Comodoro nació como una ciudad que no estaba en los planes de nadie

Cuando la salida al mar a través de una ruta más corta que el desembarcadero existente en Bahía Camarones se hizo una imperiosa necesidad para la población sarmientina, recién comenzó a forjarse la idea de establecer un puerto en la rada bautizada con el nombre del marqués de Tilly. Pero Pietrobelli salió en busca de un lugar más accesible para las embarcaciones y lo encontró en Punta Borja, casi a los pies del cerro Chenque.

Comodoro Rivadavia nunca estuvo en los planes de nadie. Es más, Sarmiento fue en principio pensada como el eje de una región que se alimentaría y crecería por los frutos que le posibilitara la tierra.

Al menos hasta finales del siglo XIX los entonces gobernantes de la Nación no habían esgrimido la menor intención de establecer nuevas poblaciones en la Patagonia. La historia comenzó a modificarse luego de la campaña del desierto encarada por el presidente Julio Argentino Roca en 1884 con la firma de la Ley de Territorios Nacionales.

Esta norma fue el pie de las jurisdicciones administrativas.

Los militares que habían tenido una marcada participación en lo que se denominó “la Conquista del Desierto” fueron designados al frente de los territorios nacionales.

La extensión casi sin fin de los parajes sureños hizo pensar a los gobernantes que esta era tierra propicia para fomentar la ganadería y la agricultura.

Concretamente se pensaba que de este lado de la cordillera podía rendir los mismos beneficios que, principalmente el ganado ovino, estaba otorgando al gobierno chileno.

En la zona que rodea a los lagos Musters y Colhué Huapi fue el primer lugar en la mira de quienes demandaban explotar la potencialidad de la árida Patagonia.

A partir de 1896 comienza este lento pero inexorable proceso. El 28 de julio de ese año comienza a tejerse la historia de esta ciudad. Ese día Francisco Pietrobelli solicita al entonces gobernador interino, general Alejandro Conesa, autorización para instalarse al sur del lago Colhué Huapi.

Pietrobelli no pretendía encarar solo esta empresa. La petición llevaba la firma de otras 182 personas que requerían dos secciones de terreno. Afortunadamente esa vez la propuesta no recorrió laberintos burocráticos.

El 21 de junio del año siguiente, el Superior Gobierno de la Nación otorga 15.000 hectáreas –lo que constituían 2.000 lotes de 625 hectáreas cada uno– para que se instale una colonia pastoril que originalmente se llamaría Ideal. La adjudicación de tierras era gratuita pero, a cambio, cada poblador debía comprometerse a construir su vivienda, criar por lo menos 200 ovejas y destinar como mínimo 10 hectáreas para el cultivo. De cumplirse con todos estos requisitos, los pioneros podían contar a los cinco años con el título de propiedad.

La decisión de instalar una colonia agrícola tuvo resultados rápidamente. Un año más tarde, exactamente el 30 de setiembre, se registra la llegada de los primeros pobladores. Con la inmigración en pleno auge, cinco familias galesas, una polaca y tres indígenas arriban con el ánimo dispuesto para recoger los frutos de la tierra.

Tan solo unos meses después por estos lares se repartían más de dos millares de lanares.

La materia prima que generó esta especie activó el intercambio comercial del que no estuvo exenta la numerosa población, indígenas que desde siempre había habitado la zona.

El transporte, entonces, comenzó a representar un problema para quienes necesitan vender y recibir mercadería. Según consta en los documentos de la época para los primeros días de diciembre estaban asentadas 11 casas y 55 personas.

La salida al mar se hizo, en este punto de la incipiente población sarmientina, una necesidad imperiosa. El desembarcadero que por ese entonces había en la Bahía Camarones era la única vía de comunicación hacia el mar. Los productos llegaban a ese lugar por barco y desde allí se tenían que trasladar en carros. El tiempo que se demoraba en recorrer los más de 366 kilómetros era una pesadilla.

Pero -tal como ocurre actualmente- el transporte no hacía más que elevar considerablemente el costo de los artículos de primera necesidad.

En el diario que llevó Francisco Pietrobelli se deja constancia que la distancia encarecía los precios 13 a 15 centavos por cada kilo de mercadería.

Había que encontrar una ruta más corta.

Las cartas náuticas que había elaborado Fitz Roy se convirtieron en la puerta de salida a esta dificultad. El militar explorador narraba que el camino más directo desde Sarmiento al océano era la rada que había sido bautizada en honor al capitán general Everardo de Tilly, marqués de la Casa de Tilly, marino español que llegó a estas costas en la década de 1780.

