de la Ley Administración Financiera -dentro de los cuales están las universidades- de utilizar el Sistema de Compras Contrat.Ar y Compr.Ar y regirse por los requerimientos de la Oficina Nacional de Compras. “Hay algunas universidades que ya lo utilizan, otras universidades que no lo utilizan y que están fuera del marco normativo -porque forman parte de la administración pública y tendrían que utilizar estos sistemas de compras- y nos va a permitir tener un mecanismo de transparencia sobre el uso de todas las licitaciones y compras que realizan todas las universidades”.
El segundo decreto está relacionado con el E-SIDIF, que es el sistema que se utiliza en el Estado nacional para la gestión de pagos, una licitación, un convenio, una transferencia directa a un ente o a una jurisdicción. “Ese proceso de tomar el Presupuesto, verificarlo, hacer la presentación de la factura, ejecutar el pago, todo se realiza por ese sistema que es el E-SIDIF y que depende de la Secretaría de Hacienda”, indicó el funcionario.
“Todos los gastos y transferencias y pagos que realicen las universidades van a tener el mismo sistema de seguimiento y control y de auditoría que permite hoy en día o que tiene toda la administración pública y todo lo que son los fondos públicos que salen de los impuestos de cada uno de los ciudadanos”, explicó.
El tercero, que es clave, es un DNU que modifica el decreto delegado de las contrataciones públicas, como puede ser una compra directa, una licitación internacional, una licitación pública. “Todos esas acciones tienen una diferentes metodologías de adquisición de bienes y servicios y algo que se llama “convenios interadministrativos”, que es un proceso que es mucho más acelerado y que se utiliza para algunas situaciones en particular”.
“Estamos eliminando la posibilidad de que haya convenios interadministrativos con universidades. Para que tomen la dimensión del tamaño de esto, con la SIGEN hicimos una auditoría respecto a los últimos dos años -2022 y 2023- y encontramos más de 2.400 convenios entre el Estado nacional y diferentes universidades de todo el país”, explicó Fariña.
El viceministro reconoció que, “lamentablemente, a lo largo de la historia, se han utilizado esos convenios de formas incorrectas, con marcos que daban poca transparencia, organismos que hacían contrataciones por montos muy grandes con universidades, en las cuales no había un fin concreto, no se entendía claramente, cuál era el servicio que se estaba brindando, en algunos casos se ha llegado a hacer contrataciones de personal mediante este tipo de convenios”.
Y aclaró: “Si un Estado o un organismo necesita hacer una consultoría específica sobre algún tema en particular, tendrá que ir a una licitación pública, se podrán presentar empresas privadas, se podrá presentar una universidad pública, se puede presentar una universidad privada y, en base a los criterios de los pliegos, se elegirá al mejor postor, pero que no exista la posibilidad de un camino indirecto, de un camino poco transparente, de directamente hacer un convenio interadministrativo con una universidad pública que permite una vía de gastos de dinero poco transparente”.