Construyó silla de ruedas para un perro callejero y ahora viajan juntos por el país

Gonzalo Sazo tiene 36 años y es oriundo de Punta Arenas, Chile. Hace 9 años se encontró en la calle con una pequeña perra abandonada, cruza con Caniche Toy, que además tenía la cola cortada y decidió cambiarle la vida. Un año más tarde se cruzó en su camino otro perro al que vio con mucha tristeza arrastrarse en una vereda. Decidió adoptarlo y construirle una silla de ruedas: ahora cumple su sueño de viajar acompañado por sus fieles amigos, Valentina y Dingo.
Caleta Olivia (agencia)
Mientras Dingo caminaba por una vereda céntrica de esta ciudad y Valentina apoyaba su cabeza en las piernas de su dueño buscando una caricia, Gonzalo le contó a El Patagónico cómo cambió su vida después de encontrar a sus dos fieles compañeros de ruta.
Primero relató cómo fue que dio con Valentina en el año 2006. "Iba caminando en la calle por Punta Arenas cuando encontré a una cachorra cruza con Caniche que se la veía muy triste y tenía una herida en su rabo. Me acerqué para observarla de cerca y descubrí que alguien había intentado cortarle la cola porque a veces la gente quiere hacerlos parecer razas que no son".
"La llevé al veterinario y me dijo que tenía una herida hasta el hueso y después de que le realizaran varias curaciones, decidí que se quedaría conmigo", contó.
Un año después se encontró con Dingo, un perro mestizo de pelaje largo de color negro que se arrastraba por una vereda de la misma ciudad chilena y no dudó en rescatarlo de ese infierno que debía soportar en medio del frío y la indiferencia de la gente.
Un veterinario le dijo a Gonzalo que presentaba una presión medular; es decir que dos huesos de la columna estaban pelándole los nervios, lo que sería un equivalente a que esté quebrado y que seguramente esa lesión había sido causada por un golpe muy fuerte.
"Como era de la calle lo querían sacrificar, pero yo no lo había rescatado para eso y como siempre trabajé en un taller mecánico y tenía algo de tiempo, decidí llevarlo conmigo y diseñarle una silla de ruedas para que pudiera volver a caminar", contó emocionado.

"SOY EL HOMBRE MAS FELIZ DEL MUNDO"
Gonzalo dijo también que desde ese momento su vida dio un giro rotundo, ya que entró en un profundo cuadro de depresión y si bien explicó que tiene familiares y algunos amigos "los que siempre estuvieron conmigo cuando estuve mal fueron mis dos perros. Tuve que atravesar esa situación para darme cuenta que la vida es demasiado corta y hay que cumplir los sueños. Por eso agarré a Valentina y Dingo y salí a cumplir el mío: viajar".
En principio decidió salir de mochilero, pero nadie quería llevarlo ya que iba con sus dos mascotas, por lo que decidió comprar una bicicleta y construir él mismo un remolque donde los animales viajarían cómodamente.
"No avanzo con la velocidad de un ciclista normal, pero se me hace más fácil poder viajar en compañía de ellos dos y así soy el hombre más feliz del mundo. A veces la gente me mira raro y me dice que hay que sacrificarlo (a Dingo), pero yo les digo que él no tiene cara de un perro que sufre", contó.
Además dijo que la silla de ruedas solo la utiliza cuando sale a pasear y que incluso debe colocarle pañales porque la lesión le provocó que no tenga control de esfínteres.
Desde hace varios meses se encuentra en la ciudad del Gorosito porque a Valentina le diagnosticaron tres tumores y está siguiendo un tratamiento. Actualmente trabaja en una gomería. "Soy un viajero pobre, trabajo de lo que encuentro y a veces también hago artesanías para poder juntar plata".
Finalmente, contó que construye sillas de ruedas y las entrega de manera gratuita para que las puedan utilizar otros perros que se encuentran en la misma situación de Dingo.

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