Pero la realidad marcaba que llegar hasta allí no era soplar y hacer botellas: no había caminos y los dueños de los barcos que se dedicaban al transporte ni siquiera imaginaban en atracar en esas costas.

Pietrobelli piensa, entonces, que el Gobierno nacional puede aportar una solución exigiendo que la rada sea establecida dentro del itinerario de paradas obligadas de los barcos. Con esto no sólo se beneficiaría Sarmiento sino que también resultarían favorecidos los habitantes de la colonia San Martín, ubicada más adentro del territorio chubutense, camino a la cordillera.

Otra razón de peso estaba en el pensamiento del pionero, aseguran algunos historiadores.

La preponderancia que Chile le estaba dando a la región sur de su país no se veía con buenos ojos en el Gobierno nacional. Era vital entonces dar muestras de que también en este lado de los Andes se le daba importancia a la Patagonia. Con estas propuestas en su alforja, Pietrobelli partió a Buenos Aires para convencer al presidente.

LA PRESENCIA DE PIETROBELLI

Aunque la historia ha dejado algunas dudas, Francisco Pietrobelli es sindicado como el fundador oficial de Comodoro Rivadavia. El revisionismo, sin embargo, deja abierta la posibilidad de que es en realidad el alemán Juan F. Plate -quien antes de 1900 ya era propietario de extensas parcelas de tierra en la Patagonia- el principal propulsor de la creación de Comodoro Rivadavia.

Existe documentación, incluso, que demuestra el interés de Plate por dotar de la infraestructura necesaria a la ciudad. Su proyecto más ambicioso fue unir a Comodoro con Lago Buenos Aires a través del ferrocarril, aunque la propuesta nunca encontró el eco necesario para hacerse realidad.

La carta que Plate envió, en 1914, al perito Francisco Moreno es tomada por sus reivindicadores como el mejor ejemplo del rol decisivo que representó para el futuro de la localidad. En la misiva, Plate se afirma como el autor de la búsqueda de una salida hacia la costa de Rada Tilly, incluso va más allá y señala que conocía bien el tesoro negro que guardaba el subsuelo comodorense.

En honor a la verdad, en la traducción del diario que llevó durante sus exploraciones por la zona, la fundación de Comodoro apenas ocupa tres líneas, casi en el final del relato.

Pero en las páginas de los libros y las fotos oficiales, el rostro de frente ancha y bigotes prolijamente recortados de Francisco Pietrobelli adjunta cualquier mención al nacimiento de la ciudad. Aunque -como las paradojas nunca están ausentes de ningún capítulo de la historia- Pietrobelli se despidió de este mundo muy lejos de la Patagonia.

Después de 1910, el pionero y comerciante toma sus bártulos, su mujer y sus hijos y retorna a Italia donde fallece seis años más tarde. Este italiano con una voluntad a toda prueba había visto por primera vez la luz el 11 de noviembre de 1858 en la ciudad italiana de Verona. Como millones de inmigrantes, el espíritu aventurero de Pietrobelli se puso de manifiesto rápidamente. Pero no fue América el primer lugar en la mira del pionero.

A decir verdad, Pietrobelli no podía encerrarse en los parámetros del típico inmigrante. En su país natal había concluido con la educación secundaria. Aunque con marcado acento, también hablaba seis idiomas. Pietrobelli salió de Italia seguro de conseguir un futuro próspero.

Recorrió previamente varios países de Europa e incluso se estableció por un tiempo en Alemania. Después se decidió a cruzar el océano para conocer qué tan ciertas eran las posibilidades que ofrecía América. Estados Unidos, entonces, fue el primer lugar donde intentó establecerse. Pero Pietrobelli no pudo contener que había más allá, hacia el sur.

Apenas unos días después de cumplir los 30 años pudo comenzar a despejar sus dudas. No le pudo ir mejor con la determinación. A poco de llegar al país comenzó a trabajar para la Compañía Inglesa de Ferrocarriles que, en esa época, empezaba a fomentar en mayor medida la unión a través de las vías férreas, entre Trelew, Puerto Madryn y Gaiman.

Aunque Pietrobelli ya tenía el capital suficiente para fundar “El Fénix”, una sociedad que como objeto principal tenía la exploración de la región andina.

