Benetton recibe fondos estatales para forestar en Chubut

El grupo Benetton recibió fondos públicos no reintegrables para las forestaciones con especies exóticas en Chubut hasta el final del gobierno de Mauricio Macri, al igual que otros capitales con emprendimientos subsidiados. El drenaje de fondos estatales se inició con la primera plantación de pino ponderosa en 92 hectáreas en el área Vuelta del Río de la estancia Leleque, inscripta como propiedad de la Compañía de Tierras del Sud Argentino SA (CTSA SA).

La transferencia de recursos en favor de este grupo no mejoró las prácticas sociales por parte de los gerentes que operan desde Esquel. El 20 de febrero personal de la empresa bloqueó un camino vecinal y dejó encerrada a una familia mapuche integrante de la comunidad tehuelche Newentuaiñ Iñchin de Costa de Lepá.

La clausura de tranqueras y apropiación del espacio público de caminos es una vieja práctica a la que, al parecer, se subordinan los distintos agentes del Estado, ya que pasan las semanas y la familia permanece aislada, según publicó este fin de semana el portal El Cohete a la Luna.

La secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación otorgó en octubre del año pasado subsidio por casi treinta millones de pesos a 41 titulares de proyectos forestales en el país, de los cuales dos millones doscientos mil pesos fueron para Benetton por un expediente presentado en 2016. Los fondos se originaron en el programa de sustentabilidad ambiental y seguros (Prosas), cuestionado al momento de su creación en 2018 porque supuso un aumento en el seguro automotor para financiar estas iniciativas “verdes”.

El año pasado Guillermo Bernaudo, por entonces secretario del área, anunció que el denominado “Seguro Verde” permitió la inyección al sistema de 432 millones de pesos desde su puesta en marcha a comienzos del año anterior, monto que cubría la deuda acumulada por el Estado por los planes forestales. “Es un compromiso público privado entre el Ministerio de Agricultura, la Secretaria de Ambiente y la Superintendencia de Seguros de la Nación y doce compañías de seguros, para reducir la huella de carbono de autos, motos y camiones”.

Lo cierto es que fue dinero fresco para el último año de gestión, con resoluciones tomadas hasta el último día de gobierno, lo que puede confirmarse en la página web de la Dirección Nacional de Desarrollo Foresto industrial.

Los usuarios que pagaron el seguro automotor ayudaron a la administración Macri a aliviar las cuentas de Seabord Energías Renovables y Alimentos SRL, Adagro SA y Garrucho SA, entre otros beneficiados en la misma resolución ómnibus de Benetton.

Seabord es la transnacional de origen norteamericano que absorbió al Ingenio San Martín de Tabacal, en Salta, en conflicto con la comunidad de Las Lomitas por el territorio tradicional. Garruchos SA es subsidiaria del grupo Insud, con tierras en Misiones y Corrientes, que compró también dos establecimientos en Paraguay. Insud tiene un porcentaje del Fideicomiso Financiero Forestal I de Corrientes, que también recibió subsidios forestales; en Chubut es propietaria de Los Murmullos, proyecto junto al lago Cholila. Adagro SA es una sojera con asiento en Tucumán.

DIVERSIFICACIÓN SUBSIDIADA

“A partir de 1993, la Compañía de Tierras del Sud comenzó a forestar un promedio de 500 hectáreas anuales. En 1998 hizo lo propio la Compañía de Tierras Tecka, que plantó cerca de 300 hectáreas anuales. Ambas, con emprendimientos asociados a los silvonegocios, marcaron la tendencia de la curva, ya que aportaron casi el 60 % de la superficie forestada. En conjunto, las plantaciones de estos dos establecimientos hasta 2005 cubrían cerca de 8.300 hectáreas (5.000 y 3.300 ha respectivamente)”, indicó la investigadora Ana Valtriani.

La empresa corrige a Valtriani en el cartel instalado junto a la ruta N°40, donde dice que comenzó a forestar en 1992. Lo cierto es que Benetton se pliega e inserta en el modelo económico trazado con la reforma estructural del Estado en Argentina, de lo cual la política forestal es una línea periférica pero altamente favorable para los grandes capitales. De ese período subsiste la confusión semántica y conceptual por el que se llama bosque cultivado a las plantaciones industriales con especies exóticas.

En el mediano y largo plazo de la estrategia del grupo con sede central en Italia, las demoras en las cancelaciones de los compromisos estatales en la Argentina no son un obstáculo insalvable. En 2000 inició el trámite para acceder al beneficio de promoción que dos años después se le otorgó por 300 hectáreas. Lo mismo en 2004, por elegir ejemplos documentados que prueban el rol del subsidio estatal en la diversificación del grupo Benetton en Argentina.

Al antiguo modo de los descubridores que simplemente inscribían sus tierras en los Cuadernos de Indias, las propiedades de la CTSA no tuvieron mensura legal hasta 2006, puntualiza Valtrini. Lo mismo surge de las observaciones del departamento de legales del ministerio de Agricultura.

Eso no fue obstáculo para que Ronald McDonald, gerente de CTSA para las estancias en Chubut, denunciara a Rosa Nahuelquir y Atilio Curiñanco por presunta usurpación de una fracción en Santa Rosa, Leleque, en agosto de 2002.

Entonces empezó un ciclo de confrontación por el territorio tradicional mapuche-tehuelche, con distintas comunidades, en las que hay que inscribir el manotazo último de soldar el candado de una tranquera para aislar a la familia Jofré, reasentada recientemente sobre el arroyo Malloco, fuera de los límites de la estancia Leleque.

El capital trasnacional mantiene prácticas coloniales en esos espacios donde el pueblo mapuche-tehuelche revitaliza el territorio.

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