En agosto de ese año Pietrobelli finalmente posa sus pies en Rawson. Inmediatamente parte a conocer tierra adentro. En septiembre había recorrido cerca de 500 kilómetros.

Luego de esperar más de un año, en 1897, el general Alejandro Conesa contestó afirmativamente el pedido de 183 personas –entre las que se encontraba Pietrobelli y firmó el decreto para establecer la colonia que se denominaría Sarmiento.

Esto reafirmó la voluntad del pionero de salir a recorrer el sur. Un año más tarde alrededor ya se habían establecido nueve familias en 14 casas, lo que totalizaba 55 personas.

Como se apuntó anteriormente la incipiente población activó con rapidez una cadena de intercambio comercial.

Con muchos kilómetros en su haber, las miradas de los residentes de la colonia agrícola se dirigen a la figura del italiano inquieto, en parte, por extender sus horizontes comerciales. Pietrobelli por supuesto acepta pero no solamente porque era imprescindible encontrar una salida más cercana al mar.

“Hay que frenar militarmente posibles invasiones de la vastísima zona que vinieran del Pacífico, vía río Aysén, dado que Rada Tilly es un lugar eminentemente estratégico debido a la corta distancia entre el Atlántico y el Pacífico”, se puntualiza en la traducción del diario que -en el dialecto de Veneto- llevó Pietrobelli sobre su periplo en la zona.

A Pietrobelli se le puede cuestionar todo menos la falta de voluntad, o mejor dicho, la insistencia.

El 15 de diciembre de 1898 el pionero monta su caballo, acompañado de dos indios, para encontrar el mar.

El viento, la falta de provisiones y su escasa comunicación con quienes secundaban su empresa se transformaron en enemigos que no pudo enfrentar con éxito. Pero decidió aprovechar la peripecia como experiencia y tres meses después nuevamente salieron en busca del lugar donde, según las cartas náuticas, los barcos podían detenerse sin peligro.

“Existe la felicidad”, garantiza Pietrobelli en su hoja de ruta cuando observa el intenso azul del horizonte. No era para menos, antes de llegar había tenido que soportar el clima, la carencia de alimentos y la poca simpatía que, aparentemente, su persona despertaba entre los indígenas.

Estos factores contribuyeron a que el retorno a la Colonia Sarmiento no se desenvolviera con la máxima alegría.

Pietrobelli apenas tuvo tiempo para notificarle la novedad a los pobladores que respaldaban su búsqueda de un camino más corto hacia el océano. Parte rápidamente hacia Camarones para abordar la embarcación que lo conduciría a Buenos Aires. Estaba dispuesto a golpear en cada despacho hasta conseguir la decisión de que los buques tuvieran que atracar obligadamente en las costas que rodeaban la Punta del Marqués.

Pero antes que los funcionarios nacionales, Pietrobelli consiguió el apoyo de varios hacendados, entre ellos estaba Juan Plate. Los estancieros también ofrecieron los materiales necesarios para efectuar la construcción del galpón donde se depositaría la mercadería que traerían los barcos en el nuevo puerto.

Pietrobelli llega otra vez en noviembre de 1899 a Rada Tilly, aunque en esta oportunidad para aguardar el prometido buque que se enviaría desde Buenos Aires. Pero debe retornar, masticando bronca, a Sarmiento.

Recién el 9 de enero de 1900, el 1 de mayo atracaba un poco más allá de la Punta del Marqués. Según algunas fuentes, se pudo determinar que la profundidad de las aguas no era la adecuada.

En cambio, otros aseguraron que existe una carta firmada por el entonces presidente de la Nación, Julio Argentino Roca, donde puntualizaba que “los transportes nacionales de ahora en más tocarán la Rada Tilly”.

Sin embargo, un problema de orientación del capitán del buque habría motivado que se desembarcara en Punta Borja.

¿Comodoro Rivadavia es, entonces, producto de un error? Nuevamente a la historia le corresponderá dar una respuesta.

Con los materiales para el galpón a cuestas, Pietrobelli sale en busca de un lugar más accesible para las embarcaciones. En la Punta Borja -casi a los pies del cerro Chenque- planta un molle para marcar el espacio donde después edificaría un galpón. “También se plantó un molle cuando se fundó Comodoro”, comenta en su diario sin dar más detalles.

NACIMIENTO OFICIAL

¿Cómo se encuadraba Comodoro Rivadavia antes de ser población?¿Dentro de qué forma jurídica se consideraban estas tierras?¿Quién las gobernaba? Antes incluso de que se autorizara la creación de una colonia, tanto Chubut como Santa Cruz eran considerados territorios nacionales.

Un gobernador -un cargo que sin excepciones era ocupado por militares de un rango superior- era quien debía cuidar que se cumplieran las iniciativas que se tomaban en la Capital Federal.

El galpón fue el punto de referencia para que otros interesados -generalmente comerciantes- en instalarse en la zona comenzaran sus propias edificaciones.

Así, en poco tiempo y aunque todavía no había reconocido como población, Comodoro ya contaba con un local de ramos generales (propiedad de Juan Plate junto con Belarmino Menéndez) y depósitos donde los productores de la zona guardaban lanas y cueros.

Los vínculos entre Colonia Sarmiento y el asentamiento que rodeaba al desembarcadero se hicieron cada vez más estrechos. Francisco Fernández, Angel Vélaz y José María Pérez son algunos de los primeros que, con su familia, se instalaron de manera fija en estos lares. Los estancieros y comerciantes comienzan a gestionar ante el Gobierno nacional el reconocimiento del asentamiento.

La determinación de los pobladores termina de tomar forma el 16 de enero de 1901. “(Los abajo firmantes) se permiten pedir en vista del mucho interés que por los territorios de Chubut y Santa Cruz, se digne disponer lo necesario para que en la costa de la Rada Tilly sea establecido un pueblo con puerto de mar. Este pueblo quedaría frente y a solo 15 a 20 leguas (entre 75 a 100 kilómetros) de la importante Colonia Sarmiento y es el punto de arranque del ferrocarril proyectado que va atravesando las Colonias Sarmiento y San Martín, y bifurcándose en la confluencia de los ríos Senguerr y Mayo, llegará por el norte a la Colonia 16 de Octubre por el sur hasta el lago Buenos Aires”, expresan en la carta que un grupo de pioneros le remitieron al Ministerio de Agricultura de la Nación.

La precaria construcción erigida por Pietrobelli es, nuevamente, tomada como punto de partida para iniciar el asentamiento.

Pero lo cierto es que ésta no era la primera solicitud que recibían las autoridades. Otros colonos habían presentado una demanda similar pero para fundar otra localidad cerca de Bahía Camarones.

En la carta enviada al ministerio de Agricultura se hace referencia también a las dificultades que existen con la falta de agua. Sin embargo, también se promueve una solución. “En el caso de que aquellos pozos que va a hacer perforar la Dirección de Telégrafos no diesen resultados, se puede traer fácilmente de unos manantiales cercanos ubicados a dos leguas de distancia”, alegan.

Una sede de Subprefectura es para los pobladores un requisito imprescindible para que el pueblo florezca amparado por el puerto.

La respuesta del Gobierno nacional se da a conocer el 11 de febrero del mismo año. Esa jornada la Dirección General de Tierras y Colonias aclara que, en realidad,

si bien estaba la posibilidad de fundar una nueva población en los predios de Rada Tilly no se podía adoptar decisión alguna sin previa consulta al Ministerio de Marina. Esa cartera debía aprobar, luego de los correspondientes peritajes, que las costas eran adecuadas para el atraque de buques.

El 23 de febrero de 1901 se da a conocer la contestación de la Marina donde se mencionan las exploraciones que -una década antes había realizado (cuando era capitán de navío) el comodoro Víctor José Martín Rivadavia y Villagrán sobre las costas radatilenses, donde no recomendaba demasiado el lugar para ser empleado como puerto. El estudio realizado por el oficial cobró especial relevancia dada su sorpresiva muerte el 14 de febrero.

Para la Marina los consejos de Rivadavia eran la señal para que el ministerio dispusiera que la mejor opción era la Punta Borja.

El presidente de la Nación, Julio A. Roca, descansaba en las sierras cordobesas. Antes de seguir esperando, el vicepresidente Quirno Costa toma la decisión de firmar un breve decreto -de apenas dos artículos concretos y uno de protocoloque establece la creación de una nueva colonia.

“La Dirección de Tierras y Colonia procederá a trazar un pueblo en el territorio del Chubut, sobre la costa atlántica, entre Punta Borja y la Punta del Marqués, que se denominará ‘Comodoro Rivadavia’”, se establece en el primer inciso.

En segundo orden se determina que “la citada Dirección cuidará de que los pobladores existentes en el puerto indicado sean preferidos para la adjudicación de lotes”.

Comodoro Rivadavia empezaba a existir.

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